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Los drones ya patrullan la mitad de la frontera de EE UU y México

Los aviones Predator identifican cruces por zonas poco vigiladas para distribuir los recursos con más eficacia

Pablo Ximénez de Sandoval
Un Predator de la policía de fronteras en Arizona.
Un Predator de la policía de fronteras en Arizona.Matt York (AP)

Casi la mitad de la frontera entre Estados Unidos y México está vigilada con aviones no tripulados (drones) tipo Predator para prevenir la inmigración ilegal en áreas remotas donde no llegan los medios de vigilancia tradicionales. El programa de drones se intensificó a partir de 2013 y desde entonces se han realizado 10.000 vuelos que han cubierto unos 1.500 kilómetros, principalmente en la frontera de Texas, según datos divulgados este jueves por la agencia Associated Press. La nueva estrategia consiste en utilizar los drones para detectar aquellos puntos poco vigilados que están siendo utilizados para cruzar la frontera y poder distribuir los recursos de forma más eficaz.

Los aviones Predator de la frontera son los mismos que realizan las misiones en Irak o Afganistán, solo que no llevan misiles sino cámaras. Toman imágenes de alta resolución desde una altura de entre 5.000 y 8.000 metros, de noche o de día. Según detalla AP, su tarea consiste en tomar imágenes dos veces, con tres días de diferencia, para intentar descubrir intentos de cruzar la frontera en lugares donde no hay agentes o torres de vigilancia. Unas huellas de coche o de animales pueden indicar que por ahí ha pasado alguien. Solo en un 2% de los vuelos realizados han detectado restos de intentos de cruzar ilegalmente a Estados Unidos, lo que tiene como consecuencia reforzar la vigilancia en esos puntos concretos.

Estados Unidos y México comparten más de 3.000 kilómetros de frontera. Están vallados unos 1.000 kilómetros, sobre todo en la zona de California. Desde Yuma, al oeste de Arizona, hasta la costa de Texas, hay grandes extensiones de desierto tan peligrosas de cruzar como difíciles de vigilar con agentes sobre el terreno. Es la razón, por ejemplo, por la que durante la crisis de los menores indocumentados de principios de año la mayoría de los inmigrantes entraban por Texas, donde la frontera entre los dos países es un río.

El programa de aviones no tripulados para vigilar la frontera se puso en marcha a mediados de la década pasada. Cada avión cuesta 20 millones de dólares, y el gasto ha recibido críticas en el pasado por ser demasiado caro para los resultados que da en comparación con la valla o la patrulla tradicional, además de la preocupación por el posible daño a la privacidad de residentes en la frontera. En 2011, el Departamento de Seguridad Nacional publicó que los vuelos de los Predator, desde su puesta en marcha en 2006, habían permitido detener a casi 5.000 inmigrantes y casi 240 traficantes de drogas. La cifra era apenas marginal dentro de los 330.000 inmigrantes detenidos en todo 2011.

A mediados de 2012, EE UU ya se había gastado 250 millones de dólares en el programa de drones en la frontera y contaba con nueve aparatos. Al mismo tiempo, desde el año 2000, según datos de AP, se ha duplicado el número de agentes de policía de fronteras sobre el terreno hasta superar los 18.000. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se propone intensificar la seguridad de las fronteras como parte de sus esfuerzos por arreglar el sistema de inmigración.

La nueva estrategia de drones del Gobierno federal es aplaudida por los republicanos de Texas. “Ya no podemos centrarnos solo en defensas estáticas como vallas y torres de vigilancia”, afirma el congresista republicano Michael McCaul, presidente del Comité de Seguridad Nacional, citado por AP. El gobernador de Texas, Rick Perry, se ha pronunciado contundentemente a favor de la vigilancia con drones. El Gobierno de Estados Unidos quiere trasladar este tipo de vigilancia a la frontera con Canadá a partir del año que viene.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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