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AUGUSTO NARDES | PRESIDENTE DEL TRIBUNAL DE CUENTAS DE BRASIL

“El gran problema de la corrupción es la falta de buena gobernanza”

El presidente de la OLACEFS promueve una alianza en América Latina para impulsar mecanismos conjuntos contra este problema

Augusto Nardes, en diciembre de 2013.
Augusto Nardes, en diciembre de 2013.Ministério do Meio Ambiente

La palabra gobernanza es el mantra que repite continuamente Augusto Nardes, presidente del Tribunal de Cuentas de Brasil y de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Entidades Fiscalizadoras Superiores (OLACEFS). Es el concepto clave, insiste, para combatir la corrupción desde la prevención y así mejorar la eficiencia y transparencia de los gobiernos, y el que reitera en su visita a Estados Unidos.

Después de reunirse con responsables de la ONU en Nueva York, Nardes se encuentra en Washington para atender un encuentro internacional de cortes de audiencia y para presentar a miembros de organismos internacionales —Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Mundial y Organización de Estados Americanos— su propuesta de impulsar una alianza de países en América Latina para combatir la corrupción. En una primera fase el objetivo es crear una red de intercambio de información en áreas concretas para más adelante desarrollar mecanismos de actuación conjuntos. El proyecto nace de un código de buenas prácticas que Brasil impulsa con la OCDE y otros países.

Desde diciembre de 2012, Nardes es el presidente del Tribunal de Cuentas de Brasil, un órgano independiente que se dedica a fiscalización pública y que puede imponer multas, paralizar obras públicas si descubre que se están produciendo irregularidades, o castigar a candidatos electorales. Antes de llegar a la presidencia, ya había sido durante siete años miembro del tribunal tras ser propuesto por el Partido Progresista, del que fue congresista durante una década. El mandato de Nardes en el tribunal —compuesto de nueve miembros, dos tercios de los cuales nombrados por el Congreso— termina a finales de este año. Coincidiendo con su llegada a la corte, fue designado también presidente de OLACEFS, cargo que desempeñará hasta 2015.

El jurista atiende a EL PAÍS tras participar en un coloquio en el Instituto de Brasil del Wilson Center.

Pregunta. ¿Cómo avanza su propuesta, como presidente de OLACEFS, de la creación de una alianza para combatir la corrupción en América Latina?

Respuesta. Sí. Nace de una experiencia surgida en Brasil hace cinco años cuando se creó una red de control en cada estado y en todo el país compuesta por las instituciones de fiscalización. El año pasado hice esa propuesta y estamos en el procedimiento de implantar un sistema de integración en América Latina para intercambiar información con los órganos que tienen la responsabilidad de hacer el control de empresas e individuos. El objetivo es hacer una red de información entre todos los países de OLACEFS.

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Si los gobiernos no tienen una planificación a largo plazo es más fácil que haya corrupción.

P. La corrupción es una de las grandes preocupaciones de los latinoamericanos y la mayoría cree que ha empeorado en los últimos años. ¿Cuál es la situación actual?

R. La corrupción está instalada en todas partes, no solamente en América Latina. Hay corrupción en Japón, Europa, Estados Unidos... El gran problema es la falta de buena gobernanza, por eso estamos trabajando en la tesis de que es necesario cambiar la forma de gobernar en cada país.

P. ¿Pero cuál es el panorama concreto en América Latina?

R. La situación es la de siempre. Todavía estamos trabajando en mejorar la gobernanza y la forma de control. La red es una idea innovadora.

P. ¿Con qué medidas concretas se puede mejorar la gobernanza?

R. La gobernanza es el punto principal. Si no hay buena gobernanza, si no hay planificación, es más fácil que se instale la corrupción. El problema está claro. Si los gobiernos no tienen una planificación a largo plazo es más fácil que haya corrupción.

P. ¿Qué se puede hacer en el caso de un país determinado?

Brasil ha dado un ejemplo con las condenas de 24 personas del Gobierno de Lula

R. Mostrar dónde están los problemas de cada sector para que el gobernante pueda hacer los cambios. Pero, claro, es necesario tener una estructura [para ello] en cada país.

P. En este sentido, ¿tener un poder judicial fuerte e independiente es un factor clave, no?

R. Sí. Brasil ha dado un ejemplo con las condenas de 24 personas del Gobierno de Lula [en referencia al caso de corrupción del mensalão, que distribuyó cientos de millones de reales a políticos y partidos para apoyar al primer Gobierno del entonces presidente Lula da Silva, entre 2003 y 2005]. Es un buen ejemplo de que hay un cambio muy fuerte en Brasil.

P. A raíz de las manifestaciones del año pasado en Brasil se han impulsado varias iniciativas para evitar la corrupción en política, como una ley que castiga a las empresas que participan en actos ilícitos contra el Gobierno. ¿Cree que estos cambios son suficientes o debería de haber más?

R. Es un inicio. Pero para mejorar todo eso es necesario mejorar la planificación de toda la administración pública en cualquier parte. De lo que estamos hablando es de hacer prevención política y también de una gobernanza global.

P. Respecto a Brasil usted ha mencionado en alguna ocasión el problema de que solo se ejecute una parte de lo fijado en los presupuestos públicos. Por ejemplo, en 2012 solo se ejecutó un 27% en sanidad y un 33% en transporte. ¿Cómo puede resolverse?

R. Mejorando la gobernanza. Teniendo patrones de gobernanza, funcionarios estables, metas de evaluación, [impulsando la] meritocracia, varios puntos de evaluación permanente de los funcionarios, etcétera. Todo está dentro de una estructura que es necesario cambiar en Brasil y en cualquier parte. Es más fácil defraudar si no hay control. Por ejemplo, la mayor parte de las empresas públicas no tienen plan estratégico, ni control interno, entonces es más fácil que haya corrupción.

La mayor parte de las empresas públicas no tienen plan estratégico, ni control interno, entonces es más fácil que haya corrupción

P. Entiendo, por tanto, que tener más planificación a medio plazo ayuda a combatir la corrupción.

R. Sería fundamental. Estrategia, planeamiento, evaluación...

P. Pero eso depende mucho de la voluntad de cada gobierno.

R. El control está cumpliendo su papel: hacer acciones para demostrar dónde están los problemas para que el gobierno tome decisiones. [Como tribunal] no estamos solamente mirando la cuestión de la legalidad sino también la de la gobernanza.

P. Una de las grandes dificultades para combatir la corrupción es que ya empieza a una muy pequeña escala.

R. La corrupción está en todas las escalas, donde hay ser humano hay corrupción. Por eso, existen unos principios básicos que tienen que cambiar. Sin tener un plan estratégico, personal capacitado, una evaluación es más fácil la corrupción. Si hay una institución que no tiene control interno no puede combatirla.

P. Pero toda esta planificación y entrenamiento cuesta dinero a los gobiernos.

R. Claro. Todo eso depende del planteamiento fundamental de cada país. Estamos viviendo en un momento en que las redes sociales hacen el control. Si nosotros no hacemos el control, la propia sociedad lo cuestiona. Nosotros tenemos que adelantarnos. Hay niveles y estructuras diferentes entre países, por ejemplo entre Brasil y Argentina, pero hay que intentar hacer un sistema progresivo.

P. ¿Se muestra confiado o más bien cauto sobre la evolución de la corrupción en América Latina?

R. Me muestro confiado pero con el realismo de saber que tenemos problemas en la estructura de todos los países. Nosotros estamos avanzando pero tenemos un desafío enorme y por eso estamos trabajando juntos.

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