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Los pequeños agricultores colombianos hacen negocios con gigantes

Las alianzas entre las asociaciones de productores con medianas y grandes empresas abren nuevos mercados en América Latina

Ricardo Díaz corta plátanos en su finca de Quindío en Colombia.
Ricardo Díaz corta plátanos en su finca de Quindío en Colombia. I.S

Con un movimiento quedan los plátanos en el piso. Uno, dos, tres. Ricardo Díaz corta el árbol de plátano con su machete con movimientos muy precisos y rápidos. Sesga las hojas y el tronco como si fueran mantequilla, hasta que casi no queda nada.

El agricultor tiene en su finca, La Mariela —cerca de Pijao en el Quindío en Colombia—, unas ocho hectáreas llenas de plátano y café. Para Díaz sacar provecho de sus cultivos era una tarea difícil, sobre todo el de plátano, pues no encontraba compradores.

Pero entonces se unió a la asociación de los Plataneros y Bananeros de Pijao (Asobplapi) que trabaja bajo el modelo de alianza productiva, un sistema que funciona con contratos de precios y cantidades definidos y que tras alcanzar nivel departamental los productos terminan en grandes empresas como PepsiCo.

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“Es un modelo donde los pequeños agricultores tienen garantizada la comercialización, donde primero se vende y después se produce. Se hace un cambio completo de lógica”, explica Natalia Gómez, experta en desarrollo rural del Banco Mundial.

La alianza garantiza un precio estable, ya que antes, dice Luis Fernando Arias, gerente de la Asociación Departamental de Plataneros del Quindío, estaban en manos de unos intermediarios.

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“Venían compradores de Armenia y nos pagaban el producto muy barato. Nos decían: ‘Le pago a 4000 pesos, ¡corte el plátano!’ Y lo cortaba uno y venían y decían: ‘No, este plátano está muy feo, te lo pago dos por uno’. Entonces que hacía uno, regalárselo”, comenta Ricardo Díaz.

Con la alianza también le han llegado apoyo técnico e insumos, como fertilizantes que se aplican dentro de las normas para una agricultura limpia. Mediante un fondo rotatorio, los asociados pueden beneficiarse de un préstamo que reembolsan cada mes, para mejorar su producción. Ricardo Díaz por ejemplo se acuerda que producía entre 80 y 100 kilos de plátano cada 15 días. Ahora varía entre 200 y 300.

“Antes no fertilizábamos. Ahora sí lo hacemos para sacar un producto bien bueno”, dice Díaz. Y es que también hay que cumplir con los requerimientos de la industria: cantidad, calidad, estándares sanitarios y tiempo de entrega.

Es un modelo donde los pequeños agricultores tienen garantizada la comercialización, donde primero se vende y después se produce" Natalia Gómez, experta en desarrollo rural del Banco Mundial.

Diversificación de proveedores

Si bien las grandes empresas prefieren normalmente adquirir sus insumos de productores a gran escala, por seguridad, hay ventajas al trabajar con pequeños productores, según los expertos.

“No todos los productos pueden venir de los grandes. Algunos típicamente se producen por los pequeños, como el café o el cacao”, explica Marie-Helene Collion, especialista en desarrollo rural. “En Guatemala, vegetales como los ejotes solamente se pueden cultivar en las alturas, por fincas muy pequeñas y sin potencial para las empresas grandes y comerciales.”

También, en un entorno de gran demanda de comida de calidad y de riesgo climático, “las empresas agrícolas están cada vez más preocupadas por asegurar sus fuentes, a través de una estrategia de diversificación de sus proveedores, construyendo sobre el potencial de pequeños productores”, agrega Collion.

Más de 100.000 familias beneficiadas

Desde 2002 se han registrado 775 alianzas en Colombia entre asociaciones de pequeños productores y empresas grandes, apoyadas por el Gobierno y cofinanciadas por el Banco Mundial. En total se han beneficiado a casi 50.000 productores. Cada alianza recibe un subsidio que equivale al 40% del valor del proyecto y al apoyo técnico.

Dentro de las empresas que han trabajado con pequeños productores vienen nombres conocidos como Nestlé, PepsiCo, Alpina, pero también pequeñas y medianas firmas colombianas que crean empleos locales, así como asociaciones grandes que, como en el caso de Ricardo Díaz, actúan como aliado comercial.

El 72% de las alianzas colombianas extienden sus vínculos comerciales a más de dos años después del fin de la intervención gubernamental, afirma Michael Morris, experto en desarrollo rural del Banco Mundial.

Es importante entender que el modelo de alianzas productivas es muy flexible" Michael Morris, experto del Banco Mundial

Pero este modelo ya está presente en muchos países de la región, como Honduras, Jamaica, Guatemala, Perú o Bolivia. “Es importante entender que el modelo de alianzas productivas es muy flexible y que puede ser promovido de diferentes maneras”, explica Morris.

En octubre 2013, había casi 3.000 alianzas con 110.000 familias beneficiadas en América Latina. Esto sugiere que alrededor de 500.000 personas han sido beneficiadas, directamente o indirectamente, por este tipo de proyectos.

Roberto Salazar, por ejemplo, es agricultor hondureño y hace 15 años creyó en la necesidad de unir a los pequeños productores de café de la zona Occidente de este país centroamericano. Un 80% del café que produce esta cooperativa, bajo el esquema de alianzas productivas, se exporta ahora al extranjero, como Estados Unidos, Canadá, Inglaterra o Alemania.

En Guatemala, casi 20.000 productores se benefician de este modelo, lo que les ha permitido incrementar el ingreso familiar mensual en 705 quetzales o casi 90 dólares.

Y en Colombia, las condiciones de vida van mejorando: “El sábado, cuando uno sale al mercado, ahí tiene uno su platica, para comprar su mercadito para la familia”, afirma Ricardo Díaz.

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