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“La OEA debe complementarse con otras organizaciones de América Latina”

El canciller uruguayo, Luis Almagro, se considera el candidato apropiado para hacer de "puente" entre países y organizaciones regionales distanciadas

Silvia Ayuso
El canciller uruguayo, Luis Almagro, y el embajador ante la OEA, Milton Romani. Archivo
El canciller uruguayo, Luis Almagro, y el embajador ante la OEA, Milton Romani. ArchivoArquivo (EFE)

La Organización de Estados Americanos (OEA) puede y debe dejar atrás las estructuras de la guerra fría, de las que aún no se ha desembarazado del todo y afrontar una nueva realidad regional, continental y global en la que la relación entre países ha dejado de ser vertical. Sólo así logrará ser “insustituible” en un mundo de equilibrios redefinidos, afirma el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Luis Almagro (Paysandú, 1963), que aspira a convertirse en el próximo secretario general de la OEA cuando acabe, en mayo de 2015, el mandato del chileno José Miguel Insulza.

Según Almagro, el primer aspirante oficial a dirigir la OEA —Guatemala postuló a su exvicepresidente Eduardo Stein unas horas después—, es necesario que este organismo sea el articulador de un diálogo no sólo geográfico, sino también “ideológico”, entre el norte y el sur.

Ahí entra aprovechar que la OEA es la única organización continental donde todos, incluidos Estados Unidos y Canadá, tienen un asiento y su voz vale lo mismo. Pero también, afirma en entrevista con EL PAÍS, “seguir rompiendo barreras y acercando los diferentes bloques subregionales” para buscar cómo “complementarse” con otros sistemas, como Unasur, y ofrecer así una respuesta “articulada” ante crisis como la de Venezuela. O hallar incluso una manera de que Cuba vuelva a la organización con sede en Washington, a la que se ha negado a regresar pese a que en 2009 se levantó su histórica suspensión.

La apuesta de Uruguay para hacerse con la jefatura de la OEA pasa por su carácter de “puente entre los distintos mecanismos regionales”

Todo ello, eso sí, sobre la base de una defensa sin fisuras de los derechos humanos como “eje fundamental” para cualquier avance democrático y social en la región. Y de las instituciones que los protegen, sobre todo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a la que promete seguir garantizando su “autonomía técnica e independencia de criterio”. “Si hay una sombra gris sobre la autonomía se nos colapsa el sistema, y eso es inadmisible para el principal mecanismo que tenemos de protección de los derechos humanos”, advierte.

“El entramado jurídico de la OEA es el instrumento garantista básico que tienen todos los países, y por lo tanto adonde acudimos para protegernos”, recuerda. Por ello “va a seguir siendo imprescindible para los países acudir a la OEA para tratar sus problemas”. Pero “el punto de inflexión” en el que se encuentra la organización que aspira a dirigir es “encontrar la complementariedad con las demás organizaciones regionales que se han ido creando” como Caricom, SICA, Mercosur, Unasur o Celac. “Y encontrar la forma de trabajar juntos” porque “todas están ahí para quedarse, tienen su papel. La OEA tiene que complementar eso”.

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Ejemplo de ello es, a juicio de Almagro, la actuación ante las protestas que sacuden a Venezuela desde mediados de febrero. La OEA fue criticada por tratar la crisis en el país sudamericano a puerta cerrada —algo que apoyó Uruguay— y por no haber asumido un papel más protagonista. Almagro rebate las acusaciones.

“Fuimos de los que hicimos más hincapié para que la reunión entre oposición y Gobierno fuera transmitida en directo. Pero creíamos que era mucho más importante que se hiciera eso en el ámbito del propio diálogo venezolano que tener a los países discutiendo sobre Venezuela [en la OEA]. Creemos que podría haber ingredientes en esas presentaciones de los países que podían haber afectado las condiciones en la cual se podía generar el diálogo posteriormente”, replica Almagro, que rechaza, además, ser un “candidato del Alba” por haber apoyado la postura de Caracas.

Y es que la apuesta de Uruguay para hacerse con la jefatura de la OEA pasa por su carácter de “puente entre los distintos mecanismos regionales”, en todos los cuales participa de alguna forma, y por el “excelente diálogo político y de cooperación con Estados Unidos y Canadá”, afirma. “La OEA lo que precisa es enganchar el sur con el norte, tender un puente no solamente entre las dimensiones geológicas sino también geográficas, y eso también Uruguay lo puede hacer muy bien”.

Como puede hacer también, aventura, en el caso de Cuba y su eventual reintegración en la OEA. Algo que pasa por su participación “sin condicionamientos” en la Cumbre de las Américas en Panamá el año próximo, que Washington no ve con buenos ojos. “Es un primer paso que debe ser respaldado y fortalecido. Y es importante que a esa Cumbre vayan también Estados Unidos y Canadá, y que eso signifique mejores posibilidades de trabajo conjunto”, sostiene el ministro, aunque reconoce que tanto ello como un eventual regreso de la isla a la OEA dependerá en buena parte de una mejora de las relaciones entre La Habana y Washington. “Le va a competir a esos dos países encontrar su mejor solución para su relación bilateral, ojalá que eso se dé y eso se dé pronto, y que ello signifique el regreso de Cuba a la OEA”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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