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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Putin y la “moderación” de Obama

El arma principal de Rusia es que ni Estados Unidos ni Europa quieren ir a la guerra por Ucrania

Por si aún había dudas, en las últimas horas ha quedado probado que Vladímir Putin intenta reproducir las condiciones de una "guerra fría" entre Rusia y lo que antaño llamábamos "Occidente". Es el medio que ha encontrado para engrandecerse y, sobre todo, para justificar su deriva autoritaria a ojos de los propios rusos. Nos encontramos ante el desafío más grave que han tenido que afrontar la Unión Europea y los Estados Unidos desde la caída del muro de Berlín.

Si observamos a Vladímir Putin, comprobaremos que se ciñe palabra por palabra al modus operandi de sus predecesores soviéticos. La intervención en Crimea (que tal vez preceda a otras en distintas regiones del sudeste ucraniano) tiene lugar "a petición" de unas poblaciones supuestamente inquietas. Esto nos suena de algo: en 1956, frente a la voluntad de emancipación de los húngaros, los tanques rusos aplastaron la rebelión de Budapest en nombre de la "ayuda fraternal solicitada por el pueblo húngaro". En 1968, mismo escenario: los carros rusos se desplegaron en Praga por iguales motivos.

Más tarde, y especialmente con respecto a Polonia, se impuso un concepto que reflejaba esa voluntad de no dejar escapar a ningún satélite: la "normalización". ¿Qué declara Putin hoy? Que interviene en Crimea y está dispuesto a ir más allá hasta que "la situación se haya normalizado". Traducción: "hasta que Ucrania pase por el aro", es decir, hasta que vuelva al redil ruso.

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Aunque el acuerdo económico y comercial en vías de negociación entre la Unión Europea y Ucrania ha sido el pretexto, el pulso que le interesa a Putin es el que le permite colocarse otra vez frente a Estados Unidos. Se trata de la primera gran prueba de fuego de la nueva estrategia norteamericana.

Precisamente en Estados Unidos, Barack Obama intentaba evitar volver a jugar una partida que no convenía a su visión estratégica. Por una razón inmediata: el presidente norteamericano se resistía a afrontar al presidente ruso en el teatro ucranio. Y otras dos razones más: por una parte, consideraba que Ucrania era sobre todo una cuestión europea y que, por tanto, había que dejar a la Unión Europea en primera línea; por otra, seguía esperando que Rusia terminara abandonando a Bachar el Asad y contribuyese por fin a poner término al martirio sirio, sin olvidar, por supuesto, la negociación abierta con Irán.

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Pero, más allá de todo esto, ¿cuál es hoy la naturaleza de la estrategia diplomática norteamericana? La segunda mitad del siglo XX estuvo siempre bajo el signo del "containment": había que contener el expansionismo del bloque soviético. Esta estrategia dio sus frutos: la URSS se derrumbó. De ahí la visión de Putin, para el que esta fue "la mayor catástrofe estratégica del siglo XX", y su obsesión por reconstruir, en torno a Rusia, una zona de influencia similar a la que rodeaba a la URSS, lo cual excluye una Ucrania independiente.

Después llegaron los años Bush -hijo, claro está-, que trastocó completamente el escenario al introducir, como reacción a esa noción de "containment", que juzgaba inoperante frente al terrorismo, "la acción preventiva" y al desencadenar la guerra de Irak, con el resultado que conocemos.

Tanto es así que, de hecho, Obama encarna la reacción a la reacción. El actual presidente norteamericano pretende ser, y lo será, el hombre de la retirada de Irak (es cosa hecha) y de Afganistán (en 2014). Al mismo tiempo, no pierde la esperanza de obtener un acuerdo israelo-palestino y el fin de la amenaza nuclear iraní. Y, sobre todo, pasará a la historia como el presidente de la reorientación estratégica de Estados Unidos, en adelante interesados principalmente en la zona Asia-Pacífico y en el cara a cara con China.

No hay un concepto equivalente a los dos anteriores para definir esta nueva actitud, como no sea, tal vez, el de "moderación", acompañado de la noción de "particular". Así pues, se trata cada tema caso por caso, dando muestras de moderación.

Frente a Vladímir Putin, sin embargo, será difícil no pasar de ahí. El mandatario ruso se comporta como en 2008: hace como que escucha y a continuación se apodera de su presa. Así fue como las regiones de Osetia del Sur y Abjasia fueron sustraídas a Georgia. Hoy, después de haber invadido Crimea, probablemente va a intentar sembrar el desorden por todas partes, con ayuda de los partidarios de Rusia, para justificar la escalada. Barack Obama y los europeos están considerando suspender la reunión del G8, prevista en Sochi. Por supuesto, hubiera sido mucho mejor boicotear los Juegos Olímpicos o, al menos, amenazarlo seriamente con el boicoteo. Ahora no habría que dudar en excluirlo, aunque fuese temporalmente, del G8, antes de adoptar otras sanciones, principalmente contra sus activos y los de los oligarcas, para intentar debilitarlo. Pues, hasta el momento, los resultados visibles de esta moderación son que Rusia se ha infiltrado por todas las brechas abiertas: en Siria, por supuesto, donde ha ayudado a Bachar el Asad a mantenerse, pero también en Egipto, que acaba de firmar un contrato de armamento con Moscú. Y allí donde, por ejemplo, actúan Francia (ayer Libia; hoy Malí y la República Centroafricana) y Europa (Ucrania), se habla de un "leadership from behind".

Por supuesto, los detractores de Obama traducen "moderación" por "debilidad". Él administra lo mejor posible una especie de neo-aislacionismo, de acuerdo con las aspiraciones de la sociedad norteamericana. El arma principal de Vladímir Putin en este asunto es que ni Estados Unidos ni Europa querrán ir a la guerra por Ucrania.

Traducción: José Luis Sánchez-Silva

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