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Argentina busca el respaldo de la OEA ante su pulso con los “fondos buitre”

El organismo hemisférico celebra una reunión de cancilleres para tratar un tema que considera un “peligroso precedente” para toda la región

Silvia Ayuso
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.EFE

Argentina quiere asegurarse de que cuenta con el máximo respaldo político antes de reunirse, el próximo lunes en Nueva York, con el abogado Daniel Pollack. Éste es el hombre designado como mediador entre el país sudamericano y los fondos de inversión que no quisieron aceptar una quita de su deuda por Thomas Griesa, el juez estadounidense que ha ordenado al gobierno de Cristina Fernández pagar a los “fondos buitre” los 1.300 millones de dólares que le reclaman desde hace años a Buenos Aires, una decisión avalada por el Tribunal Supremo norteamericano.

Aunque lograr una solución con los “fondos buitre” es lo único que le permitirá evitar el impago, la negociación es un trago difícil para un gobierno como el argentino, que durante años trató precisamente de evitar esto. Motivo de más para acudir a ella con el mayor músculo político posible.

Por ello, tras recibir la solidaridad del Grupo de los 77 en Naciones Unidas, así como el de Unasur, Mercosur, Celac y hasta la CEPAL, Argentina se presenta este jueves en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington -el único organismo regional que también incluye a Estados Unidos y Canadá- para reclamar más apoyos a unos vecinos a los que advierte de que el caso argentino puede sentar un “precedente peligroso” para todos los países del hemisferio en el futuro.

No podemos permitir que agentes especulativos pongan en riesgo los acuerdos alcanzados entre deudores y acreedores afectando la estabilidad financiera global"

“Hoy se ha puesto en jaque a la Argentina, sin embargo cualquier país que deba enfrentar en el futuro una reestructuración de su deuda podrá estar en la misma encrucijada”, argumentó el representante alterno de este país ante la OEA, Julio César Ayala, cuando el organismo hemisférico debatía la conveniencia de convocar la reunión de consulta de ministros de Asuntos Exteriores. Se trata éste de un encuentro extraordinario que sólo se convoca para “considerar problemas de carácter urgente y de interés común para los Estados americanos”, según los estatutos de la organización.

Ante los cancilleres o altos representantes de los miembros de la OEA -hasta ahora sólo una decena de países ha confirmado la presencia de su ministro de Relaciones Exteriores- el jefe de la diplomacia argentina, Héctor Timerman, y el ministro de Economía, Axel Kicillof, volverán a insistir hoy en las consecuencias más allá de las fronteras argentinas que puede tener un fracaso en la negociación con los fondos buitre. El título de la reunión de ministros lo dice todo: “Reestructuración de la deuda soberana: el caso de Argentina y sus consecuencias sistémicas”.

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La postura argentina cuenta desde ya con la simpatía generalizada de la región.

“No podemos permitir que agentes especulativos pongan en riesgo los acuerdos alcanzados entre deudores y acreedores afectando la estabilidad financiera global", advirtió la presidenta chilena, Michelle Bachelet, en la sede de la OEA este martes, en el marco de su visita a Washington.

Para el canciller uruguayo, Luis Almagro, la clave está en la necesidad de preservar la "previsibilidad y transparencia" necesarias para el buen funcionamiento del sistema financiero internacional. Así como, subrayó en entrevista con EL PAÍS, "las garantías que tienen que tener los países a la hora de reestructurar o renegociar sus deudas".

"Creemos que si se abre una puerta para la especulación cuando un país está renegociando su deuda, se le hace mucho más difícil complicado el camino. Y definitivamente es algo que nos termina afectando a todos, a las actividades de las entidades financieras y a los países y a los organismos multilaterales de crédito y finanzas", advirtió.

Uruguay y Brasil presentarán por ello ante la OEA una propuesta de resolución conjunta que prevé tanto en el caso argentino como para otros países que en el futuro estén en circunstancias similares "las mejores condiciones y capacidades mañana para renegociar o reestructurar su deuda, que tengan las mejores garantías a largo plazo" y que éstas no se vean afectadas por terceros que vienen con un esquema de especulaicón y una posibilidad de ganar eventualmente un 1.600 por ciento respecto a su versión originaria", explicó en rueda de prensa también en Wasington.

En vista de las declaraciones como ésta y las de los embajadores de la OEA cuando el lunes se aprobó la reunión de ministros, es de esperar que Argentina salga del encuentro con un amplio respaldo moral a su posición. Pero poco más, porque como se ha encargado de subrayar un incómodo Estados Unidos, el trasfondo del encuentro trata de una decisión “judicial” en la que la rama ejecutiva no puede ni debe inmiscuirse.

“Debemos tener cuidado para que no parezca que estamos interfiriendo en un proceso judicial interno”, ha alertado la embajadora estadounidense, Carmen Lomellin, que alentó el lunes a las dos partes a “buscar una solución” que permita resolver la crisis.

Un mensaje que también subrayó esta misma semana Ben Rhodes, el asesor adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, pese a que ésta comparte la preocupación de Argentina y el continente por que la decisión judicial pueda afectar la soberanía de otros países, incluido Estados Unidos, en casos similares futuros.

“Creemos que hay mecanismos establecidos para que Argentina atienda sus compromisos financieros y va a ser necesario que Argentina recurra a ellos para contar con la total confianza de la comunidad internacional y que pueda estabilizar su economía”, dijo Rhodes de cara al encuentro que se celebrará este jueves a escasa distancia de la Casa Blanca.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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