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Evo Morales cede ante la irreductible Santa Cruz

El líder boliviano hace concesiones a los dirigentes empresariales para conquistar el bastión opositor

Javier Lafuente
Morales en Santa Cruz durante una visita en 2013.
Morales en Santa Cruz durante una visita en 2013. corbis

Para un apasionado del fútbol como el presidente boliviano, Evo Morales, estas elecciones no dejan de ser un partido placentero a sabiendas de que se intuye una goleada en el resultado final. Acostumbrado desde hace nueve años a no encontrar rival en el terreno electoral, a vencer sin freno, Morales busca ese tanto que redondearía el marcador electoral. Lo pretende anotar en Santa Cruz, en casa del eterno rival. Aunque sea de penalti, en el descuento y renunciando a su estilo de juego. De lo contrario, supondría el gol del honor para una oposición que se sabe derrotada, pero que quiere evitar la humillación.

El departamento de Santa Cruz, en el oriente boliviano, es el motor económico del país: concentra el 29% de la actividad empresarial y el pasado año contribuyó al 28,1% del PIB nacional. Su capital, Santa Cruz de la Sierra, es la más poblada —con 1.453.549 habitantes, dobla prácticamente a La Paz— y la decimocuarta ciudad del mundo con mayor crecimiento. A nivel interno, ha sido el feudo opositor al presidente desde que este alcanzó el Palacio Quemado en 2005. Entonces, logró el 33% de los votos. Cuatro años después, en los comicios de 2009, el porcentaje aumentó hasta el 41%. Este domingo, por primera vez, el Movimiento al Socialismo (MAS) parte con una ligera ventaja sobre una oposición dividida.

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"El punto de inflexión se da en 2009, cuando se consolida la victoria de Evo sobre una propuesta más liberal de gestión como la que quería plantear la élite de Santa Cruz, un modelo más de libre mercado, de democracia occidental", apunta Tuffí Aré, jefe de redacción del diario El Deber, uno de los pocos medios independientes que se mantienen en Bolivia. Tras la derrota de 2009, un año después del referéndum autonómico con el que la conocida como Media Luna (los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) desafió al Gobierno, muchos de los actores más duros de la oposición cruceña, como Branko Marinkovic o Manfred Reyes Villa, se vieron obligados a abandonar el país por miedo a ser encarcelados.

Con la oposición debilitada, sin tensión en las calles, el siguiente paso era conquistar a la dirigencia empresarial. Durante tres años se desarrolla una política de cesiones y ablandamientos que culmina con una reunión, en julio de 2013, entre el vicepresidente Álvaro García Linera con el sector productivo de Santa Cruz. En el encuentro, el Gobierno hace suya la hoja de ruta que le plantean los empresarios hasta 2025. "Ambos cedemos", concede Demetrio Pérez, presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo): "Sin el poder empresarial no se puede salir adelante. Pero el Gobierno también decide las normas. Quedar estancados no era bueno para ninguno. El beneficiado es el país", añade.

Estamos en un momento de totalización de la hegemonía" Pablo Deheza, analista
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"Los sectores radicales consideran que se trata de una claudicación. Yo creo que se trata de pragmatismo, a ellos [los empresarios] les interesa preservar su negocio. Los dos han tenido que ganar, pero perdiendo algo. Solo que el Gobierno jamás va a asumir que pierde nada", opina la periodista Maggy Talavera. El analista Pablo Deheza incide en esta línea: "El empresariado, tras la derrota de 2009, se da cuenta de que no aguanta cinco años más de oposición. El Gobierno firma la paz con los actores económicos". Sobre el hecho de que un Ejecutivo con un discurso anticapitalista como el boliviano ceda ante los liberales, Deheza considera: "Estamos en un momento de totalización de la hegemonía. Tienes que tragarte sapos y culebras porque si no, no la vas a consolidar. El MAS tiene que pasar de ser el partido de unos cuantos al partido de todos. Esto implica reconocer el discurso de los otros e incorporarlo. Está consolidando una matriz hegemónica que va a imperar muchos años".

Separadas por 850 kilómetros y más de 20 grados de temperatura estos días, La Paz y Santa Cruz resultan dos mundos distintos. Mientras por las calles de la capital se respira ambiente electoral, bien por los carteles y las omnipresentes pintadas en favor de los candidatos, bien por los continuos actos de campaña, las de Santa Cruz parecen ajenas a los comicios del domingo. "Veo un extraño clima político, da la sensación de que hay temor por decir a quién vas a votar", concede Tuffí Aré. Uno de los momentos más controvertidos de la campaña se produjo hace unos días. El MAS había anunciado que quería celebrar su acto final, ayer martes, en el Cristo Redentor, emblema de la lucha por la autonomía años atrás. Las redes sociales estallaron. La alcaldía aseguró que prohibiría el acto. A muchos les sorprendió que el partido de Evo apenas protestara la decisión. Quizás porque sabe que cualquier movimiento en falso puede suponer un gol en contra.

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Sobre la firma

Javier Lafuente
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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