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“No vayan a visitar a sus familias a México por Navidad, por si acaso”

Los casos particulares de los inmigrantes son tan diversos que muchos aún no pueden saber si entrarán en la reforma migratoria de Obama

Pablo Ximénez de Sandoval
Frontera de México con Estados Unidos en Calexico, California.
Frontera de México con Estados Unidos en Calexico, California.Sandy Huffaker (AFP)

Las medidas ejecutivas del presidente Barack Obama sobre inmigración van a beneficiar a entre cuatro y cinco millones de inmigrantes indocumentados, según estimaciones. Pero entre esos millones de personas cada uno tiene sus propias circunstancias. Los hay que cumplen exactamente las condiciones enunciadas por el presidente para no ser deportado (estar en el país desde antes del 1 de enero de 2010 y ser padre de hijos estadounidenses), pero los casos son tan variados que para muchos ahora mismo hay más lagunas que certezas.

El pasado sábado Carecen, una de las organizaciones de inmigrantes con más solera de Los Ángeles, organizó uno de los primeros foros de la ciudad para contestar dudas. El abogado Daniel Sharp podía asegurar que “si tuvo un hijo después del 20 de noviembre (fecha del anuncio de Obama), está fuera, pero si su hijo nació la noche que el presidente lo anunció, está bien”. Pero aparte de eso, los expertos más que respuestas, por ahora lo que tienen son recomendaciones.

Recomendaciones si cree que puede ser beneficiado

La organización Carecen, una de las más antiguas de Los Ángeles en la defensa de los indocumentados, ha publicado algunas recomendaciones para aquellos que crean que pueden beneficiarse de las medidas de Obama. Aún no hay formularios y no se conocen detalles, pero estas son cosas que puede ir haciendo:

  • Ahorre dinero, por lo menos 465 dólares. Es lo que costaba la solicitud para el programa de Daca.
  • Recoja pruebas de su identidad: pasaporte, matrícula consular, certificado de nacimiento o algún documento oficial con foto.
  • Recoja pruebas de su vinculación con los miembros de su familia que son ciudadanos o residentes.
  • Junte todas las pruebas que pueda de su estancia en Estados Unidos desde 2010, de cada año si es posible. Debe probar que ha estado en el país de forma continuada.
  • Busque su información penal. Puede haber algo que no recuerda o no resolvió bien.
  • Si ha sido condenado alguna vez, consulte con un abogado. Unos delitos lo descalifican, otros no.
  • Si tiene una orden previa de deportación pero cumple las condiciones, consulte con un abogado.
  • No confíe en los notarios públicos que le digan que le pueden hacer los papeles.

El presidente Obama anunció sus medidas en televisión y dio unas directrices generales. La Casa Blanca publicó después algo más detallado por escrito. Pero la realidad es que aún no existe un formulario, ni un pliego de condiciones, y la casuística es infinita. Por lo que hay mucha gente que aún no sabe si puede dejar de temer a la policía o no. “Las reglas se están definiendo en este momento”, dijo Sharp a una audiencia de más de cien personas.

Por ejemplo, Ana Laura Cornejo cuenta que llegó a Estados Unidos en 2008 con una visa de turista. Tuvo un hijo prematuro, de 25 semanas, en California, y tuvo que quedarse aquí por la hospitalización del niño. Cuando pudo, se volvió a México. Pero ha estado volviendo a California para los tratamientos de su hijo. Hace cuatro meses que volvió definitivamente. Su visa de turista siempre ha estado activa, por tanto no está ilegal. Pero tiene un hijo estadounidense de 7 años, ha estado aquí desde hace cinco, entrando y saliendo, y estaba aquí el día del anuncio. ¿Califica para este programa o no? Y otra duda más. Su visa vence en febrero, antes de que se sepan los detalles de la reforma. ¿Es mejor volver a México o quedarse?

Otra chica contaba que estaba convencida de haber caído por una rendija entre el programa Daca (protección contra deportación a los que llegaron como menores) y el programa Dapa (la nueva medida, que protege a los padres de ciudadanos). Entró en el país con 17 años en 2009 y no calificó para el primero. Ahora no califica para el segundo solo porque no ha tenido hijos en este tiempo.

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Diana González quería saber si su madre, de 62 años, podrá optar al programa sin saber inglés. Está en el país desde 1993, “nunca ha sido deportada y no tiene delitos”. Vino con sus cinco hijos, de los cuales tres son residentes legales. ¿Vale con que los hijos sean residentes o tienen que ser ciudadanos? ¿Le dejarán entrar en el programa sin saber inglés?, eran las dudas de González.

Mientras, Marcela Parra quería saber si califica su prima. La deportaron en 2002, pero volvió a entrar ilegalmente antes de 2010 y ahora tiene dos hijos nacidos aquí. ¿Aquella deportación contará como un antecedente que le impida calificar?

“Piense bien lo que hizo el 20 de noviembre o en una fecha cercana”, era otra de las recomendaciones de Sharp. Busquen recibos de un aparcamiento, de un médico, de un supermercado, lo que sea. Los solicitantes deberán demostrar que estaban en el país el día del anuncio del presidente.

Si ha salido del país, ¿queda registro?, preguntaba una señora. ¿Afecta? “Alguien que salió y volvió antes del 1 de enero de 2010 debería calificar”, decía Sharp. En cualquier caso, lo más importante es no ocultar información en el momento de la solicitud. Si hay una salida del país, una multa por conducir ebrio o algo parecido, “enfréntelo”. “Este es el momento de poner en orden muchas cosas de la vida”, recomendó.

Entre los pocos consejos que podía dar Sharp el sábado destacaba este: “No vayan a ver a sus familias a México por Navidad. Piensen bien. Da pena, pero tienen que estar de forma constante en el país desde el anuncio del presidente”. Aunque duela, dijo, no se arriesguen. Nadie sabe ahora mismo si las personas que califican para este programa pueden salir del país y volver a entrar. Podrán en el futuro, ¿pero ahora? Toda prudencia es poca. Todavía no es momento de celebrar nada, vienen a decir los abogados, sino de recoger toda la información posible, no cometer errores y estar atento a las novedades.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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