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Caza a los ‘lobos solitarios’

Israel refuerza Jerusalén ante la nueva amenaza Los palestinos apuntan a los continuos agravios como detonante

PATRICIA R. BLANCO (ENVIADA ESPECIAL)
Un palestino quema una rueda este viernes en una protesta en Jerusalén.
Un palestino quema una rueda este viernes en una protesta en Jerusalén.a. a. h. (efe)

Un millar más de policías en Jerusalén, controles en puntos conflictivos de la ciudad que reclaman como capital israelíes y palestinos, globos aerostáticos con cámaras supersensibles que rastrean las calles y patrullas de vigilancia frente a algunas sinagogas son algunas de las medidas que han adoptado las fuerzas de seguridad de Israel para resolver el problema que ahora les obsesiona: “Encontrar, capturar y neutralizar lobos solitarios”.

La policía y los servicios secretos afirman que detrás de los últimos ataques mortales de palestinos en Jerusalén no existe una organización estructurada que reclute terroristas y les dé órdenes para ejecutar los atentados que planea. “Han sido lobos solitarios”, explican fuentes policiales. Pero esa certeza contrasta con las incógnitas de cómo combatir una amenaza que, según admiten, no habían enfrentado antes.

La policía israelí exhorta a evitar provocaciones en lugares sagrados

“En un primer nivel, hemos puesto en marcha una operación policial con el objetivo de localizar y detener a esos terroristas. Hemos reforzado ciertas áreas de la ciudad, en especial, los lugares sagrados [denominado el Noble Santuario por los musulmanes, o Monte del Templo por los judíos]”, explica el portavoz de la policía, Micky Rosenfeld. En un segundo nivel, el Shin Bet, los servicios secretos israelíes, “prepara una operación de inteligencia para identificar potenciales lobos solitarios”, añade.

Aunque la radicalización religiosa es uno de los aspectos que la agencia de seguridad analiza para detectar posibles terroristas, su principal preocupación es que no es capaz de determinar cuándo van a actuar. “Es imposible de predecir”, lamenta Jonathan Fine, experto israelí en contraterrorismo, que reconoce que ahora no sale de casa “sin pistola”.

Tampoco es posible saber por qué actúa un lobo solitario. “Nadie sabe lo que pasa por su mente”, consideran fuentes policiales, que insisten en evitar provocaciones como las visitas de políticos israelíes a la Explanada de las Mezquitas. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, encontró un culpable en el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, a quien acusó de incitar al terrorismo. Pero el propio jefe del espionaje, Yoram Cohen, descartó tales afirmaciones.

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El aumento de seguridad en Jerusalén es patente. Basta con pararse más de un minuto frente a la puerta de la sinagoga Kehillat Bnei Torah, en Har Nof, donde la semana pasada dos palestinos asesinaron a cinco personas, para que el agente que circula una y otra vez enfrente de la puerta pregunte el porqué de la espera. “Es por seguridad”, se excusa. “Patrullan para que estemos más tranquilos aunque es difícil que haya otro atentado aquí”, reflexiona Moshé, antes de entrar en la sinagoga. Según relata, algunos de los fieles que frecuentan el templo se plantean poner “un código en la puerta que sólo los judíos puedan entender”. “Pero eso no es práctico, porque cuando la puerta se abra puede pasar más de una persona”, considera.

También en Silwan, un barrio palestino en Jerusalén Este, en el que vivía uno de los terroristas que estampó su coche contra personas que esperaban el tranvía, está tomado por la policía. “Hay ahora muchos policías israelíes, pero no están aquí para protegernos sino para vigilarnos”, protesta Daud, un taxista palestino que vive en este vecindario y que está especialmente molesto por los globos aerostáticos que sobrevuelan la barriada. “Nos pueden ver por la ventana, atenta contra nuestra intimidad”, señala. Daud está convencido de que “nadie pensaría en atacar si la justicia fuera igual para todos, y se demolieran las casas de los judíos que atacan a palestinos, y de que si en lugar de gastar tanto dinero en policía mejoraran la vida de quienes viven en Jerusalén Este”. “Pagamos impuestos pero no nos dan servicios y cuando la gente no tiene nada tampoco tiene nada que perder”.

Es precisamente el problema de fondo que plantea Yoram Schweitzer, del Instituto para Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv: “El aumento de la seguridad no es suficiente si no se resuelven los problemas de los palestinos y se buscan soluciones que mejoren la vida tanto de palestinos como de israelíes”.

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Sobre la firma

PATRICIA R. BLANCO (ENVIADA ESPECIAL)
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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