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El Estado Islámico amenaza las elecciones del domingo en Túnez

Los terroristas asumen el asesinato en 2013 de dos dirigentes políticos de la izquierda

Javier Casqueiro
Fotograma del vídeo en el que un grupo de yihadistas amenaza con boicotear las elecciones en Túnez.
Fotograma del vídeo en el que un grupo de yihadistas amenaza con boicotear las elecciones en Túnez.

El Estado Islámico ha puesto en el punto de mira estratégico de sus próximas amenazas a Túnez. El ejemplo a seguir para las incipientes democracias árabes, el país donde surgieron justo ahora hace cuatro años las primeras revueltas de la revolución de los jazmines, celebra este domingo la segunda vuelta de sus primeras elecciones totalmente libres para la presidencia del país tras un año histórico plagado de hitos democráticos. Anoche, en un vídeo difundido por las redes sociales, un grupo de yihadistas amenazó con boicotear las elecciones con “ataques sangrientos” y asumió por primera vez los asesinatos de dos líderes políticos de la izquierda en 2013.

En el vídeo difundido se puede apreciar perfectamente a cuatro hombres armados y vestidos de combatientes donde, trufados con imágenes de la campaña electoral y de los actuales candidatos, se emiten mensajes para reclutar a tunecinos para la yihad (la guerra santa) y en el que uno de ellos advierte que participar en las votaciones del domingo va contra los preceptos religiosos del Daesh (la denominación del Estado Islámico en árabe): “Vamos a volver y a asesinar a varios de entre vosotros. No viviréis en paz mientras Túnez no sea gobernada en el respeto a la ley islámica”.

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“Sí, tiranos, fuimos nosotros los que asesinamos a Chokri Belaïd y Mohamed Brahmi”, dice en el vídeo Abou Mouqatel. Las autoridades tunecinas y su Ministerio del Interior le han identificado rápidamente. Se trata del terrorista cuyo auténtico nombre es Abu Baker al Hakin, ya con orden de busca y captura por los asesinatos en febrero y julio de 2013 de esos dos líderes políticos de la izquierda entonces en la oposición y que conmocionaron el país. Belaïd era un ferviente antiislamista y Brahmi, un opositor de izquierdas. Es la primera vez que es asumida la autoría de esos asesinatos, que tuvieron enormes repercusiones políticas, con la salida forzada de los islamistas de Ennahda del Gobierno, y cuya autoría ha sido objetivo de múltiples interpretaciones y especulaciones.

Otro de los yihadistas cita como su jefe al actual líder del Estado Islámico, Abu Baker Al Bagdadi. Las autoridades tunecinas están muy preocupadas ante la posibilidad de que cuaje en este país experimento de la primavera árabe algún brote de violencia terrorista relacionado con el Estado Islámico, justo ahora cuando está a punto de acabar un año histórico en el que se han podido aprobar no sin problemas una nueva Constitución, una ley electoral y se han celebrado con bastante normalidad elecciones generales y presidenciales. Túnez se vende al mundo como la start up de las democracias árabes.

El Ministerio del Interior ha desplegado miles de soldados, las fronteras con la vecina y caótica Libia están más vigiladas que nunca y se cerrarán estos días y se han desarticulado en los últimos meses varios grupos yihadistas vinculados a Ansar al Sharia, la rama local del Daesh. Se estima que entre 2.000 y 3.000 tunecinos han podido unirse a grupos radicales para combatir en Siria e Irak y se interpreta que muchos, especialmente los más jóvenes, lo han hecho desesperados por su situación interna, con pocos recursos por el alto nivel de paro y la mala formación.

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Por su parte, en Marruecos ha sido confirmado exactamente en qué consistirá por ahora la participación activa que el Gobierno prometió a primeros de octubre en la lucha sobre el terreno contra el Estado Islámico en Irak y Siria. El diario norteamericano The New York Times informó hace unos días de que Estados Unidos estaba contribuyendo a la formación de pilotos de combate marroquíes que iban a colaborar luego con las fuerzas aéreas bajo mando de los Emiratos Árabes.

Fuentes del Gobierno de Marruecos han ratificado ahora al semanario Le Jeune Afrique que ya han enviado a sus pilotos de los F-16 a participar en esa lucha. Será, además, el bautismo de fuego para el escuadrón del Atlas radicado en la base de Bafra de Ben Guerir, 24 cazas F-16 de última generación fabricados por el constructor norteamericano Lockheed Martin, recién adquiridos y que constituyen una de las flotas más modernas de cualquier país del Magreb. El Gobierno marroquí prometió ofrecer datos concretos sobre cuál sería su aportación exacta, pero aún no lo ha hecho.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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