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Clinton usó solo su correo privado en su puesto como secretaria de Estado

La exsenadora demócrata se habría expuesto a los piratas informáticos además de violar leyes federales que obligan a guardar ese material para los archivos

Yolanda Monge
Hillary Clinton, en una foto de 2011.
Hillary Clinton, en una foto de 2011. KEVIN LAMARQUE (REUTERS)

La campaña presidencial de Hillary Clinton es un futurible sin concretar y sin embargo la eventual candidata a la Casa Blanca ya sufre reveses. Según reveló en la noche del lunes el diario The New York Times, Clinton usó exclusivamente su correo electrónico privado durante los cuatro años que estuvo al frente del Departamento de Estado, lo que podría suponer una violación de la ley federal que requiere que se entreguen todas las comunicaciones de los altos cargos para que queden en los archivos.

Pero más allá de violar leyes, los expertos apuntan que lo que hizo la exsecretaria de Estado con su actitud fue ser una presa fácil para los hackers y violar las expectativas de los ciudadanos respecto a como deberían de comportarse los altos cargos públicos.

Clinton no tuvo un correo electrónico del Departamento de Estado y sus ayudantes y colaboradores no corrigieron este error así como tampoco guardaron las comunicaciones electrónicas de la secretaria de Estado. Fue hace dos meses, cuando se requirió al departamento de Estado ciertos correos dentro de la investigación del atentado de Bengasi, cuando los asesores de la exsecretaria de Estado revisaron decenas de miles de páginas de la cuenta de su correo personal y decidieron cuáles entregar. En total, se dieron 55.000 páginas de correos electrónicos.

Lo sucedido daña la imagen de la exsenadora y exprimera dama porque refuerza la crítica que se hace tanto a ella como a su marido, Bill Clinton, de no ser precisamente amantes de la transparencia. Además, lo revelado llega días después de que se diera a conocer en varios medios la ingente cantidad de dinero acumulada por el matrimonio Clinton en su fundación procedente de Gobiernos extranjeros y particulares que podría representar un conflicto de intereses.

Los republicanos se han apresurado a caracterizar el único y exclusivo uso del correo privado de Clinton como una prueba más de que la exsecretaria de Estado haría cualquier cosa para lograr sus ambiciones políticas

El uso de una cuenta de correo electrónico privada está permitido pero se circunscribe a circunstancias excepcionales, cuando no existe otro método oficial de comunicación. Cierto es que Clinton no es la primera secretaria de Estado en usar su correo privado pero sí la que lo ha hecho de manera continuada. El sucesor de Clinton, John Kerry, es el primer secretario de Estado en usar una cuenta de correo estandarizada con la dirección “state.gov”.

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Los republicanos se han apresurado a caracterizar el único y exclusivo uso del correo privado de Clinton como una prueba más de que la exsecretaria de Estado haría cualquier cosa para lograr sus ambiciones políticas. Su potencial rival, el republicano Jeb Bush, ha creado una cuenta a través de la que quien lo desee puede acceder a su correspondencia oficial mientras fue Gobernador de Florida.

Bajo la ley federal, cartas y correos electrónicos escritos o recibidos por funcionarios federales, como es el caso de la secretaria de Estado, se consideran "registros públicos" y deben ser retenidos para que los comités del Congreso, historiadores y miembros de los medios de comunicación puedan acceder a ellos, aunque hay excepciones a la ley para ciertos materiales clasificados y sensibles.

Thomas S. Blanton, director del Archivo de Seguridad Nacional, un grupo con sede en la Universidad George Washington que aboga por la transparencia del Gobierno, ha advertido de que los correos electrónicos personales no son seguros y ha añadido que los altos funcionarios no deberían usarlos.

La investigación que ha destapado lo que podría concluir en una violación de la ley federal despierta el asunto nunca puesto a dormir del ataque en Bengasi (Libia) en septiembre de 2012 en el que murieron cuatro ciudadanos estadounidenses, entre ellos el embajador en aquel puesto, Christopher Stevens. Entonces, a Clinton se le acusó de no haber hecho todo lo posible para evitar el ataque.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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