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Un diálogo de sordos

Un centro intenta potenciar el entendimiento de ambas naciones

Un grupo de personas espera en un refugio el final de un bombardeo sobre Enakievo (Ucrania), el pasado 29 de enero.
Un grupo de personas espera en un refugio el final de un bombardeo sobre Enakievo (Ucrania), el pasado 29 de enero.DOMINIQUE FAGET (afp)

Cada año, en marzo, se publica de forma paralela en Polonia y Rusia una encuesta sobre lo que los rusos y los polacos piensan los unos de los otros y cómo perciben la situación internacional. El estudio lo realiza el Centro Polaco-Ruso para el Diálogo y el Entendimiento.

Este año, los autores de la encuesta tropezaron con la cuestión de Ucrania. La versión original de la pregunta en ruso era: "¿Cuál es su actitud hacia la junta fascista de Kiev?". Los sorprendidos polacos habían propuesto una pregunta sobre la "transformación proeuropea en Ucrania". Al final, ambas partes acordaron una pregunta neutral sobre la "evaluación de los cambios en Ucrania", aunque los sociólogos rusos no se quedaron satisfechos con este cambio.

Explicaban que no se trataba de política, sino de metodología. Argumentaban que, a la hora de realizar los estudios, se debe emplear un sistema conceptual, fácil de entender para el entrevistado. Si la pregunta en cuestión trata de la "junta fascista", el asunto es claro porque este es el lenguaje utilizado por los medios de comunicación rusos, dice el director del centro, Slawomir Debski. Este ejemplo muestra que rusos y polacos se comunican a través de unos códigos conceptuales completamente diferentes. A la pregunta de cómo se mantiene el diálogo y el entendimiento, Debski responde que "difícilmente".

El Centro Polaco-Ruso para el Diálogo y el Entendimiento es fruto de una breve distensión en las relaciones bilaterales en los años 2009 y 2010, que ya parecen haber olvidado ambos países. El centro se creó por iniciativa de un grupo ruso-polaco que investiga los elementos más sangrientos (y engañosos) de su historia común. Su creación fue acordada por los jefes de los dos Gobiernos, el polaco Donald Tusk y el ruso Vladímir Putin.

El momento clave de la mejoría en las relaciones estuvo marcado por la visita que realizó Vladímir Putin, el 7 de abril de 2010, a las tumbas de los oficiales polacos tiroteados por la NKVD en 1940 en Katyn. Entonces se acordó que en 2015 se celebraría en Rusia el año de la cultura polaca, y viceversa. Sin embargo, poco después, la investigación sobre el accidente del avión Tu-154 en el que murió el presidente polaco Lech Kaczynski enfrió de nuevo el entendimiento.

Cualquier crítica polaca a Putin es percibida por sus vecinos como “rusofobia”
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Polonia, en lo que se refiere al conflicto de Crimea y Donbas, se pronuncia firmemente a favor de Ucrania; las autoridades polacas describen la política de Moscú literalmente como terrorismo estatal. Las autoridades rusas perciben a Polonia como un país ostensiblemente antirruso y el funcionamiento de los centros de diálogo y entendimiento les parecen extravagantes.

"Somos como una isla. Parte de los políticos y periodistas polacos, especialmente los de derechas, nos definen como ‘agentes rusos que ejercen influencia’. En Rusia, algunos de los socios nos tratan como una agencia polaca", comenta Debski. El principal problema para los polacos es el hecho de que cualquier opinión crítica acerca de las actuaciones del presidente Putin, a ojos de muchos interlocutores, es calificada suavemente de "rusofobia", y radicalmente de "fascismo" y trato favorable frente a los banderowcy, miembros de la facción revolucionaria de la Organización de Nacionalistas Ucranios.

Aún así, el centro sigue realizando investigaciones con un alcance bastante amplio, desde la publicación de las fuentes históricas de la época del "período tumultuoso" (de 1607 a 1612, los años en que los dirigentes polacos residían en el Kremlin), hasta la reconstrucción del llamado "listado de Bielorrusia" (lista de los oficiales muertos por la NKVD, cuyas tumbas aún no han sido encontradas). A lo largo del año se organiza entre Polonia y Rusia un intercambio juvenil, gracias al cual cerca de 1.000 jóvenes polacos acuden a conocer el país vecino. Solo que, lo que sucede con cada vez más frecuencia, que los científicos rusos, sobre todo los que representan a los círculos oficiales, se niegan a recibir a los jóvenes, declarando que "no hay tiempo para ellos", y los padres de los muchachos se preguntan si estarán seguros en Rusia.

"Siempre que un ruso esté interesado en conversar, trataremos de hablar", afirma Debski. A su juicio, un valor en sí mismo es que en Rusia y en Polonia existen dos instituciones que fomentan el interés hacia el país vecino y cuentan con fondos especialmente asignados para tal fin. "Hasta hace poco, nadie en Rusia se interesaba especialmente por Polonia, y contrariamente a las apariencias, el interés en la dirección opuesta no es particularmente grande", concluye Debski.

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