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Un cardenal en el país de los ateos

El Papa Francisco designa cardenal al arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, procedente del país con menos católicos en la región

El papa Francisco con el Arzobispo Daniel Sturla
El papa Francisco con el Arzobispo Daniel SturlaConferencia Episcopal Uruguay

A sus 55 años, el montevideano Daniel Sturla es uno de los tres latinoamericanos nombrados al colegio cardenalicio por el Papa Francisco, toda una apuesta si se tiene en cuenta que Uruguay es una excepción en la región, con tan sólo 42% de católicos entre su población y una separación auténtica entre Iglesia y Estado desde 1917. El 40% de los uruguayos se declara ateo o agnóstico, según datos del 2014 del centro estadounidense de investigación Pew Research Center.

Por ello, la elección de Sturla tiene más que ver con su perfil moderno y abierto al diálogo que con la posibilidad numérica de revertir la pérdida de fieles en América Latina, donde viven el 40% de los católicos del mundo. Procedente de México, otro de los purpurados designados por el Papa, Alberto Suárez Inda,  predica en un país con un 79% de católicos. El tercer latinoamericano nombrado cardenal es el panameño José Luis Lacunza, residente en un país con un 72% de católicos, según un estudio de Corporación Latinobarómetro de 2014.

Desde su llegada al arzobispado de Montevideo, el salesiano Sturla se ha mostrado favorable a la legalización de la marihuana (“no tengo una posición contraria”), aunque mostrando “dudas” sobre su éxito para luchar contra la drogadicción. En noviembre de 2014 se reunió con las organizaciones de gays y lesbianas y declaró que “ser homosexual no es pecado”, pidiendo disculpas si la Iglesia ofendió a los que optaron por tener relaciones con el mismo sexo.

Pero al igual que el Papa Francisco, Sturla tiene sus límites y se ha opuesto al matrimonio homosexual (legal desde 2013) y recientemente provocó una polémica al criticar una guía diseñada para que los profesores de los colegios puedan abordar las situaciones de diversidad de género en sus aulas.

Estos días los grandes almacenes y jugueterías desbordan de productos navideños. Pero en Uruguay, oficialmente el 6 de enero no llegan los Reyes Magos, sino que se celebra “el día del niño”. El 25 de diciembre es “el día de las familias”; la Semana Santa se llama “semana de turismo” y la fiesta de la Inmaculada es “el día de las playas”. Desde 1919 Uruguay tiene el único calendario laico exitoso del mundo cristiano, como ha reconocido el flamante cardenal Sturla en uno de sus artículos teológicos, tras compararlo con los fracasos de la Revolución Francesa y la Revolución bolchevique rusa, que lograron efímeras aboliciones del calendario gregoriano.

Sturla, con una dilatada experiencia como profesor y teólogo, predica contra un enemigo en la sombra, el dos veces expresidente José Batlle y Ordóñez (1856-1926), quien separó la Iglesia del Estado en 1917 y forjó el carácter liberal y laico de la sociedad uruguaya. En la actualidad, la Iglesia Católica tiene enemigos más directos con el fuerte empuje de los grupos evangélicos procedentes de Brasil. En el 2013 la Iglesia Pare de Sufrir inauguró el mayor templo en décadas en Montevideo. El edificio situado en pleno centro supuso una inversión de 15 millones de dólares y fue toda una exhibición de poder.

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Ante este fenómeno, los católicos uruguayos se han refugiado en la enseñanza, un sector visto como una alternativa al sistema público, que registra un retroceso de los resultados en primaria y secundaria. La mejora de la educación es una de las prioridades de los ciudadanos uruguayos, tema que ha centrado los intercambios entre el nuevo cardenal y el Papa Francisco, según la prensa local.

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