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Dinamarca también combate el yihadismo con prevención

El atentado de Copenhague pone a prueba un novedoso programa contra el extremismo

Luis Doncel (Enviado Especial)
Unos hombres, ante la tumba del autor de los atentados.
Unos hombres, ante la tumba del autor de los atentados.j. a. (EFE)

“Quiero ir a Siria a luchar. Es la única forma que tengo de demostrar mi compromiso con el islam”. Lasse se estremeció ante la confesión que acababa de oír. El adolescente con el que se veía desde hace tiempo una o dos veces a la semana lo tenía decidido. Hoy, un año más tarde, el chico nacido en Dinamarca que pretendía embarcarse en la yihad ha cambiado de opinión y agradece a su tutor haberle alertado de los riesgos que corría. Lasse en realidad no se llama Lasse. Pide guardar el anonimato porque una de las bases del programa en el que participa es la confidencialidad: si se le identifica a él, también podría conocerse la identidad del joven que ha logrado alejar de las garras del radicalismo religioso.

Lasse habla sentado en la cafetería de la Universidad de Aarhus, la ciudad danesa pionera en prevención del radicalismo —no solo religioso, también político, ya sea de izquierdas o de derechas—. El programa se ha hecho tan famoso que el alcalde de este municipio de 330.000 habitantes —de los que en torno al 10% son inmigrantes de primera o segunda generación— ha sido invitado por el presidente Barack Obama para participar en la cumbre contra el extremismo celebrada esta semana en Washington. Pero el doble atentado del pasado sábado en Copenhague pondrá a prueba la resistencia de un proyecto que ya antes del ataque al centro cultural y a la sinagoga disgustaba a los más conservadores.

Basta un trayecto de diez minutos en coche para acercarse a otro mundo. Desde la idílica y luminosa Universidad de Aarhus hasta la mezquita salafista de Grimhojvej, en una especie de polígono de las afueras de la ciudad donde la comunidad palestina es legión. Acompañado por media docena de colaboradores, el imam Osama el Saadi se desplaza con ayuda de muletas a su despacho. Allí mira divertido su aparición en un documental de la televisión francesa sobre el islamismo radical en Dinamarca. “Defendemos la lucha de Estado Islámico”, dice El Saadi a través de la pantalla. “¿Y eso es todo lo que han puesto de la conversación que tuve con ellos?”, se pregunta algo molesto al verse en televisión. ¿Pero usted realmente apoya esa organización? Duda un poco en responder. “Defiendo un califato islámico”, concede.

La mezquita de Grimhojvej es uno de los factores que explica la existencia del programa de prevención del extremismo. Tras los atentados de Madrid en 2004 y Londres en 2005, las autoridades de Aarhus comenzaron a reflexionar cómo podían prepararse ante la amenaza terrorista. “En Dinamarca, los policías no solo investigan y persiguen los delitos. Desde hace 30 años, los agentes también trabajamos en la prevención. Y lo que hemos hecho es aplicar este principio a los nuevos riesgos de la sociedad”, señala el comisario Allan Aarslev desde las dependencias policiales.

La tarea más difícil a la que se enfrentan los responsables de este proyecto bicéfalo del Ayuntamiento y la Policía local es elegir a sus beneficiarios. El primer paso tiene que venir de los padres, un profesor o un trabajador social que detecten una deriva radical. Los responsables invitan al joven —en su mayor parte varones entre los 15 y los 25 años— a una charla informal. “Allí les explicamos qué hacemos. Es muy importante abrir un diálogo honesto desde el principio y dejar claro que las reuniones son voluntarias. Si deciden continuar, organizamos citas en las que podemos ir al cine o a comer algo, y vamos preguntando al tutelado por sus problemas e inquietudes. Poco a poco vamos profundizando más y abordamos temas de política y religión. Suelen ser adolescentes que no se sienten aceptados en la sociedad y que están muy preocupados por lo que ocurre, por ejemplo, en Medio Oriente”, explica Lasse, que tiene la ventaja de haberse especializado en el estudio del islam. “Los chicos me respetan porque saben que sé de lo que hablo cuando les digo que las consignas que oyen en la mezquita o ven en internet no son ciertas”, continúa.

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Desde su puesta en marcha en 2010, este programa, con un coste inferior a un millón de euros al año, ha contado con 22 tutelados y dos centenares de participantes en talleres de concienciación. ¿Cuáles son sus resultados? Los responsables coinciden en que cuanto antes se detecte el cáncer extremista, más probabilidades hay de éxito. “En total, he ejercido de tutor con cuatro chicos. Uno de ellos cortó la relación a los pocos meses y no sé qué ha sido de él. Con los otros hemos logrado el objetivo”, responde Lasse. “Un buen síntoma es que en 2014 solo un vecino de Aarhus viajó a Siria, mientras que antes cada año iban unos 30, todos ellos habituales de la mezquita de Grimhojvej”, señala el comisario. “Yo no recomiendo a nadie que vaya a Siria. Condenamos los ataques contra víctimas inocentes”, responde el imam El Saadi.

Defensores y contrarios del modelo Aarhus recurrirán al atentado de Copenhague para reforzar sus argumentos. “Lo ocurrido es una confirmación de la necesidad de nuestro programa. Pero tenemos que investigar más la vida del terrorista para ajustar nuestras políticas de prevención”, afirma Toke Agerschou, responsable de Juventud del Ayuntamiento.

El xenófobo Partido Popular Danés es quizá el mayor crítico del programa. “Se ha sobredimensionado su éxito. Nosotros defendemos una política más dura: queremos perseguir a las figuras religiosas que predican odio y violencia; y abogamos por aumentar la vigilancia en los ambientes radicales”, señala un portavoz. Este partido, el más votado en las europeas de 2014, tendrá un papel fundamental en las elecciones que este año pueden desbancar del poder a la actual coalición de centro-izquierda. Serán unos comicios en los que, como es habitual en Dinamarca, el debate sobre la inmigración y la integración será clave.

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Sobre la firma

Luis Doncel (Enviado Especial)
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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