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Un escrutinio inédito para Malasia

China lidera las críticas a la gestión de un Estado que presume de tecnología

Naiara Galarraga Gortázar
Un cartel luminoso en un edificio en Kuala Lumpur  con la frase "recemos por el MH370".
Un cartel luminoso en un edificio en Kuala Lumpur con la frase "recemos por el MH370". HOTLI SIMANJUNTAK (EFE)

La desaparición de un vuelo de la compañía de bandera de Malasia hace diez días ha generado un escrutinio inédito sobre ese país del sudeste asiático que preferiría ser noticia por el gran premio de Fórmula 1 o las torres Petronas, que durante años fueron el edificio más alto del mundo.

El primer ministro, varios ministros, el jefe de la aviación civil y el de Malaysia Airlines están entre las autoridades que comparecen un día sí y otro también en el aeropuerto internacional de Kuala Lumpur ante un inmenso enjambre de periodistas locales e internacionales que les acribillan a preguntas. Unas comparecencias que resultan tan novedosas como incómodas para unas autoridades con un control férreo de los medios de comunicación. Cunde el convencimiento de que las autoridades malasias han actuado con torpeza y ocultado información.

Las críticas más duras proceden de China, país de origen de dos tercios del pasaje, verbalizadas incluso por su primer ministro, Li Keiqiang.

Malasia, uno de los mayores fabricantes de discos duros de ordenador del mundo y que en los últimos años ha comprado dos submarinos a España, tiene “el prurito de haber sido uno de los dragones asiáticos y de estar en la vanguardia tecnológica”, explica el experto en Asia Rubén Campos. Pero el desafío del avión —nadie duda de que la crisis es de envergadura— ofrece la imagen contraria, sobre todo al admitir, a los siete días de la desaparición y tras filtraciones sobre los datos de satélites de EE UU, que el operativo de búsqueda de los siete primeros días rastreaba una zona errónea.

Es un país de 30 millones de habitantes (muy urbanizados, la mayoría musulmanes, con una minoría china económicamente poderosa y varias minorías étnicas y religiosas más) “aparentemente democrático”, destaca Campos, de la Universidad Complutense. Desde su independencia de Reino Unido, en 1957, gobierna Malasia la coalición dominada por el partido Umno (Organización Nacional para la Unidad Malaya) pero cada vez con mayor oposición en un ámbito político dominado por los malayos étnicos (un 60%). El Ejecutivo acelera las reformas económicas y políticas para contrarrestar los avances electorales de la oposición.

Las idas y venidas del principal líder opositor, Anwar Ibrahim, a los juzgados y a la cárcel son el asunto que durante los últimos años (con permiso de la F-1) ha llevado a Malasia a los titulares de la prensa internacional. Por última vez, la víspera de que el vuelo MH370 se esfumara. Un tribunal revocó la exoneración de Ibrahim de una condena por sodomía.

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El líder de la alianza Pakatan Rakyat podría ir hasta cinco años a la cárcel. Es un caso que viene de lejos y que, subraya el experto, “son acusaciones para intentar debilitarle como líder de la oposición”.

Malasia es muy peculiar en dos cuestiones: es un país formado por una península (con Tailandia al norte) y, a mil kilómetros, por una parte de la isla de Borneo (el resto se divide entre Indonesia y Brunei); y es una monarquía parlamentaria en la que nueve sultanes rotan en el trono por mandatos de cinco años.

Y el poder político está en manos de unas pocas familias como indica que el actual primer ministro, Najib Razak, que es el sexto de la historia, sea hijo y sobrino de sendos predecesores en el cargo.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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