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La violencia frena la recuperación del petróleo y cierra pozos libios

La compañía estatal asegura que la planta de Repsol atacada se reabrirá el miércoles

Javier Casqueiro
Una grúa retira los coches calcinados por el atentado del domingo en Shahat, en el este de Libia
Una grúa retira los coches calcinados por el atentado del domingo en Shahat, en el este de LibiaREUTERS

El Gobierno libio reconocido internacionalmente de Tobruk, el Ejecutivo paralelo y más islamista asentado en la capital de Tripolí, la comunidad internacional y, sobre todo, las grandes multinacionales del sector petrolífero estaban muy satisfechos con la capacidad de recuperación demostrada por el país en la producción de petróleo en los últimos meses. Especialmente desde junio, que fue cuando empezó a enhebrarse el caótico clima actual de milicias armadas con el desbarajuste político, varios Gobiernos, elecciones, intentos de golpes de estado y ciudades sitiadas. Pero el petróleo fluía otra vez, “rápido, de gran calidad, fácil de extraer y en buenas condiciones”, como retratan fuentes del sector.

Los últimos datos facilitados por la Corporación Nacional de Petróleo (CNP) situaban la producción a comienzos de la semana pasada cerca de los 900.000 barriles diarios, lejos del techo de 1.2 o 1.4 millones de barriles diarios generados en época del dictador Muamar el Gadafi, pero más del doble que antes del verano.

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El jueves pasado la compañía española Repsol presentaba en Madrid resultados con un 41% de incremento de beneficios en el tercer trimestre del año gracias, sobre todo, al resurgir de sus pozos en Libia, ahora menos del 10% de su producción mundial aunque en su día llegó a superar el 13%. En el informe para los analistas registrado ese día Repsol aseguraba una capacidad mundial de unos 366.000 barriles diarios y en la región denominada norte de África esa cifra se situaba en torno a los 28.000, que otras fuentes elevan a 30.000.

Pero justo un día antes de esa presentación, el miércoles, una tribu tuareg había asaltado a bordo de varios coches y a tiros la planta de Sharara, la llamada joya de la corona, la más grande del país, de donde se extraían unos 30.000 barriles diarios en pleno desierto de Murzuq. Repsol cerró la planta y evacuó al personal, sobre todo local, algo que no sucedía hace tiempo. Según algunas fuentes, se produjeron 13 heridos. Tampoco quedó muy clara la identificación del grupo armado que perpetró el ataque. Algunas informaciones sostienen que eran solo unos tuaregs y no tenían relación con las milicias que se disputan el control de otras ciudades y zonas del país. Otras fuentes identificaron a los autores con grupos armados aliados a los islamistas de Misrata.

Durante el fin de semana se cerraron otros pozos, como El Fil (Elefante, operada por la italiana ENI) también en el desierto de Murzuq y el puerto de Hariga, por cortes de luz y un boicot del personal de seguridad que no recibe sus salarios desde junio. Un portavoz de la CNP aseguró este lunes que la producción se recuperará el miércoles y desde Repsol se dio por buena esa versión. El comandante Abdul Hamid Kraeer, aliado del Gobierno reconocido, lo puso en duda: “Lo dicen para mantener las buenas relaciones con los inversores pero será difícil porque habrá una escalada de violencia”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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