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EE UU y China acercan posiciones sobre los conflictos marítimos en Asia

Chuck Hagel recuerda a Pekín su compromiso de defensa con Japón

El secretario de Defensa de EE UU, Chuck Hagel, este martes junto al ministro de Defensa chino, Chang Wanquan.
El secretario de Defensa de EE UU, Chuck Hagel, este martes junto al ministro de Defensa chino, Chang Wanquan.A. W. (Getty Images)

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, se ha entrevistado este martes en Pekín con el ministro de Defensa chino, Chang Wanquan, para intentar forjar una relación más fluida entre los ejércitos de las dos potencias y rebajar las tensiones en una zona del mundo en la que no faltan. De ahí que las disputas territoriales marítimas en los mares de Asia hayan ocupado, en gran medida, el encuentro. Hagel ha advertido a China que no tiene derecho a establecer de forma unilateral una zona de identificación de defensa aérea (ADIZ, en sus siglas en inglés) sobre un grupo de islas que se disputan Pekín y Tokio, y ha recordado que Estados Unidos protegerá a Japón en caso de conflicto con China, según le obliga el tratado de seguridad que tiene con Tokio.

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Chang ha asegurado que su país no dará el primer paso para “alterar el orden” con Japón y que desea resolver cualquier disputa por la vía diplomática, pero ha añadido que China está dispuesta a utilizar su ejército si hace falta para defender su territorio, y ha advertido que Estados Unidos debe “permanecer vigilante” contra las acciones de Japón y “no ser permisivo y comprensivo”.

El Gobierno chino anunció en noviembre pasado la creación de una zona de identificación de defensa aérea sobre las islas llamadas Senkaku por Tokio y Diaoyu por Pekín, que están administradas por Japón. Exige que todos los aviones que sobrevuelan el área se identifiquen y entreguen sus planes de ruta o tendrán que hacer frente a posibles “medidas defensivas de emergencia”. Washington y Tokio se han negado a cumplir la exigencia, sin que Pekín haya reaccionado hasta ahora.

“Toda nación tiene derecho a establecer una zona de defensa aérea, pero no tiene derecho a hacerlo de forma unilateral, sin colaboración ni consulta. Eso añade tensiones, malentendidos y podría, llegado el caso, provocar un conflicto peligroso”, ha declarado Hagel, informa Associated Press.

La reunión forma parte del intento de los dos países de reforzar sus lazos, tras años de relaciones frías, debido, por un lado, al reforzamiento militar de China, los ciberataques contra instituciones y empresas estadounidenses y las reclamaciones territoriales chinas en Asia, y, por otro, el giro de la política estadounidense hacia Asia, que ha llevado a Washington a incrementar su presencia armada en la región, con el consiguiente enojo chino.

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Durante su encuentro con Chang, Hagel también ha abordado la cuestión del ciberespionaje y la ciberguerra, y ha pedido a Pekín mayor transparencia, ya que esta reduce “el riesgo de que un malentendido y un error de percepción conduzcan a un error de cálculo”.

“Nuestra visión es un futuro en el que nuestros ejércitos puedan trabajar juntos en un abanico de desafíos, como la ayuda humanitaria y las misiones de auxilio en las catástrofes. Sin embargo, para alcanzar este objetivo debemos ser sinceros en los temas en los que discrepamos”.

Los dos países han acordado llevar a cabo unas maniobras militares médicas conjuntas

Hagel ha dicho que los dos países han acordado llevar a cabo unas maniobras militares médicas conjuntas, aunque no hay fecha fijada. También han establecido un Diálogo de Seguridad Asia-Pacífico entre el ayudante del secretario de Defensa estadounidense para la región y el director de la Oficina de Asuntos Exteriores del Ministerio de Defensa Nacional chino.

El intento de acercar posiciones ha quedado reflejado en la forma en que Hagel inició, este lunes, su viaje de tres días a China: con una visita al portaaviones chino Liaoning en la base naval de Yuchi, en Qingdao (provincia de Shandong). Se trata del primer visitante extranjero que ha sido autorizado por el Ejército Popular de Liberación (EPL) a acceder al buque militar, símbolo del ascendente poderío del país asiático y de la ambición del EPL de proyectar su poder naval.

Hagel llegó a China procedente de Japón, donde lanzó una advertencia a Pekín contra cualquier intento de resolver las diferencias territoriales con sus vecinos de forma unilateral. Y para ello hizo una clara referencia a la incursión de Rusia en Ucrania. “Uno no puede ir por ahí redefiniendo las fronteras, violando la integridad territorial y la soberanía de las naciones por la fuerza, la coacción y la intimidación, ya se trate de pequeñas islas en el Pacífico o de grandes naciones en Europa”, afirmó el domingo en Tokio, donde añadió que plantearía a los dirigentes chinos la necesidad de “respetar a sus vecinos” y asumir sus “grandes responsabilidades”, dado su estatus de “gran potencia”.

Washington ha endurecido en los últimos meses su posición sobre la actitud de Pekín ante las disputas en el mar de China oriental y el mar del Sur de China, después de que algunos países asiáticos hayan acusado al Gobierno de Pekín de utilizar tácticas intimidatorias. Hagel prometió en Tokio enviar dos nuevos barcos dotados con misiles a Japón y reafirmó el compromiso de Estados Unidos con la defensa de este país. Los dos buques se unirán a los cinco dotados con sistemas de defensa de misiles Aegis ya existentes en la zona, en el marco del plan del presidente estadounidense, Barack Obama, de bascular su política hacia la región Asia-Pacífico. El anuncio de Hagel se produjo tras haber desplegado Estados Unidos un segundo radar de alerta temprana en Japón y la existencia de planes para enviar drones de vigilancia Global Hawk, entre otros. Aunque Hagel insistió que el envío de los barcos de guerra va dirigido a contrarrestar posibles amenazas norcoreanas, es difícil desligar el movimiento de las tensiones entre China y sus vecinos asiáticos.

Un paseo por el portaaviones Liaoning

José Reinoso

La visita del secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel, al portaaviones chino Liaoning, este lunes, se produjo a petición de Estados Unidos, y Pekín aceptó en medio del clima de acercamiento que quieren crear los dos países. Fueron unas dos horas, durante las cuales pudo ver los servicios médicos y los espacios donde viven los marineros, así como el centro de control de vuelo y el puente de mando, y paseó por la cubierta de despegue.

El buque, construido durante la época soviética, con base en Ucrania, fue adquirido por Pekín, que lo modernizó y puso en servicio en 2012, lo que supuso un hito en la historia naval china, ya que se convirtió en el primer portaaviones del país. China tiene prevista una flota total de cuatro buques de estas características. El segundo, similar al Liaoning, está en construcción.

El Liaoning finalizó a principios de este año sus pruebas en el mar del Sur de China, donde puso a punto los sistemas de combate y llevó a cabo ejercicios de navegación en grupo. Tiene planeado poner en marcha un ala aérea integrada por 30 aviones a partir del año que viene.

A diferencia de los portaaviones estadounidenses, no tiene propulsión nuclear. Su alcance es menor y no dispone de sistema de catapulta sino que tiene una rampa inclinada para el despegue. Su carga simbólica, sin embargo, es fuerte, ya que proyecta la imagen de China como potencia militar en ascenso con alcance global, y podría ser utilizado en caso de conflicto con países menores con los que tiene disputas territoriales marítimas, como Filipinas y Vietnam. Además de portaaviones, Pekín está construyendo submarinos, misiles antibarcos y otros equipos bélicos destinados a modernizar y potenciar sus fuerzas navales en una región dominada hasta ahora únicamente por Estados Unidos.

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