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La guerra interna del Partido Socialista francés llega a la cúpula

Valls critica a “la izquierda anticuada” y no se opone a cambiar el nombre del PS

Carlos Yárnoz
El primer ministro francés, en la Asamblea Nacional el 22 de octubre
El primer ministro francés, en la Asamblea Nacional el 22 de octubreE. F. (AFP)

Manuel Valls irrumpió este jueves en la batalla interna del Partido Socialista (PS) francés con un aguerrido plan para reinventar la organización, cambiarle el nombre y crear un frente común de fuerzas progresistas. “Hay que acabar con la izquierda anticuada, que se aferra a un pasado superado y nostálgico”. El primer ministro se sitúa así como una hipotética alternativa al liderazgo del socialismo, hoy en convulsión, cuando los sondeos y los analistas dan por amortizado al actual presidente del país, François Hollande.

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La contundente entrada en escena de Valls ha polarizado aún más la división interna. El jefe del Gobierno intenta ahora compatibilizar su puesto con un liderazgo reformista en su partido, la izquierda debe ser “pragmática, reformista y republicana”, como ha señalado en L’Obs, nombre que estrenó este jueves el histórico Nouvelle Observateur. Preguntado si no debe ser también “socialista”, responde: “Repito: pragmática, reformista y republicana”. Junto a esa resistencia al término socialista, el dirigente socialista no descarta incluso cambiar de nombre al partido. “¿Por qué no?”.

Tras reiterar que “la izquierda puede morir si no se reinventa”, el primer ministro insiste en que su planteamiento es más pragmático que ideológico “porque la ideología nos ha llevado a desastres”. “La izquierda que renuncia a reformar, que elige soluciones del pasado antes que resolver los problemas del presente es una izquierda que se equivoca de combate”, argumenta. “Cuando la izquierda se enreda en el pasado, en los tótems, deja de ser fiel al ideal del progreso y, por tanto, a ella misma”, añade. A su vez, Valls aboga por “una casa común, una federación o una sola formación” de todas las fuerzas progresistas francesas para frenar al Frente Nacional.

Dirigentes socialistas, como el primer secretario, Jean-Christophe Cambadélis, o el presidente de la Asamblea, Claude Bartolone, han rechazado cambiar el nombre al PS. “Qué idea más rara”, ha escrito en su blog Bartolone. “Concéntrate en tu trabajo de primer ministro. No es el mejor momento para lanzar este debate”, agrega. En 2009 y 2011, Valls ya planteó esa opción y fue amenazado con un expediente de expulsión por la entonces primera secretaria del partido, Martine Aubry, hoy alcaldesa de Lille.

Valls elude el término "socialista" y define a la izquierda como “pragmática y reformista”
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Valls no ha ocupado nunca un cargo de relieve en la cúpula del PS. Sí intentó ser candidato a las presidenciales de 2012, pero fue eliminado en la primera vuelta con un exiguo 5,6% de apoyos. Ahora, en cambio, se presenta con todo un proyecto para transformar una convulsa formación minada por un envalentonado grupo de diputados rebeldes y por el mínimo apoyo social (un 13%) al jefe del Estado.

Con su declaración de principios, Valls ataca a los díscolos y se sitúa como potencial alternativa al liderazgo de una nueva izquierda. Y lo hace cuatro días después de que los primeros hayan dado otro paso al frente al contar ya con un líder a campo abierto, Aubry, quien criticó en Le Journal du Dimanche la política económica del Gobierno porque, según dijo, “hay que acabar con las viejas recetas liberales”.

En esta deriva, 39 diputados rebeldes, la mayoría próximos a Aubry, se abstuvieron el martes al votar el proyecto de presupuestos de 2015. Entre ellos, Benoît Hamon y Aurélie Filipetti, ministros de Valls hasta agosto. El calendario político hace suponer que la guerra no amainará. El diputado rebelde Jean-Marc Germain, exjefe de gabinete de Aubry, reitera que las decenas de diputados críticos —entre 30 y 40— seguirán absteniéndose mientras el Gobierno no cambie su política económica.

El calendario político apunta a que las tensiones internas crecerán en las próximas semanas

La tensión ha subido a tal nivel que Cambadélis se vio obligado este jueves a hacer “un solemne llamamiento a la unidad de los socialistas”. “Las corrientes deben debatir sin batirse”, dijo. De aquí a fin de año los proyectos de presupuestos y de la seguridad social, que incluyen el primer gran reajuste, deben someterse a varias votaciones. Junto con la entrada en escena de Aubry y el aguerrido discurso de Valls, todo indica que la tensión aumentará. Enfrente, el centroderecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) dirime también dividido quién liderará el partido. Solo el Frente Nacional, el rival al que las dos grandes formaciones dicen combatir a toda costa, sale beneficiado en los sondeos. Los tres se plantean cambiar de nombre, lo que da una idea de la situación que vive Francia.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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