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La prueba de Maduro ante la ONU

El venezolano es uno de los presidentes latinoamericanos que se estrenan en la Asamblea General

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.Richard Drew (AP)

Aunque no es la primera vez que se subirá al podio de Naciones Unidas, sí será la primera que lo haga como presidente. Y el terreno para el primer discurso de Nicolás Maduro como jefe de Estado de Venezuela no está, precisamente, abonado. Su llegada a Nueva York se ha visto precedida por fuertes cuestionamientos a su aspiración de lograr, el mes que viene, un asiento como miembro no permanente del Consejo de Seguridad para los próximos dos años, aunque la candidatura venezolana cuenta con el beneplácito de América Latina y el silencio -al menos por el momento- de Estados Unidos.

The New York Times y The Washington Post coincidían en sendos editoriales este fin de semana previo a la Asamblea General de la ONU en que Venezuela tiene un “deplorable” historial en materia de derechos humanos y actuación económica que no la hacen “merecedora” de un puesto de tanta “importancia y prestigio”, sobre todo por su tradicional apoyo a “aliados” como Siria, Irán o Cuba. Para los dos periódicos de cabecera de la nación sede de la cita anual, países de peso en la región como Colombia o Brasil deberían liderar la oposición a las aspiraciones de Caracas.

Algo que no parece sin embargo que vaya a ocurrir, y mucho menos en plena reunión de mandatarios en la ONU. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, eludió el lunes, en su primer día de agenda oficial en Nueva York, pronunciarse sobre el tema, aduciendo el delicado papel de su país en los intentos de mediación entre el gobierno de Maduro y la oposición junto con Brasil -que podría usar el mismo argumento-, Ecuador y el Vaticano.

Un “muy mal candidato”. José Miguel Vivanco, el director para las Américas de Human Rights Watch (HRW) y conocido crítico de Caracas, no tiene por el contrario reparos a la hora de calificar la aspiración venezolana, en vista de su “consistente apoyo a gobiernos autoritarios que violan grave y sistemáticamente los derechos humanos”.

Pese al silencio actual de la región, para el responsable de HRW todavía hay tiempo para que ésta reaccione. A raíz de los editoriales simultáneos, “confío en que esto genere un debate a nivel local que obligue a gobiernos clave no sólo a dar explicaciones, sino a revisar ese compromiso formal” que ha llevado a su candidatura, explica y llama a pronunciarse a países como Chile, Brasil, Perú, Uruguay, México, Colombia o Costa Rica.

Pero Michael Shifter, presidente del centro de pensamiento Diálogo Interamericano en Washington, califica esa esperanza de “poco realista”.

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Según recuerda, la región tiene un acuerdo para rotar el puesto que le corresponde y ahora es el turno de Venezuela. Los países latinoamericanos “quieren evitar las fricciones y luchas entre sí, especialmente si ello invita a una intromisión de EE UU”, acota. Quizás consciente de este factor, Washington se ha mantenido, por el momento, al margen.

“No somos miembro de ese grupo (latinoamericano), esperaremos a ver qué pasa”, dijo recientemente la portavoz del Departamento de Estado norteamericano Marie Harf, que se limitó a recordar, eso sí, que cada grupo regional “tiene la responsabilidad de presentar un país candidato que apoye los principios de la Carta de Naciones Unidas, contribuya al papel del Consejo de Seguridad en mantener la paz y seguridad internacionales y defienda los derechos humanos”.

Para Shifter, la decisión de Washington de no bloquear -al menos por el momento- es la más “sabia”.

“Cualquier intento de lograr un amplio apoyo contra Venezuela habría sido contraproducente”, subraya. Además, apunta, no se debe sobredimensionar su papel en el Consejo de Seguridad. “Venezuela probablemente hará algún ruido y es de esperar que desafíe la agenda de Washington en temas como Rusia o Siria, pero o hay que exagerar su impacto”, afirma Shifter. Al fin y al cabo, “desde la muerte de (Hugo) Chávez, la influenza de Venezuela en la escena mundial ha disminuido radicalmente”.

La contención estadounidense podría cambiar sin embargo si Maduro, en su primer discurso ante la ONU, agendado para la tarde del miércoles, usa un lenguaje demasiado incendiario. Existe un precedente histórico: en 2006, el entonces presidente Chávez contaba ya con muchos apoyos a la candidatura venezolana para el Consejo de Seguridad -que requiere la aprobación de dos tercios de la Asamblea General- cuando los perdió precisamente por sus palabras ante ese foro.

“Ayer vino el Diablo aquí (…) huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar”, dijo en referencia al discurso previo del presidente estadounidense George W. Bush. Sus palabras ya forman parte de la leyenda de la ONU, pero le valieron a Venezuela perder la candidatura, que tras una larguísima votación acabó en Panamá como candidato de compromiso.

Menos expectación despertarán las por lo demás esperadas primeras alocuciones de otros “novatos” latinoamericanos en la ONU, como el presidente de México, Enrique Peña Nieto, o sus colegas de Costa Rica, El Salvador, Honduras o Panamá.

Del otro extremo, su veterana colega brasileña, Dilma Rousseff, cruzará probablemente los dedos para que ésta no sea la última vez que se sube al podio neoyorquino.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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