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Obama aprueba una misión de ayuda humanitaria en Irak

EE UU lanza desde el aire alimentos y agua a perseguidos por los yihadistas suníes y estudia una intervención militar

Marc Bassets
El presidente Obama durante un discurso este jueves.
El presidente Obama durante un discurso este jueves.SHAWN THEW (EFE)

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha puesto en marcha una misión humanitaria para ayudar a decenas de miles de miembros de las minorías religiosas acosados en las montañas del noroeste de Irak por los yihadistas suníes del Estado Islámico (EI). La primera parte de la operación —el lanzamiento de alimentos y medicamentos— recibió el jueves la aprobación de la Casa Blanca, según fuentes oficiales.

Aviones bajo la dirección del Mando Central de EE UU lanzaron suministros humanitarios y después regresaron a sus bases sin sufrir daños, según una fuente del Pentágono. El presidente Obama tenía previsto leer una declaración solemne a las 21.30 hora de Washington.

La Administración Obama sopesa bombardeos contra los insurgentes que amenazan a los perseguidos. EE UU ya tiene desde hace semanas aviones sobrevolando el cielo de Irak. Algunos van armados.

“La situación se aproxima a una catástrofe humanitaria”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest. “Nos preocupa y la observamos de cerca”.

El portavoz reiteró, como ha dicho el presidente en otras ocasiones, que enviar tropas terrestres queda descartado y que cualquier intervención sería aérea y limitada, en cooperación con las fuerzas armadas iraquíes, y destinada a proteger los intereses norteamericanos en Irak.

A la pregunta de si evitar un genocidio responde al interés nacional norteamericano, Earnest respondió que EE UU decide caso a caso si intervenir. Algunas catástrofes humanitarias, dijo, pueden provocar inestabilidad y afectar los intereses de EE UU.

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Entre 10.000 y 40.000 yazidíes —una confesión que mezcla el zoroastrinsmo, el cristianismo y el islam— se encuentran atrapados en el Monte Sinjar, donde se refugiaron esta semana huyendo del EI. Sin agua ni comida, les amenaza la muerte por el calor y la deshidratación.

La persecución de yazidíes y también cristianos expulsados de sus residencias por los suníes del EI, tal como la describió Earnest, se ajusta bastante a la definición de genocidio, "el intento de destruir, entera o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso", según la Convención para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio adoptada en 1948. Earnest no pronunció la palabra.

En abril, en un comunicado conmemorativo del vigésimo aniversario del genocidio en Ruanda, Obama dijo: "El genocidio que hoy recordamos, y el fracaso del mundo a la hora de responder más rápido, nos recuerda que siempre afrontamos una elección. Ante el odio, debemos recordar la humanidad que compartimos. Ante la crueldad, debemos elegir la compasión. Ante la intolerancia y el sufrimiento, nunca debemos ser indiferentes".

En la rueda de prensa de la Casa Blanca, un periodista recordó al portavoz de Obama esta declaración.

“Hay niños muriendo en las montañas, en las carreteras”, dijo al Post Marzio Babille, representante de Unicef en Irak. Unicef cifra en cuarenta el número de niños muertos.

Hasta ahora, Obama se ha resistido a intervenir en Irak. En las últimas semanas ha enviado centenares de militares para asesorar a las fuerzas iraquíes que intentan frenar el avance yihadistas, localizar posibles objetivos de ataques aéreos y proteger la embajada de EE UU y otras instalaciones norteamericanas en el país.

Pero el presidente ha supeditado los ataques aéreos —con aviones convencionales o aviones no tripulados— a un cambio en el Gobierno de Iraq y posiblemente a un relevo del primer ministro, el chií Nuri al-Maliki, al que la Casa Blanca atribuye parte de la responsabilidad del conflicto por sus políticas sectarias contra los suníes.

En un discurso en la academia militar de West Point (Nueva York), en mayo, Obama dijo que, ante crisis humanitarias ,“el umbral para la acción militar” de EE UU debía ser más alto que cuando los intereses nacionales norteamericanos se ven amenazados. “En tales circunstancias, no deberíamos actuar solos, sino que debemos movilizar a los aliados y socios para actuar de forma colectiva”, dijo.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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