_
_
_
_
_

Las tropas ucranias toman posiciones para recuperar las zonas rebeldes del este

Los activistas prorrusos se hacen con el control de la carretera en las afueras de Slaviansk Un helicóptero militar ucranio ha sido derribado por las milicias prorrusas en la misma localidad

M. S. Sánchez-Vallejo (enviada especial)

El intento de un amplio grupo de milicianos prorrusos de romper el cerco al que el Ejército ucranio los somete desde hace días se saldó este lunes con abundantes bajas en los alrededores de Slaviansk, núcleo industrial de 130.000 habitantes y avanzadilla de la revuelta contra Kiev. Al menos cuatro soldados murieron en el enfrentamiento y otros 30 resultaron heridos, uno de ellos en estado crítico, mientras en otro incidente un helicóptero militar Mi-24 caía abatido por la artillería rebelde, es el tercer aparato derribado desde que empezó la ofensiva contra el principal bastión de los insurgentes, “terroristas” o “separatistas” en la terminología de Kiev.

En el cuarto día de la “fase activa” de la operación lanzada por el Gobierno interino para recuperar el control sobre el Este rebelde, el escaso avance, cuando no el retroceso, de las fuerzas armadas y el refuerzo de las barricadas y los controles rebeldes en torno a Kramatorsk, segundo bastión prorruso en la zona, dejaban traslucir un empate virtual, con el Ejército —apoyado por la Guardia Nacional y dos unidades de las fuerzas especiales antiterroristas Alfa— sellando los accesos a Slaviansk y los rebeldes acantonados en la ciudad aguardando el asalto, pero también al mando de todos los alrededores, en un combate desigual de ondas concéntricas.

Más información
La tensión y el miedo se disparan en Odesa
Los rebeldes del este se atrincheran ante la ofensiva del Gobierno central
La ofensiva de Kiev lleva la guerra al este
Rusia exige el fin de la “operación punitiva” en Slaviansk
El incendio de un edifico durante los choques en Odesa deja 36 muertos

Aunque todas las entradas por carretera a Slaviansk están bloqueadas, las sirenas eran bien audibles, así como el toque a rebato de campanas, durante el periódico intercambio de fuego entre ambos bandos durante parte de la mañana de este lunes. Cuatro blindados del Ejército y una dotación de soldados de la Guardia Nacional cortaban la carretera principal que une Kramatorsk y Slaviansk a la altura de Andreivka, localidad salpicada de numerosas chimeneas fabriles donde el sábado se registraron varias víctimas mortales. “Está prohibido el paso a todos los vehículos, hay fuego un kilómetro más allá, en Semiónovka, y un despliegue de [efectivos] Alfa en las localidades limítrofes”, contaba con desgana en el control un desharrapado miembro de la Guardia Nacional, ataviado con camiseta de tirantes y un bosque de tatuajes. En Semiónovka, los prorrusos aseguraron haber perdido diez hombres en el asalto ucranio a un puesto de control.

A través de una carretera secundaria erizada de barricadas —a base de camiones con el logo de fábricas vecinas atravesados en la calzada— era posible alcanzar Andreivka, pero el puente sobre la vía férrea que marca el límite con Slaviansk estaba tapiado por montañas de neumáticos y sacos terreros. “Esta mañana ha habido disparos en el puente y algunos han alcanzado a los vagones de mercancías que salen de aquella fábrica de tubos hacia la estación de tren”, señalaba un vecino. Al contrario que las clases en colegios e institutos, la actividad industrial de la comarca no se ha detenido, salvo durante algunos lapsos el viernes, pero a los trabajadores que viven en la comarca les resulta imposible acudir a sus puestos. “No podemos ir a trabajar porque no hay transporte público desde el 2 de mayo. Tampoco hay pan fresco, y para comer solo tenemos lo que queda en la despensa; cuando se acabe, Dios dirá”, explicaba Alexandr Khorunzhyi en Yasnogorka, aldea limítrofe desde la que se divisaban un par de columnas de humo sobre Andreivka y Slaviansk.

Aumenta la presencia militar de la OTAN en la frontera de Rusia.Foto: atlas | Vídeo: atlas
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Varios testigos subrayaban con insistencia el repliegue de las fuerzas armadas tras su teórico avance del fin de semana. En Kramatorsk, donde el sábado el Ejército supuestamente recuperó el control de la torre de la televisión y el edificio de la SBU (Servicio de Seguridad Interior, inteligencia), este lunes no había rastro de su presencia, y sí al contrario numerosos puestos rebeldes, con barricadas que cortaban en zigzag las principales avenidas. En la plaza mayor, ante el Ayuntamiento ocupado por miembros de las Milicias Populares de Donetsk, se celebró a mediodía el funeral al aire libre de una de las víctimas civiles de la ofensiva militar, una chica de 22 años muerta el sábado por disparos en Andreivka. El féretro fue llevado a hombros entre una lluvia de flores y el flamear de las banderas tricolores de la autoproclamada República de Donetsk.

“Aquí hicieron acto de presencia todos, de soldados regulares a las fuerzas especiales o los tipos de la Guardia Nacional, por no hablar de agentes de esos de la inteligencia [SBU, Servicio de Seguridad Interior]. Pero tan pronto como vinieron se fueron, duraron un suspiro”, explicaba Dmitry Podushkin, dueño de las tierras que rodean el diminuto aérodromo de Kramatorsk, donde el sábado supuestamente se concentraron varias unidades del Ejército en un improvisado centro de operaciones.

“El domingo por la noche, las fuerzas especiales abandonaron Kramatorsk sin haber alcanzado sus objetivos ni haber desactivado los principales focos terroristas”, comentaba este lunes por correo electrónico Dmitri Timchuk, experto en seguridad y defensa y partidario de Kiev. “La ausencia de un comando operativo y la falta de cooperación entre las distintas unidades que participan en la ofensiva, así como de órdenes militares y un objetivo claro y determinado, se han convertido en un problema. Podemos hablar de un retroceso inaceptable de la operación”, añadía el experto.

El ministro del Interior ucranio, Arsen Avákov, que el lunes inspeccionó el despliegue militar en torno a Slaviansk, asumió la lentitud de la ofensiva para evitar víctimas civiles. “Estamos atados de pies y manos porque alrededor hay población pacífica. Algunos nos apoyan y otros no, pero en cualquier caso los militares ucranios no pueden disparar a la población civil”, dijo ante un control a las afueras de la ciudad.

Mientras en el lado rebelde proliferaban las barricadas —en Konstantínovska se elevaba el lunes una cada cien metros a lo largo de avenidas expeditas anteriormente—, los milicianos profesionales de días anteriores, bien equipados y con aparente control de la situación, habían sido sustituidos por un ejército de adolescentes y vecinos armados con bates de béisbol o barras de hierro que se arrogaban más competencias que sus predecesores, como reclamar acreditaciones o inspeccionar a fondo bolsos o maleteros. “Los milicianos se fueron el domingo por la tarde a Slaviansk, para reforzar la defensa ante la ofensiva del Ejército, y nos han dejado de guardia a nosotros”, contaba uno de los hombres.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_