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La CELAC da un respaldo unánime a Castro en el fin del deshielo

Cuba recibe el apoyo de los 33 países de América Latina y el Caribe

Algunos de los dirigentes latinoamericanos, durante la reunión de la CELAC, en Costa Rica. / a. bolívar (EFE)
Algunos de los dirigentes latinoamericanos, durante la reunión de la CELAC, en Costa Rica. / a. bolívar (EFE)

Entre abundantes diferencias ideológicas y de políticas internas, los gobernantes de los 33 países de América Latina y el Caribe repudiaron este jueves la vigencia del embargo que Estados Unidos mantiene contra Cuba, una de las condiciones que el presidente Raúl Castro ha considerado indispensables para normalizar las relaciones diplomáticas con Washington.

La “necesidad” de poner fin al embargo —vigente desde 1960— se mencionó en una de las primeras declaraciones que tuvieron lugar en el cierre de la III Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en un recinto privado en la localidad de Belén, 15 kilómetros al oeste de la capital costarricense.

De manera unánime, como debe adoptarse cualquier decisión en este grupo, la declaración recoge el reclamo que hizo Raúl Castro el pasado miércoles, al clarificar el proceso de diálogo que anunció el 17 de diciembre junto con el presidente estadounidense, Barack Obama. La eliminación del embargo es un condicionante para la normalización de las relaciones bilaterales y una “violación a los derechos humanos”, según el presidente de Ecuador, Rafael Correa, a quien el anfitrión, Luis Guillermo Solís, entregó la presidencia temporal de la CELAC durante todo el 2015.

Pese a la oposición de una parte del Congreso de Estados Unidos a la intención de Obama de retirar el embargo, este tiene potestades suficientes para avanzar en algunas medidas, ha insistido Raúl Castro en este foro. “Pudiera permitir en otros sectores de la economía lo que ha autorizado en el ámbito de las telecomunicaciones, con evidentes objetivos de influencia política en Cuba”, pronunció el miércoles el presidente cubano. Antes recordó que persiste la prohibición de créditos, que se impiden los viajes de estadounidenses para los intercambios “pueblo a pueblo” y los visitantes por vía marítima, además de las limitaciones al comercio de equipos de tecnología que tengan componentes estadounidenses o de productos con materias primas cubanas.

La referencia al embargo no fue la única. También aprobaron el apoyo a los reclamos de Argentina sobre islas Malvinas y al proceso de paz del gobierno de Colombia con las Fuerzas Armadas Revoucionarias (FARC), como ya ha ocurrido en cumbres anteriores de la CELAC, fundada en 2011 por iniciativa de Hugo Chávez. La cumbre ha servido como foro de discusión sobre la nueva etapa diplomática de Cuba y Estados Unidos, de manera preparatoria a la Cumbre de las Américas programa para abril en Panamá, en la que Obama podría coincidir con Castro, quien ya ha confirmado su participación.

Más allá de las referencias al embargo, la declaración principal de esta cumbre se centró en el combate contra la pobreza, con la meta de erradicarla en su estado extremo antes del 2020, según lo propuso Ecuador. La pobreza extrema, o miseria, afecta de manera directa al 12% de los 600 millones que habitan en los 33 países miembros de la CELAC.

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La meta, sin embargo, parece más difícil al cotejarse con la desaceleración económica que vive la región, con especial acento en Brasil, México, Argentina y Venezuela, cuya crisis actual obedece a ataques de otros países, según el presidente Nicolás Maduro y mandatarios afines, y no solo a la caída del petróleo. La media de crecimiento de las economías de la CELAC alcanzó en 2014 un 2,8%, similar a la de 2013, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

La cumbre ha alojado abundantes mensajes políticos sin límites de agenda, incluidos los partidarios a incorporar a Puerto Rico a la CELAC, a pesar de no ser un estado independiente. Lo apoyaron el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro; el ecuatorionao Rafael Correa y Daniel Ortega (Nicaragua), quien cedió su tiempo en micrófono al dirigente independentistas Rubén Berríos y llegó a nombrarle jefe de delegación, lo cual provocó polémica con otros dirigentes.

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