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La normalización con Cuba choca con resistencias en el Congreso

Los líderes republicanos y algunos demócratas acusan a Obama dar aire a los hermanos Castro sin contrapartidas

Marc Bassets
Anticastristas protestando en Miami por la nueva política de Washington
Anticastristas protestando en Miami por la nueva política de WashingtonJ. GALEANO (REUTERS)

La normalización de las relaciones entre Washington y La Habana topa con resistencias en el Congreso de Estados Unidos. Líderes republicanos y algunos demócratas acusan al presidente Barack Obama de rendición unilateral ante los hermanos Castro, que controlan Cuba desde hace más de medio siglo. El Congreso puede frenar el levantamiento completo del embargo comercial, pero el margen para impedir el restablecimiento de las relaciones es estrecho.

El demócrata Obama rompió el miércoles un tabú al repudiar, por ineficaz, la política de Estados Unidos hacia Cuba, vigente desde principios de los sesenta. Obama, tras conversar por teléfono con el líder cubano, Raúl Castro, anunció negociaciones para reabrir una Embajada de EE UU en La Habana. También ha ordenado a su secretario de Estado, John Kerry, que estudie cómo eliminar a Cuba de la lista de Estados que patrocinan el terrorismo. Estados Unidos facilitará el comercio, los viajes y la transmisión de información hacia la isla.

En un editorial, The Washington Post lamenta que los Castro hayan recibido de la Administración de Obama “un rescate”: bailout es la palabra inglesa, la misma que se aplica a los controvertidos rescates financieros. El editorial del Post, un diario sin aristas ideológicas excesivas pero alineado con posiciones intervencionistas en la política exterior, apunta a un argumento central de los detractores de las nuevas medidas: el deshielo consolida a los Castro en el poder. La oposición al giro de Obama no proviene sólo de la derecha más beligerante.

Para el senador por Nueva Jersey Bob Menéndez, demócrata y presidente saliente de la Comisión de Exteriores del Senado, la normalización con Cuba es “una recompensa que un régimen totalitario no merece”. “El anuncio sólo hace que perpetuar la represión de décadas del régimen de los Castro”, añade. Menéndez es de origen cubano y coincide en sus argumentos con otros legisladores cubanoamericanos.

El líder oficioso del partido del no al deshielo es otro senador de origen cubano, el republicano Marco Rubio, de Florida. Rubio es un posible candidato en la carrera para la sucesión de Obama. Cuba se ha convertido en motivo de debate para la campaña de las presidenciales de 2016.

En artículo en The Wall Street Journal, Rubio sostiene que el canje de presos previo al anuncio del miércoles crea un precedente inquietante. EE UU liberó a tres espías cubanos a cambio de un cooperante y un espía presos en Cuba. “El presidente Obama”, escribe Rubio, “dejó claro que si tomas como rehén a un americano y estás dispuesto a mantenerlo durante un tiempo suficientemente largo, no sólo lograrás que tus prisioneros salgan de las cárceles de Estados Unidos, como los tres espías cubanos, sino que obtendrás concesiones políticas duraderas de EE UU”.

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Ante el argumento de que, en medio siglo, el embargo no ha logrado democratizar Cuba, Rubio y otros defensores del embargo responden que tampoco las políticas de distensión del resto del mundo lo han logrado.

No todos los republicanos son contrarios a las medidas de Obama. El senador de Arizona Jeff Flake ha sido uno de los más activos en la defensa de la normalización. Y Bob Corker, senador por Tennesse que en enero sucederá a Menéndez al frente de la Comisión de Exteriores, ha evitado entrar en a discusión y ha dicho que el Congreso examinará los efectos de los cambios en la política hacia Cuba.

Entre las opciones del Congreso, se encuentra dejar sin fondos la nueva Embajada y vetar la nominación del futuro embajador. En enero el Partido Republicano, ya mayoritario en la Cámara de Representantes, asume el control del Senado. Que este Congreso levante definitivamente el embargo, como ha sugerido Obama, parece improbable sin un cambio de régimen en La Habana.

El desbloqueo puede culminar en una visita de Obama a la isla

La normalización entre Estados Unidos y Cuba acaba de empezar y el camino estará lleno de obstáculos. Pero la Casa Blanca no descarta que culmine con una visita del presidente Barack Obama a La Habana, o incluso una visita del líder cubano Raúl Castro a Washington.

“El presidente ha recibido en EE UU a líderes de Birmania [Myanmar] y China, y por este motivo yo no descartaría una visita del presidente Castro”, dijo ayer Josh Earnest, portavoz de la Casa Blanca.

“No tengo planes ahora mismo, pero veamos cómo evolucionan las cosas”, dijo Obama a un periodista de la cadena ABC que le preguntó si visitaría la isla caribeña antes de terminar su mandato, en enero de 2017.

Este momento, que sería comparable con la visita de Richard Nixon a China en 1972, queda lejos. Las medidas que Obama anunció el miércoles —restablecimiento de relaciones diplomáticas y eliminación de Cuba de la lista de Estados que patrocinan el terrorismo— deben concretarse con una negociación bilateral entre Washington y La Habana.

La negociación comenzará en enero, cuando Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta para el Hemisferio Occidental, viaje a Cuba al frente de una delegación norteamericana. En paralelo, el secretario de Estado ha encargado a sus colaboradores que revisen el estatus de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo.

“Espero ser el primer secretario de Estado en visitar Cuba en 60 años”, dijo Kerry en un comunicado. La Cumbre de las Américas, que se celebrará en abril en Panamá, debe congregar a Obama y a Castro y puede ser la ocasión para consagrar el acercamiento.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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