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Activistas prorrusos toman tres edificios gubernamentales en el este de Ucrania

El grupo separatista República de Donetsk pretende convocar un referéndum similar al de Crimea para incorporar la región a Rusia

María Antonia Sánchez-Vallejo (enviada especial)
Activistas prorrusos enarbolan banderas rusas en el edificio del Gobierno regional en Donetsk.
Activistas prorrusos enarbolan banderas rusas en el edificio del Gobierno regional en Donetsk. REUTERS

La escalada de la confrontación entre los partidarios de las nuevas autoridades de Ucrania y las fuerzas prorrusas del este del país ha dado este domingo un paso más con el asalto de edificios gubernamentales en Donetsk y Lugansk, los dos bastiones de la minoría rusófona, así como en Jarkiv, la segunda ciudad del país. Aunque no es la primera vez que los partidarios de Moscú toman sedes de la Administración en la zona, sí se trata de una advertencia seria, firmada en el primero de los casos por el grupo separatista República de Donetsk, y con un objetivo claro, la convocatoria de un referéndum similar al del pasado 16 de marzo en Crimea para incorporar la región a la Federación Rusa.

El presidente en funciones de Ucrania, Olexandr Turchínov, ha cancelado un viaje a Lituania para dirigir personalmente la “campaña contra el separatismo” en la zona al frente de todas las agencias de seguridad del país, mientras el ministro del Interior, Arsen Avakov, acusó directamente al presidente ruso, Vladímir Putin, y al expresidente ucranio Víctor Yanukóvich de “instigar y financiar la nueva oleada de disturbios separatistas”, protagonizados por “no demasiados activistas, pero sí muy agresivos”. A través de su perfil de Facebook, Avakov prometió restaurar la calma en la zona sin recurrir a la violencia.

En Donetsk, capital de la región homónima –también conocida como Donbass, el corazón industrial de Ucrania-, varios cientos de activistas del movimiento República de Donetsk accedieron a la sede del gobierno regional ante la aparente inacción de la policía, que no intervino ni utilizó los cañones de agua para dispersarlos. Dando gritos a favor de Putin, Crimea y Donbass, los radicales se encaramaron a la terraza e izaron la bandera rusa; después dieron un ultimátum a las autoridades locales para convocar una reunión de emergencia que estableciera la fecha del referéndum. En Lugansk, separatistas prorrusos tomaron la sede de los servicios de seguridad para reclamar la liberación de varios compañeros detenidos en protestas previas; el jefe policial de la ciudad abrió personalmente las celdas y los activistas quedaron libres. Dos personas resultaron heridas durante los disturbios. Finalmente, en Jarkiv, se produjeron enfrentamientos entre los partidarios del Maidán y los del Kremlin, y la sede del gobierno local fue también asaltada a última hora de la tarde.

Con el nombramiento de varios oligarcas como gobernadores en puntos conflictivos del este –entre ellos Donetsk-, Kiev intenta in extremis apuntalar la estabilidad de la región con personajes de peso, bien conocidos y poderosos. Pero esas designaciones no han hecho sino inflamar los ánimos de los prorrusos. “Que el gobernador de Donetsk sea un oligarca [Serguei Taruta] es muy ofensivo para la gente que pasa dificultades”, explicaba hace una semana a este diario Andrei Purgin, líder de República de Donetsk. “En Kiev ha habido una revolución, y me temo que lo mismo va a suceder aquí, una revuelta sin posibilidad de marcha atrás. Me remito a unas cuantas pruebas: en los últimos días, ha habido varios ataques de baja intensidad contra oficinas de Taruta y se han incendiado algunas comisarías de policía”.

Como otros grupos radicales del este de Ucrania, República de Donetsk defiende la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. “Queremos preguntar a la gente qué es lo que quiere, si una federación [con Ucrania] o unirse a Rusia, como ha hecho Crimea”, contaba Purgin; “el referéndum es hoy por hoy una opción difícil en el este de Ucrania; yo personalmente me conformaría con un estatus parecido al de Baviera en Alemania”.

La existencia de fuerzas de autodefensa en ambos bandos, y el germen de movimientos de partisanos eventualmente capaces de tomar las armas, multiplica por cien el riesgo de que la crisis entre en una nueva fase. “No puedo prever qué pasará, la situación es inflamable y volátil. No descarto en absoluto la acción de movimientos de partisanos de carácter social”, concluía Purgin.

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