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Los ingredientes que faltan en la negociación climática

A pocos días de que finalicen las negociaciones en Lima quedan muchos cabos por atar

Una central térmica de carbón en Alemania emisora de CO2.
Una central térmica de carbón en Alemania emisora de CO2.S.G. (Getty Images)

A pocos días de que finalicen las negociaciones climáticas en Lima en el marco de la COP 20, quedan muchos cabos por atar en el borrador de acuerdo que servirá de base para que el próximo año en París tengamos un marco global vinculante y suficientemente ambicioso que nos prevenga de impactos climáticos catastróficos.

Han pasado 5 años desde el fracaso de Copenhague, donde estaba previsto que los líderes mundiales alcanzaran dicho acuerdo, pero fueron incapaces de llevarlo a cabo. Desde entonces, las negociaciones han sido muy lentas. Pero ahora hay una nueva meta: conseguir un acuerdo global en 2015 que entrará en vigor en 2020.

El clima no entiende de política ni va a su ritmo. Tal como afirma el Quinto Informe del IPCC, el cambio climático ya ha causado impactos en todos los continentes y a lo largo y ancho de los océanos, afectando a la agricultura, la salud humana, el abastecimiento de agua y los medios de vida de las personas. No hay lugar a dudas sobre la urgencia y la magnitud de reducción de emisiones que se necesitan para evitar sobrepasar el umbral de aumento de temperatura por encima de los 2ºC. En concreto, toca reducir las emisiones entre un 40 y un 70% a nivel mundial entre 2010 y 2050 y eliminarlas en 2100.

La transición a una economía con bajas emisiones de carbono es técnicamente viable. Además, disminuir las emisiones presenta numerosos co-beneficios relacionados con la salud humana y los medios de subsistencia, y es imprescindible para lograr el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza.

La ciencia es clara y contundente. Entre más nos demoremos en actuar los costos de mitigación y adaptación al cambio climático serán mayores. Los gobiernos conocen los distintos escenarios y los impactos que suponen sus decisiones. Saben que continuar con un modelo energético basado en los combustibles fósiles nos aboca a un cambio climático catastrófico. Conocen que existen oportunidades para la trasformación, que la eficiencia energética y las energías renovables son una alternativa viable técnica y económicamente.

Además, la sociedad cada vez es más consciente y demanda acción climática urgente y contundente, como se pudo apreciar en las masivas movilizaciones que tuvieron lugar en todo el mundo el pasado septiembre, con su epicentro en Nueva York.

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¿Entonces qué le falta a las negociaciones para alcanzar un acuerdo ambicioso y equitativo?

Quizás una revisión de los valores imperantes para dar paso a otros más adaptados a los retos de este siglo. Estos son los ingredientes para combatir el cambio climático de manera efectiva:

Coherencia para ser consecuentes con lo que dice la ciencia en cuanto a la magnitud de reducción de emisiones necesaria, aunque eso obligue a replantear el “status quo”.

Coraje para enfrentar las presiones de los “lobbies” interesados en retrasar la acción climática y así seguir sacando beneficio privado el mayor tiempo posible.

Perspectiva para enfocar las negociaciones climáticas como una oportunidad para dar un giro a un modelo de desarrollo que presenta numerosas fisuras que afloran en forma de pobreza, crisis económica, social y ambiental.

Solidaridad para apoyar a los países más vulnerables a adaptarse a los impactos que sufren, con mayor intensidad y frecuencia, como consecuencia del cambio climático, lo que implica plantearse seriamente cuestiones de justicia y equidad.

Altura de miras para trabajar desde un liderazgo compartido, donde los países, en vez de esperar para asumir mayor ambición a que los demás se muevan, contribuyan con su máximo potencial hacia un desarrollo bajo en carbono, con la convicción de que es la mejor opción en un mundo cambiante.

Necesitamos líderes que den un paso adelante, que contagien a otros líderes, y así cambiar la dinámica del regateo actual por la de crear un legado conjunto de mayor ambición y colaboración por el que serán recordados. Queda poco tiempo, aprovechen estos últimos días para ultimar un buen borrador que incluya estos ingredientes y que sea la base que forje en París el año próximo el acuerdo climático global que todos necesitamos.

Mar Asunción, responsable del Programa de Cambio Climático, WWF España.

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