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La corrupción y la guerra interna destrozan al partido de Sarkozy

Las grabaciones telefónicas al expresidente muestran el presunto tráfico de influencias que ejercía en el ámbito judicial

Carlos Yárnoz
Nicolás Sarzoy el pasado 1 de julio.
Nicolás Sarzoy el pasado 1 de julio.PASCAL ROSSIGNOL (REUTERS)

La Unión por un Movimiento Popular (UMP), el principal partido de la oposición en Francia (199 de 577 diputados), atraviesa una crisis sin precedentes que pone en riesgo su propia subsistencia doce años después de nacer. La organización se encuentra sin líder, dirigida por un triunvirato de exprimeros ministros a la greña, ahogado por las deudas, investigado por financiación ilegal y puesto a diario en la picota por corruptelas filtradas desde dentro como munición entre rivales. Ahora se suman nuevos datos escandalosos sobre la imputación de Nicolas Sarkozy. Las grabaciones policiales al exlíder del partido y expresidente de la República (2007-2012) muestran sus presuntos tráficos de influencia con magistrados para eludir a la justicia.

El diario Le Monde difundió el sábado grabaciones realizadas desde el pasado otoño a Sarkozy y a su abogado, Thierry Herzog. Su contenido fue fundamental para el arresto e imputación de ambos el 1 de julio. Sarkozy fue acusado de tráfico de influencias, corrupción activa y violación de secretos. La policía investigaba si Sarkozy y su letrado recibían información confidencial sobre la instrucción de casos que afectan al anterior jefe del Estado, especialmente a través del magistrado Gilbert Azibert, miembro del Tribunal Supremo, donde se siguen causas sobre financiaciones ilegales en la campaña electoral de Sarkozy en 2007. A cambio, el anterior inquilino del Elíseo y su abogado maniobraban para que Azibert fuera miembro del Consejo de Estado en Mónaco, puesto al que aspiraba.

“Llámale (al juez) para decirle que yo me ocuparé porque voy a ir a Mónaco”, le dice el político a su abogado el pasado 5 de enero.

En efecto, Sarkozy se desplaza 20 días más tarde a Mónaco y, en un nuevo contacto con su abogado, le dice: “Puedes decirle [al juez Azibert] que haré la gestión ante el ministro de Estado”. El 25 de febrero, Sarkozy habla con ese ministro monesgasco, Michel Rocher, pero después llama al abogado Herzog y le comunica que ha incumplido el trato: “He pensado que haría un poco el ridículo y he preferido no sacar el tema”.

El expresidente prometió favorecer a un juez acusado de filtrarle secretos

Esta es la única llamada en la que Sarkozy y su abogado hablan del juez y presunto confidente por sus teléfonos oficiales. Hasta entonces, lo hacían a través de dos aparatos comprados a nombres falsos por el letrado el 11 de enero, solo un día después de que contactos judiciales de Sarkozy supieran que el expresidente tenía intervenidos su teléfono habitual. Supuestamente, alguien le había alertado. La policía sospecha que Sarkozy y su abogado se enteraron durante el viaje a Mónaco de que también tenían pinchados sus teléfonos clandestinos y por eso rectificaron sus intenciones y mantuvieron esa conversación en esos términos

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Las maniobras en el entorno judicial ponen aún más en entredicho la reacción de Sarkozy tras su detención, cuando declaró que él era víctima de una “instrumentalización” de la justicia en un momento en el que tiene que decidir si da el paso para volver a liderar la UMP.

Esa opción es precisamente la que ha echado más gasolina a las hogueras que a diario se prenden en la sede de la UMP. Hace ahora un mes que dimitió el presidente del partido, Jean-François Copé, investigado por presuntas corrupciones en la campaña de 2012 (caso Bygmalion). Fue sustituido por el triunvirato formado por François Fillon, Alain Juppé y Jean-Pierre Raffarin. Los tres, con sus equipos propios que no colaboran entre sí, mantienen batallas cruzadas ante las primarias de noviembre: unánime contra Copé y cada cual en carrera por el liderazgo en medio de una indisimulada y amplia alegría por el devenir judicial de Sarkozy, que eliminaría a quien supuestamente tenía las mejores opciones de regresar al timón.

Periódicos y webs difunden casi a diario escándalos internos. Así, Copé tenía empleada como asesora a su mujer, Nadia, en la Asamblea Nacional, por 4.750 euros mensuales del erario público. El partido pagó billetes de avión de la señora Copé por 24.000 euros en 2013. Los salarios de los colaboradores de Copé en el partido llegaban a 10.000 euros al mes. La UMP pagó a la exministra y eurodiputada Rachida Dati, próxima a Sarkozy, 10.000 euros en facturas de teléfono, más otros 7.000 mensuales a una ayudante suya. Fillon, enemigo acérrimo de Sarkozy, usaba aviones y helicópteros privado. Esta semana, alguien ha reventado un armario con información confidencial del partido, que no ha denunciado el caso.

“Todo lo que ofrecemos hoy es el espectáculo de la división, los ataques personales”, ha reconocido públicamente Bruno Le Maire, uno de los dirigentes. La única información de relieve difundida oficialmente por el partido es quizás la más peligrosa para su subsistencia, al menos financiera: debe 74 millones, 30 más que hace seis meses.

Ante semejante cuadro general, el 48% de los franceses opinan que la UMP debe disolverse y crear una nueva formación, según una encuesta de Le Parisien. A la defensiva, Juppé dijo al presentar esta semana las cuentas del partido: “La UMP tiene su lugar. Existe”.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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