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OBITUARIO

Edward Brooke, el primer senador afroamericano de Estados Unidos

Fue el primero de los nueve únicos afroamericanos que han sido miembros del Senado

Edward Brooke (dcha.) celebró haber sido testigo de la elección de Obama en 2008.
Edward Brooke (dcha.) celebró haber sido testigo de la elección de Obama en 2008.MANDEL NGAN (AFP)

Apenas un año después de que Estados Unidos aprobara su histórica ley de Derechos Civiles, en 1966, un político de Massachusetts se convertía en el primer senador afroamericano del país. Edward Brooke, responsable de acabar con la ausencia de políticos negros en la cámara durante más de ocho décadas, falleció este sábado a los 95 años de edad.

El presidente Obama ha definido a Brooke como un “líder en la batalla por los derechos civiles y la justicia económica”, según afirmó en un comunicado difundido por la Casa Blanca, en el que también compartía su tristeza y la de la Primera Dama. “Durante sus años de servicio siempre buscó el consenso y el entendimiento entre los dos partidos, trabajando en busca de soluciones a los desafíos que afrontaba el país”.

Cuando Brooke llegó al Senado ya había roto varias barreras. Venció con una campaña electoral en un Estado donde apenas había un 2% de votantes afroamericanos. Pertenecía al Partido Republicano. Antes se había convertido en el primer afroamericano en ocupar el cargo de Fiscal General de un Estado en todo el país. En la década de los 70, cuando EE UU estaba inmerso en el escándalo de Watergate que acabaría con la Administración de Richard Nixon, Brooke fue el primer político de su partido en pedir la dimisión del presidente.

Brooke creció en la capital estadounidense, cuando sus calles todavía estaban demarcadas por la segregación racial, y allí también se graduó en la escuela de leyes de la Universidad de Howard. Tras el ataque a Pearl Harbor en 1941, el todavía estudiante se sumó como reservista del Regimiento de Infantería afroamericano, destinado en Italia. Años después, recuerda ahora el diario The New York Times, denunciaría que en algunos aspectos “los prisioneros alemanes vivían mejor que los soldados negros”.

Fotografía oficial de Brooke como senador en 1966.
Fotografía oficial de Brooke como senador en 1966.HOUSE OF REPRESENTATIVES

El político labró su carrera basándose en esa independencia, lejos de algunas de las propuestas más conservadoras de su partido, algo que sería prácticamente imposible en la actualidad, cuando la actividad política de Washington está marcada por la clara división -y la falta de colaboración- entre ambos partidos. El político republicano, que recibió en 2009 la medalla al mérito del Congreso, aprovechó la ceremonia en su honor para recordar al partido que “no hay otra alternativa, es el momento de dejar los intereses políticos de lado”.

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El legislador defendió a lo largo de su carrera varias medidas en materia de educación o ayudas sociales que le distanciaron de la postura principal de los republicanos. Nada más llegar al Senado, respaldó la ley que promovía las rutas escolares en centros públicos para favorecer la integración racial de las minorías y su acceso a la educación. Y en 1969 daría su nombre a una enmienda de la ley federal de vivienda que limita el porcentaje del salario que deben pagar las personas con pocos ingresos para acceder a una vivienda de protección social.

Brooke, el primero de los nueve únicos afroamericanos en servir en el Senado, incluido Obama, afirmó en 2009 que “daba las gracias a Dios” por haber sido testigo de la elección del primer presidente negro de EE UU. Obama le entregaría poco después la medalla de honor del Congreso, celebrando al senador como “un hombre que invirtió su vida en romper barreras y reducir la división en el país”.

La carrera política de Brooke terminó, sin embargo, con un escándalo derivado de su divorcio con su primera mujer, Remigia, después de 31 años de matrimonio. La separación provocó una investigación del Comité de Ética del Senado acerca de sus finanzas personales que le costaría la reelección en 1978. Brooke lamentaría después que un caso de divorcio, sin relación alguna con su actividad en el Senado, y que no resultó en una acusación formal ni condena, frustrara sus ambiciones políticas.

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