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¿Un espía en el futuro Gobierno de Turquía?

El jefe de Inteligencia, Hakan Fidan, dimite de su cargo para presentarse a las elecciones

Andrés Mourenza
Hakan Fidan, el pasado agosto de 2012 en Ankara.
Hakan Fidan, el pasado agosto de 2012 en Ankara.EFE

A medida que se aproximan las elecciones generales del próximo mes de junio, decenas de altos funcionarios turcos están presentando su dimisión, un requisito imprescindible si quieren concurrir como candidatos en los comicios. De acuerdo al diario progubernamental Yeni Safak, hasta 700 cargos públicos –desde consejeros del Gobierno a jefes de organismos estatales– han dejado sus cargos con la intención de que los partidos políticos los incluyan en sus listas. Pero el que más revuelo ha causado ha sido Hakan Fidan, jefe de los servicios secretos de Turquía, para el que –según la prensa- el Gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado) reserva importantes planes.

Fidan fue nombrado jefe de la Agencia Nacional de Inteligencia (MIT) en 2010 por el entonces primer ministro y hoy jefe de Estado, Recep Tayyip Erdogan, que siempre lo consideró un hombre de su máxima confianza. De hecho, antes de asumir la jefatura del servicio de espionaje, Fidan, había sido enviado por Erdogan a Oslo (Noruega) con la delicadísima misión de iniciar las conversaciones secretas con el grupo armado kurdo PKK que, en 2013, cristalizarían en un proceso de paz en toda regla.

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Durante su paso por el MIT, este suboficial de las Fuerzas Armadas de Turquía, ha conseguido modernizado la agencia pero también ha sido muy criticado por lo que la oposición considera subordinación a los designios de Erdogan y por su implicación en algunos escándalos como el envío de armas a la oposición siria –descubierto cuando un equipo de gendarmes registró un convoy de camiones del MIT– o las conversaciones filtradas también el pasado año en las que Fidan se ofrecía a fabricar un casus belli para justificar una intervención militar turca en Siria. Sin embargo, ante cada polémica, Erdogan siempre se aprestó a defender a su protegido e incluso elevó el nivel de inmunidad del que ahora gozan los jefes de la agencia cuando un tribunal intentó procesarlo.

De ahí que haya llamado tanto la atención que el presidente de Turquía se oponga a la dimisión de Fidan. “No apoyo su candidatura”, dijo este fin de semana Erdogan: “Así se lo he hecho saber al primer ministro [Ahmet Davutoglu]. Pero es su decisión, yo no tengo derecho a interferir en ella”. En principio, Fidan no tendría ningún problema para dar el salto desde su actual puesto a una cartera ministerial en un futuro Gobierno del AKP (nadie duda de que ganará nuevamente las elecciones). Su nombre ya ha sonado en varias ocasiones para puestos ministeriales y la prensa turca especula con que su nuevo cargo estaría en la cartera de Exteriores, en sustitución de Mevlut Çavusoglu, quien no concurrirá a las elecciones.

Hay una razón que podría haber movido a Fidan a actuar contra los designios de su antiguo mentor Erdogan y a alinearse con el primer ministro Davutoglu y es que éste último lo necesita para conformar un cartel electoral atractivo. Davutoglu, un académico de carrera, no es Erdogan; carece del carisma del ahora presidente. “Así que necesita un buen equipo electoral, con tres o cuatro caras bien conocidas”, sostiene Mehmet Özkan, director del centro de estudios antiterroristas de la Academia de Policía turca: “Y Fidan es muy popular por haber logrado el rescate de los rehenes turcos en manos del Estado Islámico y haber llevado el proceso paz con el PKK. Hasta Fidan, nadie sabía quién era el jefe del MIT”.

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Lo que no está tan claro es si este hecho ahondará lo que parece una creciente brecha entre Erdogan y su sucesor Davutoglu, pues se han producido algunos roces en los últimos meses. “Yo lo veo más como un choque de prioridades: el presidente quiere a alguien de confianza al frente de los servicios secretos y Davutoglu necesita una mano de cara a las elecciones”, afirma Özkan en declaraciones a EL PAÍS.

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