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Tribuna
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Aureliano Buendía y Henry Ford toman un café

Por primera vez en la historia, los 35 Estados de las Américas se sentarán en la misma mesa en la Cumbre de Panamá

A principios del siglo XX, el pragmatismo de Henry Ford lo llevó a perfeccionar la cadena de montaje, producir el Ford T y revolucionar el mundo. El espíritu expansionista e hiperrealista, según diría Umberto Eco, impulsó a Henry Ford a construir en el Amazonas una ciudad del tamaño de la Comunidad de Madrid, para extraer caucho y abaratar sus costos de producción. Por supuesto, la ciudad inventada por el hombre mas rico del mundo sólo podía llamarse Fordlandia.

Mientras tanto, en el mundo real maravilloso de Macondo, el Coronel Aureliano Buendía, encerrado en su taller, fabricaba pescaditos de oro para cambiarlos por monedas de oro, que luego fundía para hacer mas pescaditos de oro, y así sucesivamente en un círculo vicioso exasperante, cuya ecuación financiera posiblemente Ford jamás hubiese podido comprender. En esos años llegaba a Macondo el primer automóvil, trayendo a Jack Brown para hacerse cargo de la compañía bananera. Junto a el también llegaban los sicarios, las persecuciones, las ejecuciones, la enfermedades y el diluvio.

En la realidad y la ficción, estas dos culturas no nacieron para entenderse fácilmente y los desencuentros entre EEUU y América Latina han sido la principal moneda de cambio a lo largo de dos siglos. El epítome del desencuentro lo representa la relación entre EEUU y Cuba que durante mas de cinco décadas afectó profundamente las relaciones bilaterales y multilaterales entre todos los países de la región, como ningún otro hecho a lo largo de toda nuestra historia. El fantasma cubano estuvo sentado en todas las mesas de negociación.

Tal vez algo esté cambiando. El 17 de diciembre, Raúl Castro y Obama sorprendieron al mundo y en pocos minutos le pusieron fin a décadas de hostilidad al anunciar el restablecimiento de relaciones diplomáticas. Con una simpleza poco característica de la diatriba revolucionaria cubana, Raúl Castro resume la irracionalidad de ambos países durante cinco décadas al decir “debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias.”

Mientras los ecos del acuerdo continúan resonando, EEUU dio otra señal de acercamiento hacia la región y nombró a un Enviado Especial a participar en el Proceso de Paz entre el gobierno de Colombia y las FARC. Un final exitoso del diálogo con Cuba, sumado al posible fin del conflicto armado de mayor duración en América Latina, tiene el potencial de crear el bloque más grande de países, mayoritariamente democráticos y pacíficos, con un potencial político y económico difícil de igualar.

Lamentablemente, no a todos les gusta el camino de la paz y la democracia. Venezuela está haciendo un esfuerzo desesperado por ocupar la silla que está vaciando Cuba. Esa silla es la garantía de subsistencia del régimen de Maduro, como fue durante cinco décadas para el régimen castrista. Sin embargo, si América Latina apoyó al régimen cubano es porque representaba el sueño inconcluso del ideal independentista, que encontraba su justificación en las decenas de intervenciones militares norteamericanas. Pero Chávez y Maduro no son Fidel, y el régimen Chavista jamás encontró un ícono revolucionario como el Che para cubrir las paredes de todas las universidades del mundo y asegurarse lealtad mundial a través de las generaciones. América Latina cometería un grave error en comprarle el cuento a un payaso peligroso, que encarcela a la oposición y que ya puso en ejercicio su reciente reforma que autoriza el uso de las armas en las manifestaciones, costándole la vida a un joven de 14 años.

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En Abril, durante la Cumbre de las Américas en Panamá, se puede dar el siguiente paso en el afianzamiento de las relaciones. La Cumbre puede ser la reunión mas significativa en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Puede ser más importante que el Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826, convocado por Bolívar, del cual Estados Unidos no participó porque un delegado murió en Cartagena y el otro llegó un día tarde. Puede ser más importante que la Cumbre en Punta del Este en 1967, en la que el conflicto entre Cuba y EEUU ya dividía el hemisferio. Y puede ser más importante que la de Miami en 1994, en la que el reinicio del proceso de Cumbres de la mano de Clinton estaría más marcado por la ausencia de Cuba que por la presencia de los otros 34 países.

Por primera vez en la historia, los 35 Estados de las Américas se sentarán en la misma mesa. Si bien en sólo dos días no discutirán ni un ápice de los temas pendientes, podrán dar un paso mucho mas importante, como es el de enterrar el fantasma cubano que ha flotado en todas las relaciones multilaterales y bilaterales. Más que acordar un sinnúmero de programas de dudoso cumplimiento, la Cumbre puede ser facilitadora para todos los diálogos posteriores entre los países de la región. Maduro intentará socavar la Cumbre, ya que ésta pondrá en evidencia su creciente aislamiento, pero esperemos que América Latina y Estados Unidos no dejen que un pajarito les arruine la fiesta.

No creo que Aureliano y Henry algún día salgan de copas, se embriaguen y se abracen como dos amigos inseparables. Pero hasta hace un par de meses, ni siquiera se podían tomar un café. Esperemos que la condena a cien años de soledad haya terminado y que con las negociaciones con Cuba, las FARC y la próxima Cumbre se terminen las Fordlandias y las bananeras.

Santiago Canton es director ejecutivo del Robert F. Kennedy Human Rights.

Twitter @SantiagoACanton

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