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Haider al Abadi, el ingeniero encargado de recomponer Irak

El talante moderado y diplomático del designado primer ministro resultará clave para lograr la unidad nacional de chiíes, suníes y kurdos

Haidar al Abadi.
Haidar al Abadi.Hadi Mizban (AP)

“El país está en sus manos”. Con estas palabras se dirigió este martes el presidente de Irak al recién nominado primer ministro de este país, Haider al Abadi, que ahora tiene 30 días para formar un nuevo Gobierno.

La designación de Al Abadi, chií de 62 años y hasta ahora muy cercano al primer ministro saliente, Nuri al Maliki, ha sido bien recibida tanto dentro como fuera de Irak y en especial en Estados Unidos, a quien Maliki acusa ahora de su caída política.

Al Abadi, desde los 15 años miembro del partido Dawa —el mismo que Al Maliki—, se exilió en Reino Unido tras la llegada al Gobierno de Sadam Husein. Durante este tiempo, el régimen ejecutó a dos de sus hermanos y condenó a un tercero a 10 años de prisión, de acuerdo con su biografía.

El recién nombrado primer ministro se doctoró en Ingeniería Electrónica en la Universidad de Manchester, con una tesis sobre "tecnología de transporte rápido”, de nuevo según su biografía, y estableció su propia empresa tecnológica. Además, Al Abadi también era dueño de una cafetería de Londres a la que solían acudir exiliados iraquíes.

Finalmente, Al Abadi regresó a Irak tras la invasión estadounidense que provocó la caída de Husein en 2003. Entró inmediatamente en política con el partido Dawa y ese mismo año fue nombrado ministro de Comunicaciones, puesto que mantuvo hasta 2005. El año siguiente fue elegido diputado y ya en las dos últimas elecciones su nombre había sonado como aspirante a primer ministro. Actualmente era vicepresidente del Parlamento, para lo que fue elegido hace sólo un mes.

Considerado más moderado y diplomático que Al Maliki, quien podría recurrir la designación de su antiguo aliado en los tribunales, Al Abadi se enfrentará a la enorme tarea de lograr un Gobierno de unidad nacional que represente tanto a la mayoría chií como a las minorías suní y kurda.

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Si lo consigue, el objetivo de este nuevo Gobierno será detener la desintegración de Irak tras la invasión en junio de la milicia yihadista del Estado Islámico (EI, antes conocido como el Estado Islámico de Irak y el Levante), que se ha aliado con tribus suníes locales para ocupar buena parte del norte y el oeste del país.

“Debemos tener cuidado y no acabar en una guerra sectaria”, avisó Al Abadi el pasado junio en una entrevista con el Huffington Post, en la que se mostró favorable a una intervención iraní o estadounidense en Irak contra el EI. “Los chiíes no están contra los suníes y los suníes no están contra los chiíes”, describió Al Abadi, en referencia a las dos principales corrientes islámicas, cuya división actual en Irak se debe en parte a las políticas sectarias de Al Maliki, según sus críticos.

El Ejército iraquí huyó ante el avance yihadista y, hasta ahora, sólo las fuerzas de seguridad kurdas, los peshmergas, habían conseguido hacer frente al EI. En los últimos días, cuando los peshmergas se retiraron de varias ciudades ante el avance del EI, Estados Unidos ha bombardeado posiciones yihadistas y ha comenzado a armar a los kurdos, cuya región tiene un gran régimen de autogobierno.

Sin embargo, el presidente estadounidense, Barak Obama, ha señalado que la solución a los problemas de Irak radica en formar un Gobierno de coalición que pueda presentar un frente unido a la amenaza yihadista, algo que ahora depende de Haider al Abadi.

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