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Las heridas siguen abiertas en Ferguson

A los dos meses de la muerte de Brown, la falta de respuestas indigna a los negros

Dos manifestantes, la madrugada del domingo, en los enfrentamientos con la policía en Saint Louis.
Dos manifestantes, la madrugada del domingo, en los enfrentamientos con la policía en Saint Louis.AFP

Dos meses después de la muerte de Michael Brown, la tensión racial persiste en Ferguson. La indignación por lo que muchos consideran un largo historial de discriminación de la policía con la población afroamericana se ha extendido de ese suburbio de Saint Louis (Missouri) a la ciudad.

El fallecimiento el miércoles de un joven negro por los disparos de un policía blanco en circunstancias confusas en Saint Louis derivó en choques entre manifestantes y policías en esa ciudad en el Medio Oeste de Estados Unidos. Los ánimos volvían a encenderse, justo en la víspera del inicio de cuatro días de movilizaciones para pedir justicia por la muerte de Brown. La primera noche de protestas, el viernes, transcurrió en un ambiente tenso pero sin altercados. Las marchas del sábado también fueron festivas y pacíficas, pero pasada la madrugada tuvieron lugar algunos choques entre manifestantes y policía frente a una gasolinera en Saint Louis.

Brown, negro de 18 años, falleció el 9 de agosto al recibir, en pleno mediodía en una calle residencial, al menos seis disparos de Darren Wilson, un agente blanco de la policía de Ferguson. Las circunstancias exactas del suceso siguen sin aclararse: la policía sostiene que hubo un forcejeo por el arma del agente, mientras el amigo que acompañaba a Brown asegura que éste alzó sus brazos en señal de rendición. Wilson sigue en libertad y no ha sido acusado de ningún cargo. La falta de respuestas indigna a muchos vecinos de Ferguson, una localidad de 21.000 habitantes, al noroeste de Saint Louis, donde la mayoría de la población es negra, pero el ayuntamiento, la policía y el organismo que rige las escuelas están dominados por blancos.

Ya no hay cada noche movilizaciones de centenares de personas en un tramo de una desangelada avenida comercial perpendicular a la calle en la que Brown fue tiroteado, como sucedió en las dos semanas posteriores a la muerte del joven. Tampoco se ven frecuentemente escenas de policías con estética militar lanzando gases lacrimógenos a los manifestantes. Pero sí persisten pequeñas protestas, que desencadenan ocasionalmente en choques con las fuerzas de seguridad, según recogen medios locales. “En el proceso judicial estamos igual que hace dos meses y eso está frustrando a mucha gente”, explica por teléfono Garrett Duncan, director del programa de Estudios Afroamericanos en la Universidad Washington en Saint Louis.

Dos meses después, las circunstancias exactas del suceso siguen sin aclararse. El agente que abrió fuego sigue en libertad y no ha sido acusado de ningún cargo

Duncan, que es afroamericano, vaticina que la calma solo empezara a restaurarse si se presentan cargos contra el agente Wilson, algo que un jurado lleva debatiendo desde hace más de un mes. La familia de Brown, grupos de derechos civiles y manifestantes piden, además, que se aparte del caso al fiscal del condado de Saint Louis, Robert McCulloch, cuestionado por ser blanco e hijo de un policía asesinado por un negro.

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El experto sostiene que las tensiones raciales “ya estaban allí” antes de la muerte de Brown pero que su caso y la errática gestión de las autoridades supusieron una “chispa” que hizo aflorar el resquemor acumulado de muchos residentes afroamericanos de Ferguson pero también de otras localidades cercanas. “Vieron que [lo que le sucedió a Brown] también les pasa a ellos en sus comunidades”, señala.

El de Brown no es ni mucho menos un caso aislado en EE UU. Los ciudadanos negros de entre 15 y 19 años tienen 21 veces más probabilidades de morir por disparos de un policía que los blancos, según datos gubernamentales entre 2010 y 2012 analizados por la organización ProPublica. En el censo de 2012, los negros suponían el 13,1% de la población de EE UU frente al 63% de los blancos no hispanos.

No hay datos públicos de cuántos ciudadanos negros fallecen en Ferguson a manos de la policía. Pero varios indicadores parecen apoyar el sentir mayoritario en la comunidad afroamericana de que los agentes les discriminan. En 2013 más del 86% de los conductores parados por la policía en Ferguson eran negros, por encima de su peso del 67% en la población local, según un informe del fiscal de Missouri. Y un 92% de los que acabaron en arrestos involucraron a conductores negros.

Las protestas esporádicas persisten en Ferguson y la tensión racial ha llegado también a Saint Louis 

En las protestas posteriores a la muerte de Brown, la gran mayoría de participantes eran afroamericanos. En las últimas semanas, según el profesor Duncan, se han incorporado más blancos. “Es una congregación multirracial y multiétnica contra la policía y el establishment”, dice y asegura que estos últimos son un “99% blancos y muy hostiles”. Como ejemplo, menciona lo sucedido el lunes a las afueras del estadio de béisbol de los Cardinals en Saint Louis: tras el partido, un grupo de aficionados blancos respondió con gritos de “Vamos Darren” -en alusión al agente que mató a Brown- a un grupo de manifestantes negros que pedían justicia por la muerte del joven de Ferguson.

Dos días antes, los colectivos en apoyo a Brown habían llevado sus reivindicaciones a un lugar más exclusivo, al auditorio en el que tocaba la Orquesta Sinfónica de Saint Louis. Un grupo interrumpió el concierto con gritos de “Justicia para Mike Brown” o “Las vidas de los negros importan” y mostrando una pancarta que rezaba “El racismo vive aquí”.

Ambos incidentes evidencian que la tensión se ha propagado fuera de Ferguson y de su comunidad afroamericana. El debate también sigue vivo en la arena nacional. A finales de septiembre, con tres días de diferencia y dirigiéndose a audiencias muy distintas, el presidente de EE UU, Barack Obama, habló de la situación en Ferguson.

Ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, admitió que EE UU tiene sus “propias tensiones racial y étnicas” y que “como todo país” trata de “reconciliar los vastos cambios provocados por la globalización y la diversidad, con las tradiciones”. Tres días después, en un acto en Washington con congresistas negros y con los padres de Brown en el público, puso los disturbios en Missouri como ejemplo de que en “demasiadas comunidades” en el país existe un “abismo de desconfianza entre los residentes y las fuerzas del orden”.

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