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Argentina eleva una ayuda social ante el alza de la pobreza

Fernández anuncia una subida del 40% de la ayuda a hijos de parados y trabajadores informales; la inflación es del 33,5%

Alejandro Rebossio
Líderes de la Confederación General del Trabajo, en la protesta de este miércoles.
Líderes de la Confederación General del Trabajo, en la protesta de este miércoles.MARCOS BRINDICCI (REUTERS)

La presidenta de Argentina, la peronista Cristina Fernández de Kirchner, reaccionó este miércoles ante la subida de la pobreza que en el último año ha provocado la inflación y anunció la subida del principal subsidio que reciben los pobres en este país. A partir de junio, los parados (6,4% del total) y los trabajadores informales (34%) con hijos menores de 18 años recibirán por cada uno de ellos una asignación 40% superior a la actual, con lo que ascenderá a casi 80 dólares mensuales. La inflación en Argentina asciende al 33,5% anual, según se puede inferir del indicador de abril anunciado el mismo día por el ministro de Economía, Axel Kicillof.

El anuncio de Fernández sobre el alza de la asignación universal por hijo opacó otra noticia del día: la manifestación en la Plaza de Mayo de las dos ramas opositoras de la peronista Confederación General del Trabajo (CGT). No se trató de una concentración multitudinaria, pero los líderes de las dos CGT críticas del Gobierno, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, aprovecharon para reclamar contra la inseguridad en las calles, la inflación y la pobreza. El incremento de la subvención, que beneficia a más de tres millones de niños, apunta precisamente a reducir la cantidad de pobres. Los padres que reciben la asignación están obligados a enviar a sus hijos a la escuela y a controles médicos, lo que constituye un esquema similar a otros planes de transferencias monetarias condicionadas creadas también en diversos países latinoamericanos en la década pasada.

Ante la falta de una medición oficial creíble de la pobreza, han proliferado los indicadores elaborados por otras instituciones, pero ninguna coincide con el 4,7% que el Gobierno de Fernández informó en el primer semestre de 2013. Hasta el Centro de Investigación y Formación del ala kirchnerista de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) admitió este martes que la pobreza alcanzó el 18,2% en el cuarto trimestre del año pasado, un nivel similar al de Brasil. La pobreza en Argentina venía bajando del 49,7% en 2003, cuando el kirchnerismo llegó al poder, hasta marcar un mínimo en el segundo trimestre de 2013, con un 17,4%, según la CTA pro gubernamental. Sin embargo, desde entonces ha subido hasta el 18,2% en los seis meses posteriores y el centro de la CTA advirtió en su informe del martes que "probablemente la aceleración de los precios tras la devaluación (del peso) de enero de 2014 provoque un incremento en las tasas de pobreza". Por eso, el líder de esta central sindical, Hugo Yasky, pidió el mismo martes que el Gobierno elevara la asignación universal por hijo, pretensión que Fernández satisfizo 24 horas después. Yasky, al igual que los opositores de la CGT, también reclamó un ajuste por inflación del impuesto a la renta, pero aún no ha habido respuesta.

El alza del IPC se viene desacelerando después del impacto inicial de la devaluación. El ministro Kicillof informó que en abril la inflación ascendió al 1,8% mensual, el menor nivel del año. El nuevo IPC del Gobierno argentino, que reemplazó este año al desprestigiado índice anterior, acumuló una subida del 11,6% en el primer cuatrimestre del año, más de lo que el Ejecutivo informaba como resultado anual entre 2007 y 2013. Si se empalma el nuevo indicador con el que midieron diversas provincias argentinas en 2013, se puede concluir que la inflación anual hasta abril pasado fue del 33,5%, el mayor nivel en casi 11 años de gobiernos kirchneristas.

Kicillof atribuyó el menor índice de inflación mensual de abril a los acuerdos de precios que su equipo económico ha sellado con los comercios y sus proveedores, así como por "programas nacionales" para abaratar frutas y verduras. En cambio, analistas críticos del Gobierno argentino atribuyen la desaceleración del IPC a que su alza de los primeros meses del año desalentó el consumo. Se supone que los comerciantes ya no pueden elevar tanto los precios sin que caigan más las ventas. También contribuyó la estabilización de la cotización del peso, tras la devaluación de enero. Esto fue posible por la política monetaria menos expansiva del Banco Central, que elevó los tipos de interés, lo que a su vez redundó en el estancamiento de la actividad, que se ha manifestado, por ejemplo, en los miles de obreros suspendidos en la industria del automóvil.

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