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Rousseff se apoya en Lula en la recta final de la campaña

Su rival, Marina Silva, vuelve a caer en las encuestas a 15 puntos de distancia

Antonio Jiménez Barca
Rousseff, este martes en un acto de campaña.
Rousseff, este martes en un acto de campaña.I. GUERRA (EFE)

Lula, con la voz rota por la ronquera, echa uno de sus encendidos discursos y consigue —otra vez— entusiasmar al público. Después anuncia a la presidenta Dilma Rousseff, que también con la voz de lija, enardece aún más a los asistentes. Uno de ellos, Sergio Cutme, un profesor de primaria, recuerda que las encuestas les son cada vez más favorables. Y, según él, la tendencia va a seguir así. Es cierto. Dos sondeos simultáneos, hechos públicos el miércoles, dan por sentado que el final de la campaña está siendo de Rousseff.

Tanto el instituto de Datafolha como el Ibope, los dos más importantes de Brasil, coinciden: la presidenta brasileña ha abierto hueco entre ella y Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB), que pierde apoyos a borbotones a pocos días ya del decisivo primer turno, que se celebra el próximo domingo 5 de octubre.

Según Datafolha, Rousseff, que a principios de septiembre iba empatada con Marina Silva, ahora encabeza con claridad la elección con 15 puntos de ventaja: 40 por parte suya y 25 por parte de Silva. El tercer candidato, el más conservador Aécio Neves del Partido de la Social Democracia brasileña (PSDB), que a principios de septiembre parecía descartado, remonta y, de seguir la trayectoria, podría incluso superar a Silva, a medida que sube algunos puntos mientras su rival del PSB cae.

Rousseff, en el mitin, no habla mucho de encuestas. Tampoco de la Bolsa, que se hundió el lunes, cuando los mercados comenzaron a dar por sentado que la presidenta es la favorita. Prefiere, tal y como ha hecho durante todo el mes de septiembre, arrogarse como la única capaz de salvaguardar las, a su juicio, conquistas que el Partido de los Trabajadores (PT) ha llevado a cabo en los últimos 12 años, con su Gobierno y los de Lula.

La presidenta, que a principios de septiembre iba empatada con Marina Silva, ahora encabeza con claridad la elección con 15 puntos de ventaja

“¿Quién tiene la experiencia y el poder para mantener todo eso? ¿Quién sacó de la pobreza a 36 millones de brasileños?” La gente grita y asiente. Después, Rousseff añade, considerando suyo el entorno: “Este es un lugar especial para nosotros”. Los alrededores de la Avenida Silva Samelo, en la interminable periferia sur de São Paulo, conforman un barrio humilde, casi pobre, con poca iluminación en las calles. Minutos antes, por las calles marchaban el lunes familias enteras en formación, grupos de amigos y compañeros de fábrica: la gente de toda la vida del PT dirigiéndose al mitin de toda la vida.

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El acto que trajo el miércoles a São Paulo a Marina Silva fue diferente, en Lapa de Baixo, una zona de clase media al oeste de la capital paulista: un local cerrado, bien iluminado: dos centenares de seguidores sentados en torno a dos sillas, la de la candidata Marina Silva y su vicepresidente, Beto Albuquerque. Por ahí desfilaron, apoyando a la candidatura, representantes de los pueblos indígenas, de los colectivos gays, de las asociaciones de mujeres, sociólogos, escritores, artistas, vendedores, empresarios, estudiantes, sindicalistas…

Silva, cuando empuñó el micrófono, lo explicó: “No se trata de hacer política para las personas, sino con las personas”. Y luego añadió: “Esto es la fiesta de la diversidad”, deslizando su intención: su candidatura se dirige a un espectro de población más amplio que el del PT, centrado en sus votantes más humildes. Después, eso sí, Silva alzó la voz y denunció, casi al borde de las lágrimas, los juicios que según ella desde el PT lanzan contra ella y contra su capacidad para gobernar. “Dicen que Marina es soñadora, que eso no sirve para ser presidenta. Yo les digo que la materia prima más concreta de la política son los sueños”.

Pero las encuestas no parecen darle la razón. También es cierto que la candidata del PSB carece de una verdadera estructura de partido como la poderosa maquinaria del PT. En la era de Internet y en Brasil, parece que lo que vale son los mítines de toda la vida.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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