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La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo pudo abrazar a su nieto

El encuentro duró seis horas y se celebró sin la presencia de periodistas La asociación de Estela de Carlotto critica a la juez que desveló la identidad de Guido y le pide que no lo cite como testigo para no "entorpecer la revinculación con su familia"

Francisco Peregil
Foto publicada en el perfil de Twitter de Ignacio Hurban, nieto de Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, bajo el siguiente mensaje: "Gracias, muchas gracias".
Foto publicada en el perfil de Twitter de Ignacio Hurban, nieto de Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, bajo el siguiente mensaje: "Gracias, muchas gracias".

No hubo fotos, ni periodistas. Pero Estela de Carlotto pudo por fin abrazar al nieto al que había buscado durante 36 años, por el que dio la vuelta al mundo, se convirtió en la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, y por el que ayudó a recuperar la identidad biológica de otros 113 bebés robados durante la dictadura. Todo eso para que un día pudiera sentarse junto al nieto y contarle la historia de su madre, Laura Carlotto, que hoy tendría 60 años si no hubiese sido asesinada durante la última dictadura (1976-1983), cuando tenía 24 años.

Y ese encuentro se celebró por fin en la ciudad bonaerense de La Plata. Estela de Carlotto, de 83 años, acudió con sus otros tres hijos: Claudia -responsable de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), que se ocupa de atender a las personas que desean averiguar de forma voluntaria si son hijos de desaparecidos apropiados durante la dictadura- Remo -presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados- y Kibo -secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires-. Y el nieto. De 36 años, acudió con su novia y con varios amigos. Hasta el lunes se llamaba Ignacio Hurban -por su padre adoptivo- y desde el martes aprendió que también Guido Montoya Carlotto. Guido es el nombre que su madre le puso, aunque solo la dejaron estar cinco horas con él. Y Montoya es el apellido de su padre biológico, Walmir Oscar Montoya, al que su familia llamaba Puño.

Es un calco del padre. Cuando lo vea la abuela paterna se va a impresionar Claudia Carlotto, en una entrevista para el diario Página 12

Claudia Carlotto confesó este jueves al diario Página 12 que no le encontró ningún parecido con su hermana Laura porque es "un calco del padre". "Yo busqué y busqué y para mí nada, pero cuando lo vea la abuela paterna se va a impresionar. En cambio me identifiqué con su humor, tiene un sentido del humor muy parecido al nuestro y eso me hizo acordar a mi hermana". La reunión duró desde las tres de la tarde hasta las nueve y media de la noche. "Hablamos de todo. Él busca mucho el consenso, es sano, tiene sensibilidad social. Fue muy cálido, pero también estuvo muy bien plantado, sabe lo que quiere", añadió Claudia.

Y todo sucedió en la más estricta intimidad, alejados de la foto que tanto esperaba la prensa. El nieto de la presidenta de Abuelas hubiese preferido mantenerse en el anonimato al menos durante un tiempo. Pero la jueza encargada desde 1982 de investigar el robo del bebé de Laura Carlotto aireó su nombre el mismo martes en que se supo que era nieto biológico de la presidenta de Abuelas.

El miércoles a medianoche, la Asociación de Abuelas emitió un duro comunicado en el que criticaba a la jueza:

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Desde que se conoció la noticia, circuló información de forma indiscriminada, que desde la institución nunca hubiésemos dado a conocer, ya que la intimidad de los nietos es siempre nuestra prioridad. Lamentamos que muchos de los datos hayan sido brindados por el mismo Tribunal Federal N° 1, encabezado por María Romilda Servini de Cubría, la magistrada que pocas horas antes había dado la noticia de la restitución a Estela de Carlotto.

Y el jueves, a primeras horas de la tarde, el abogado de la Asociación, Alan Lud, envió un escrito en el que volvía a criticar la actuación de la juez y le solicitaba que, de momento, no llame a declarar como testigo al nieto de Carlotto en la causa que investiga el robo del bebé de Laura Carlotto:

Habiendo tomado conocimiento mi mandante [Estela de Carlotto] que SS [Su Señoría] brindó dicha información públicamente por Radio Del Plata el martes 5 de agosto a las 16.16 -es decir tan solo 2 horas después de que ella misma fuera anoticiada", [solicito] "se adopten y extremen las debidas medidas de resguardo de la privacidad que la sensibilidad del tema amerita. Asimismo, y toda vez que dicha difusión indudablemente comprometió el curso normal de los acontecimientos, solicito -también por expreso pedido de mi mandante- que de momento Guido Montoya Carlotto no sea citado a prestar declaración testimonial, a fin de no entorpecer la revinculación con su familia.

A pesar del escrito, la juez cito a declarar al nieto de Carlotto para la semana que viene en la causa sobre su apropiación.

Mientras tanto, este jueves, en la sede porteña de Abuelas, seguían recibiendo decenas de llamadas procedentes de personas que desean someterse a las pruebas de ADN. Puede que de ahí salga otro nieto "recuperado", que es como las Abuelas suelen denominarles. Pero lo más probable es que el camino del hallazgo sea distinto. Hasta ahora, solo 5 de los 114 nietos recuperados se presentaron voluntariamente para que se cruzaran su ADN con el de las abuelas. La inmensa mayoría de los hallazgos fue producto de largas investigaciones. "Ese camino es más largo", decía un empleado de Abuelas, "pero también les quitas a los nietos el peso de la culpa que puedan sentir".

Ese es el peso que conlleva conocer una historia tan oscura, la historia de los bebés robados de forma sistemática a las reclusas de la dictadura militar: algunos nietos se han sentido culpables por desenmascarar el gran engaño del que fueron víctimas. Porque al acceder a la verdad, en muchos casos, pusieron ante el veredicto de la justicia a las personas que los criaron. Pero las llamadas siguen llegando a la sede de Abuelas, en el número 592 de la calle Virrey Cevallos.

 

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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