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Indonesia estrena su primer presidente ajeno a la élite

Joko Widodo, antiguo alcalde y exportador de muebles, promete otro estilo de gobierno

Macarena Vidal Liy
El presidente de Indonesia, Joko Widodo, en su toma de posesión.
El presidente de Indonesia, Joko Widodo, en su toma de posesión.Getty

Indonesia tiene un nuevo presidente. Joko Widodo, Jokowi, de 53 años y el primer jefe de Estado del país que no procede de los círculos tradicionales del poder, ha prometido gobernar con un nuevo estilo y "trabajar, trabajar y trabajar". Ha lanzado también un apasionado llamamiento a la unidad, tras dar por enterrada —al menos de momento— el hacha de guerra con su rival electoral y líder de la oposición, el general Prabowo, que controla el Parlamento y amenazaba con complicarle gravemente la vida política.

Las expectativas sobre el nuevo líder, que se inició en la vida política como alcalde de la modesta ciudad de Solo, son inmensas: casi tres cuartas partes de los 250 millones de habitantes espera que mejore la situación del país, la tercera mayor democracia del mundo y la nación musulmana más poblada. Pero Jokowi también se enfrenta a enormes desafíos: enderezar la economía indonesia, la mayor del sureste asiático, hacer frente a la creciente amenaza del extremismo islámico, combatir la ingente corrupción y gobernar en minoría bajo la amenaza de que la tregua con Prabowo, representante de la "vieja guardia" política del país, pueda romperse en cualquier momento.

Por ahora, Jokowi y Prabowo, que en julio se disputaron las elecciones más reñidas en la historia de Indonesia, viven una luna de miel impensable hace apenas unas semanas. Después de que Widodo acudiera a visitar personalmente al general a su residencia el viernes pasado, Prabowo prometió públicamente que su coalición colaborará con el nuevo Gobierno. Y, tras días de especulaciones, el antiguo yerno de Suharto asistió hoy a la ceremonia de investidura de su antiguo rival.

"La unidad y el trabajo mano a mano son requisitos indispensables para que seamos una gran nación", afirmó el nuevo presidente en una ceremonia protegida por un despliegue de seguridad de 22.000 agentes y a la que asistieron líderes mundiales como el primer ministro australiano, Tony Abbott, o el secretario de Estado de EEUU, John Kerry. "Nunca podremos ser un gran país si nos mantenemos divididos".

Pese a su reconciliación ahora, Prabowo ha advertido que la tregua no tiene por qué ser definitiva. Si Jokowi propone medidas que "vemos que no aportan ventajas al país y al pueblo, no dudaremos en criticarlas y hacer correcciones", advirtió el viernes. Su coalición ya aprobó hace semanas en el Parlamento, pese a la oposición del presidente electo, una ley que elimina las elecciones directas para los cargos regionales, uno de los principales triunfos democráticos que había conseguido la era post-Suharto.

En su favor, Jokowi tiene su popularidad. Decenas de miles personas salieron a las calles de Yakarta a saludarle hoy mientras desfilaba en un coche de caballos tras su investidura. Menudo, de sonrisa contagiosa y voz bronca, apodado por algunos el Obama de Indonesia, aunque este antiguo exportador de muebles y admirador del heavy metal no se caracteriza por una oratoria fluida, sí es el más carismático de los líderes indonesios de la era de la democracia. Como alcalde de Solo primero, y gobernador de Yakarta después, se ha labrado una reputación de administrador eficiente e incorruptible insólita en su país.

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La primera prueba de fuego para Jokowi será el futuro de los subsidios a la energía, una carga que le cuesta cerca de 15.000 millones de euros al Estado indonesio cada año y representa el 4% del PIB. Aunque la medida está destinada a ayudar al cerca del 40% de indonesios que viven cerca del umbral de la pobreza, es una fuente de corrupción que lastra sin remedio la balanza por cuenta corriente. Un primer intento de eliminarlos contribuyó a la caída del régimen militar de Suharto después de treinta años en el poder. Sus sucesores no pudieron, o quisieron, atajarlos. Jokowi ha asegurado que está dispuesto a acabar con ellos.

El nuevo presidente indonesio ha prometido hacer crecer la economía de su país del actual 5% al 7% en tres años, pese a la caída de los precios de los recursos naturales y de las exportaciones, que podrían disminuir aún más si China prolonga la etapa de ralentización de su economía.

Para ello Jokowi tendrá también que "adoptar medidas para impulsar el desarrollo de las infraestructuras" y "mejorar la competitividad del sector manufacturero para compensar los precios más reducidos de los recursos naturales", que representan el 59 por ciento de las exportaciones del país, según el análisis de BBVA Research Elecciones en Indonesia: Elevando las expectativas para el nuevo presidente que firman los economistas Sumedh Deorukhkar, Carlos Casanova y Alicia García-Herrero.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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