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Un futuro europeo en cinco escenarios

El estudio internacional Nuevo Pacto para Europa propone distintas opciones como base para el debate sobre el destino de la UE: desde la desaparición del euro a la integración política

El exministro Jordi Sevilla durante la presentación del 'Nuevo Pacto para Europa'.
El exministro Jordi Sevilla durante la presentación del 'Nuevo Pacto para Europa'.Ana Valiente (FRIDE)

Cinco posibles opciones para el futuro de Europa. Las más radicales: deshacer el euro o replantear totalmente el debate sobre la Unión Europea. En el medio: consolidar los hitos logrados hasta ahora o bien avanzar con más ambición en el camino ya emprendido o, por último, plantearse la creación de los Estados Unidos de Europa. Son estos los posibles escenarios sobre el futuro continental elaborados en el “Nuevo Pacto para Europa”, un estudio que un grupo internacional de expertos ha llevado a cabo a lo largo del último año cuyo objetivo es despertar el debate sobre la suerte de la Unión tras la profunda crisis económica que encara desde 2008.

“El mercado interior europeo sigue funcionando, pero ha perdido su magia. La legitimidad que tenía entre los ciudadanos por garantizarles prosperidad hoy en día no existe”, explicó Ana Palacio, exministra de Asuntos Exteriores con el PP y miembro del Comité Asesor del grupo de estudio, en un encuentro moderado por el columnista del EL PAÍS José Ignacio Torreblanca que la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE) organizó este martes en Madrid para presentar el informe.

Palacio rechazó el primer escenario, en el que se considera un error la introducción del euro en una Europa que echa en falta la integración necesaria para tener una moneda única, e hizo hincapié en que la divisa continental “se concibió en los años ochenta, en un momento histórico en el que nadie podía imaginar el mundo de hoy. [El euro] tiene sus pegas, pero es un pilar fundamental de la Unión Europea, que es el mejor proyecto de la humanidad después del fin de la segunda Guerra Mundial”.

Para entender sus beneficios, insistió la exministra, hay que observar la arquitectura europea desde una perspectiva que se sitúe fuera de ella: “Según los datos de Eurostat [la oficina de estadísticas europea], el país donde Europa tiene la valoración más favorable es Rusia, con el 63% de los ciudadanos. En Reino Unido ese dato apenas llega al 41%”.

Bajo las intensas luces del Auditorio del Caixa Fórum, con una enorme pantalla blanca que llevaba escrito “Nuevo Proyecto Europa” a su espaldas, la exministra concluyó su intervención en el debate —enmarcado en un ciclo de conferencias que se celebrarán en varias ciudades europeas— avisando de que “en 20 o 30 años Francia y Alemania representarán solo el 1% de la población mundial” y que por ende “los países europeos podrán seguir formando parte de las grandes cumbres internacionales, como el G8, solo como Unión Europea”.

La importancia de una dimensión política que supere el estado nacional fue subrayada también por expresidente del Parlamento Europeo Enrique Barón: “Rechazo la idea de renunciar al euro así como la quinta opción que se plantea el grupo de expertos, es decir, replantearse por entero el debate sobre Europa. Lo que sí hay que hacer es discutir una reforma presidencial y valorar la posibilidad de introducir la elección directa del presidente de la Comisión Europea”.

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Barón instó a limitar el número de órganos de vigilancia de la Unión, para evitar que en la UE pase lo que ocurría en la Unión Soviética, donde “todos vigilaban y nadie tomaba las decisiones”. Subrayó, sin embargo, como los rescates económicos de los países europeos se hayan puesto en marcha sin consultar a los parlamentos nacionales, pese a que se llevasen a cabo con dinero público. Los modelos, insistió, “tienen que ser Suiza o EE UU: Pocas reglas pero un pacto fundamental compartidos y respetado por todos”.

La posición intermedia entre el segundo y el tercer escenario —es decir, entre arreglar los fallos del euro y reforzar las herramientas de supervisión y sanción por un lado e implementar una unión económica que prevea un verdadero banco central, impuestos comunes y la emisión de eurobonos por el otro— protagonizó la intervención de José María Beneyto, diputado en el Congreso por el Partido Popular y director del Instituto Universitario de Estudios Europeos de la Universidad CEU San Pablo. El parlamentario defendió los valores de la UE, que algo bueno tendrá "si todos los países miembros del Consejo de Europa [una organización internacional que trabaja para la creación de un espacio jurídico y político continental] que no pertenecen a la UE quieren formar parte de ella. Lo que se ha hecho hasta ahora ha sido fundamental, tenemos que luchar para que se siga difundiendo las culturas y los valores europeos”, apuntó.

También Jordi Sevilla, exministro socialista de Administraciones Públicas, notó como “todo el mundo se queja de la Unión pero ningún estado miembro se atreve a salir de ella”. El político valenciano agregó que, para mirar con más tranquilidad al futuro europeo. “Hay que bajar la expectativas sobre lo que la UE puede efectivamente ofrecernos, y tratar de implementar lo que establecen los tratados”.

Y qué se esperan los españoles de la Unión Europea es justo lo que María João Rodrigues, exministra de Trabajo de Portugal y miembro del grupo de trabajo del Nuevo Pacto para Europa, preguntó al centenar de asistentes a la conferencia sentados en las butacas grises del Auditorio: en la votación a mano alzada triunfó el apuesta por avanzar con más convicción en el camino que ya se empezó. Pero muchos apoyaron la opción más complicada y ambiciosa: crear los Estados Unidos de Europa.

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