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Rusia y Cuba pactan la reapertura de una estación de espionaje soviética

El radar de Lourdes fue usado por la URSS para controlar comunicaciones en EE UU

Pilar Bonet
Vladímir Putin y Raúl Castro, el 11 de julio en La Habana.
Vladímir Putin y Raúl Castro, el 11 de julio en La Habana.Ladyrene Perez (AP)

Rusia quiere volver a utilizar el centro de radar de la URSS en Lourdes, en Cuba, y ha llegado a un acuerdo con La Habana sobre la reapertura de aquellas instalaciones, clausuradas en otoño de 2001, según informó el martes el diario Kommersant citando “fuentes en las estructuras de poder de la Federación Rusa”. En octubre de 2001, el presidente Vladímir Putin anunció la clausura del radar y la base de submarinos de Cam Ranh, en Vietnam, por motivos económicos. La decisión sobre la base de Lourdes fue unilateral y contra el deseo de las autoridades cubanas.

El radar de Lourdes, que se empezó a construir en 1962 y se inauguró en 1967, está situado a 250 kilómetros del litoral de EE UU y era usado por la URSS para controlar las comunicaciones telefónicas y de radio en parte del territorio de EE UU. Hoy Rusia dispone de satélites y otros medios de espionaje sobre EE UU y, según manifestaron a esta corresponsal fuentes próximas a la Administración rusa, uno de los motivos de la reapertura del radar es demostrar de forma simbólica a Washington que Rusia sigue siendo una potencia global con presencia en el Caribe y capaz de responder con medidas simétricas a cualquier instalación de espionaje que EE UU y sus aliados de la OTAN puedan mantener en su flanco sur, en la zona del mar Negro y sus países ribereños.

Según el diario Kommersant, Moscú comenzó negociaciones con Cuba hace algunos años, pero las activó a principios de este año cuando se celebraron algunas reuniones entre militares rusos y cubanos. El acuerdo quedó listo durante la visita del presidente ruso Vladímir Putin a La Habana el pasado viernes. El radar de Lourdes dejó de funcionar a principios de 2002 por la falta de recursos para el mantenimiento del centro y por las exigencias de EE UU. La reapertura responde a una mejora de las posibilidades financieras y también al enfriamiento de las relaciones con Washington, señala el periódico. Las relaciones ruso-norteamericanas hoy difieren de forma sustancial de las que existían entre los dos países en el otoño de 2001. En aquel entonces, bajo el impacto del atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York, Putin apoyó la coalición antiterrorista liderada por EE UU para combatir a Osama bin Laden en Afganistán, lo que permitió a Washington desplegar sus militares y equipo logístico en el territorio de Asia Central. Fue por aquella época cuando el presidente ruso tanteó a los dirigentes de la OTAN sobre un eventual ingreso de Rusia en la Alianza Atlántica. Pero aquel breve “deshielo” fue reemplazado por una desconfianza que ha ido en aumento. La crisis de Ucrania y la anexión de Crimea por parte de Rusia han acelerado el deterioro de las relaciones entre Washington y Moscú, que siguen colaborando en algunos temas estratégicos, pese a las sanciones impuestas por la Administración norteamericana.

Según Kommersant, el radar de Lourdes fue el centro de espionaje radioelectrónico más importantes de la URSS fuera de su territorio nacional y fue usado también por la marina rusa para sus comunicaciones. El periódico afirma que Rusia no volverá a restablecer plenamente su plantilla en Lourdes, que llegó a ser de 3.000 especialistas en época soviética y de 1.500 en la década de los noventa. Los costes de mantenimiento de las instalaciones están siendo calculados en la actualidad, afirma el diario. Hasta noviembre de 1992 Moscú utilizó el radar de forma gratuita, para después pasar a pagar un alquiler, que en 1992 fue de 90 millones de dólares; en 1993-1995, de 160 millones de dólares, y en 1996-2000, de 200 millones.

Rusia entregaba el grueso de estas sumas en especies, mediante el suministro de combustibles, productos petroleros y forestales, así como equipo militar y piezas de repuesto. En julio de 2000 la Cámara de Representantes del Congreso de EE UU aprobó un acta de “confianza y colaboración” con Rusia que prohibía a la Casa Blanca reestructurar la deuda de Rusia hasta que no se cerrara el radar, afirma Kommersant. Según el periódico, los últimos especialistas rusos abandonaron Lourdes en febrero de 2002.

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En el otoño de 2001, cuando se anunció el cierre de Lourdes, el jefe del Estado mayor de Rusia, Anatoli Kvashnin, informó de que el dinero ahorrado con el cierre de las instalaciones en Cuba y Vietnam podía ser destinado a equipar las Fuerzas Armadas rusas. Según Kvashnin, con los 200 millones de dólares anuales que costaba el radar de Cuba se podían comprar 20 satélites de espionaje y 100 radares modernos. Kvashnin dijo también que el cierre de las instalaciones no se iba a reflejar en la capacidad defensiva de Rusia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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