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La victoria mínima del FMLN caldea la política en El Salvador

El polarizado país centroamericano se tensa tras el triunfo por dos décimas de la izquierda en las presidenciales

Seguidores de Norman Quijano protestan por el resultado.
Seguidores de Norman Quijano protestan por el resultado.E. Felix (AP)

La victoria mínima del izquierdista FMLN en las elecciones presidenciales ha caldeado El Salvador. La antigua guerrilla convertida en partido político, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, en el gobierno desde 2009, ganó este domingo por dos décimas (50,1 contra 49,9) y el principal partido de oposición, el derechista Arena, reaccionó furibundo por la noche denunciando un fraude “al estilo chavista”. Su candidato, Norman Quijano, usó un lenguaje agresivo que resultó turbador para un país que hace tan solo dos décadas salió de una guerra civil. “Nos quieren arrebatar esta victoria”, dijo. “Y estamos decididos a defenderla; vamos a luchar si es preciso con nuestra vida pero la democracia la vamos a hacer valer”.

En su discurso, Quijano, de 67 años, agitó una amenaza que la derecha usó durante toda la campaña: que el Frente importe a El Salvador el modelo chavista de gobierno, que Arena califica de “dictadura”. El candidato de la Alianza Republicana Nacionalista acusó al Tribunal Electoral de estar “vendido” a Caracas e hizo una defensa destemplada de la soberanía de su país: “No vamos a permitir fraudes como en Venezuela. Aquí estamos en El Salvador”.

Este lunes, el Tribunal Electoral dio una rueda de prensa en la que confirmó la exigua ventaja (6.634 votos) del Frente sobre Arena, reivindicó la transparencia del conteo e informó de que no proclamará oficialmente al ganador hasta finalizar el escrutinio definitivo que empieza este martes y terminará, como muy tarde, el jueves. La misión de observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) también compareció este lunes y afirmó que el proceso electoral ha sido legítimo. El candidato del FMLN, el excomandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén, de 69 años, dio una rueda de prensa a continuación: se presentó como el nuevo presidente de El Salvador e hizo un llamamiento a Arena para trabajar juntos en definir una agenda de prioridades nacionales. La derecha, la mañana de este lunes, ya ha rebajado su tono belicoso. Si bien a mediodía Quijano aún no había vuelto a hablar, otros mandos del partido reiteraron que ha habido “irregularidades” pero se limitaron a decir que esperarán al escrutinio final. Según una fuente consultada por este diario, tras su agitado discurso del domingo por la noche, en el que llegó a mencionar la disposición de las Fuerzas Armadas a impedir un fraude, Quijano se reunió de noche con los jueces electorales y dijo que “levantaría el pie del acelerador”.

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El Salvador cerró su guerra entre la insurgencia popular del FMLN y el duopolio militar-empresarial con los Acuerdos de Paz de 1992. A partir de entonces, Arena, el partido de la élite de poder tradicional, ganó tres elecciones consecutivas, pero hace cinco años perdió por primera vez contra el candidato del Frente, Mauricio Funes. En estas nuevas elecciones el FMLN, confiado en la influencia electoral de sus políticas de ayuda social, esperaba lograr una victoria holgada que asentase el giro a la izquierda de El Salvador y, por lo tanto, su predominio institucional. La primera vuelta de las elecciones, el 2 de febrero, a la que acudieron cinco partidos, parecía indicar eso: el Frente logró el 49% de los votos, un 11% más que Arena, y se quedó a un paso de la mayoría suficiente para ganar la presidencia. Para esta segunda vuelta del 9 de marzo, exclusiva entre el FMLN y Arena, los sondeos ratificaban la tendencia y preveían que la izquierda tendría al menos un 10% más de votos que la derecha. Los resultados del domingo, sin embargo, desmontaron los augurios de las encuestas y reflejaron una realidad política mucho más competida de lo que cabía suponer.

¿Qué ha ocurrido en el último mes para que el resultado se haya ajustado tanto? En El Salvador se habla de varios factores: que hubo votantes conservadores que, viendo los resultados de primera vuelta, ahora sí se movilizaron porque les dio miedo que el Frente lograse una victoria abrumadora; otro, ligado al anterior, que Arena movió lo suficiente el espantajo de Venezuela para activar el voto de prevención al chavismo; también se habla de una deriva del presidente Funes hacia la prepotencia que habría creado un cierto hastío con respecto al FMLN.

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Roberto Rubio, director de la Fundación Nacional para el Desarrollo, considera que el buen resultado del FMLN en primera vuelta detonó la fuerza de Arena, que hasta ese momento languidecía: “Se movió la máquina casi por sí sola y salió toda esta energía”. A falta de ver si Arena acata el resultado sin alterarse más de la cuenta, Rubio afirma que lo ocurrido tiene una lectura paradójica: “Para el Frente puede ser una victoria con sabor a derrota y para Arena, una derrota con sabor a victoria”. El Salvador, mientas tanto, espera que sus élites y sus fuerzas políticas domestiquen sus impulsos de confrontación y conciban una dinámica de diálogo político que permita el progreso de un país trabado en la violencia y en las desigualdades sociales.

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