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Grecia discute una nueva lista de reformas con los socios del euro

Alemania subraya que Atenas debe presentar un plan ambicioso, mientras Alexis Tsipras dice que "no dará marcha atrás"

Claudi Pérez
Alexis Tsipras, durante una sesión parlamentaria, este lunes en Atenas.
Alexis Tsipras, durante una sesión parlamentaria, este lunes en Atenas.ARIS MESSINIS (AFP)

El lado oscuro del sueño europeo tiene diversas variantes. El euroescepticismo y el auge de los populismos siguen ahí, amenazantes, al alza de la mano de la crisis. Y ese lado oscuro asoma en el nuevo rol de la UE como madrastra en cada uno de los rescates —especialmente con Grecia—, que no son otra cosa que créditos a cambio de condiciones. Atenas sigue negociando con los socios del euro y a la espera de un tercer rescate, New Deal o como quiera que se llame necesita un acuerdo puente para no quedarse sin dinero y hacer frente a los vencimientos de su deuda, por un lado, y a los gastos corrientes del país, por otro. El Ejecutivo griego negociaba anoche con las instituciones anteriormente conocidas como troika una lista detallada de reformas, que incluye 1.500 millones en privatizaciones, 3.700 millones en subidas de impuestos y lucha contra la evasión fiscal y esa caja de Pandora denominada reformas estructurales, entre las que hay desde cambios en el sistema de pensiones hasta nuevas leyes para garantizar la autonomía de la Autoridad Fiscal Independiente o la agencia estadística pública.

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El Eurogrupo quiere sobre todo medidas detalladas. Y el Gobierno de Alexis Tsipras va esculpiendo trabajosamente una lista que debe respetar un delicado equilibrio: hay que convencer a la Comisión Europea, el Banco Central Europea y el Fondo Monetario Internacional para recibir la luz verde de los ministros de Economía de la eurozona. Hay que salvar la bola de partido de abril, con pagos a los acreedores y las arcas públicas casi vacías. Y a la vez Tsipras debe hacer encaje de bolillos para que ese goteo de medidas no le provoque un agujero en casa, ni en el Parlamento griego —donde compareció en la tarde del lunes— ni en su propio partido, cuya ala izquierda ya le enseñó las garras hace unas semanas en una situación similar, con el Eurogrupo reclamando la anterior lista de reformas.

El lío es parecido al del pasado 20 de febrero, cuando Grecia se comprometió a presentar un listado de medidas y las sospechas de los mercados provocaron una estampida en la banca griega que al final no fue para tanto. Atenas se enfrenta de nuevo a una fecha límite: Grecia debía presentar este lunes una segunda lista mucho más detallada, que se ha ido filtrando a los medios a lo largo del fin de semana, para que los socios del euro adelanten alguno de los pagos pendientes. El menudeo de la negociación es importante a corto plazo para evitar un (improbable) accidente. Pero las fuentes consultadas en Bruselas apuntan que la dureza que muestran los socios del euro y las resistencias de Grecia para acordar el parche actual no son más que gesticulaciones: la verdadera negociación es otra. Grecia no tiene acceso a los mercados y necesita imperiosamente un nuevo rescate antes de finales de junio. Esa es la partida verdaderamente importante.

El detalle de la iniciativa helena

Medidas fiscales. La lista de reformas que el Gobierno heleno está negociando con sus acreedores prevén recaudar ingresos adicionales para el Estado por un total de 3.700 millones de euros, a través básicamente de medidas fiscales. Según las informaciones publicadas por medios locales, entre las medidas propuestas están recabar 725 millones de impuestos sobre depósitos en el extranjero; 350 de la lucha contra el fraude del IVA; 350 de la venta de licencias de televisión; 600 de la recuperación de atrasos en pagos tributarios o a la seguridad social; 300 de la subida del tipo marginal, para las rentas más altas. También se prevé recuperar 200 millones de euros de las licencias por las apuestas en Internet y 250 de la lucha contra el contrabando de tabaco y combustible.

Banco malo. El Gobierno de Atenas propone crear un banco malo, utilizando 10.900 millones de euros del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, y poner en marcha un esquema de acuerdo extrajudicial por impagos de préstamos.

Pensiones. El Ejecutivo heleno promete dificultar las jubilaciones anticipadas y recortar las exenciones fiscales. En cambio, excluye suprimir las pagas extra para las pensiones bajas o modificar el subsidio de Solidaridad Social de los Pensionistas (EKAS).

Privatizaciones. El Gobierno mantiene la privatización del puerto del Pireo y de 14 aeropuertos regionales. En total se espera recaudar 1.500 millones de euros (700 millones menos del objetivo fijado por el anterior Gobierno de Andonis Samarás).

Deuda. El Ejecutivo plantea también de nuevo el tema de la sostenibilidad de la deuda y propone la introducción de canjes de deudas por bonos vinculados al crecimiento del PIB.

Hasta que emerja esa negociación lo más probable es un menú rico en declaraciones subidas de tono, filtraciones, tensiones y demás. Ayer, varios líderes europeos protagonizaron un nuevo capítulo de esa saga. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, explicó que la negociación con Grecia “no es fácil” y que hay “un límite de tiempo”, ante la necesidad de desbloquear al menos una parte del último tramo de 7.200 millones de euros en ayudas a Grecia.

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Y la canciller alemana, Angela Merkel, dio en Helsinki una muestra del tono de los acreedores: “La pregunta es si Grecia puede satisfacer las expectativas que hemos depositado en ella; más vale que las medidas que presente estén a la altura”. El ministro español de Economía, Luis de Guindos, secundó el argumentario alemán: “Las reglas se tienen que respetar. Con inteligencia y flexibilidad, pero hay que respetarlas”.

Tsipras aseguró este lunes que su Gobierno “no dará marcha atrás” a unas reformas que la sociedad y la economía necesitan y que han sido formuladas por Grecia, informa Efe. Tsipras hizo estas declaraciones en el Parlamento, donde pidió a la oposición que le apoye en unas negociaciones “duras”, “difíciles” y “sinceras” con los acreedores, aunque siguió sin detallar la lista de reformas.

La dureza del Eurogrupo no ha cambiado: Grecia se ha quedado casi sin aliados en las últimas semanas. Las últimas reuniones de la eurozona son un 18 contra uno: el ministro Yanis Varoufakis no encuentra apoyo a sus demandas. El Eurogrupo ve con buenos ojos metas fiscales algo menos exigentes e incluso algún alivio en el pago de la deuda —plazos más holgados e intereses más bajos—, pero poco más: Berlín y los acreedores han dado sobradas muestras de sus líneas rojas, e incluso los países periféricos rescatados —España, Portugal, Irlanda— han demostrado que no quieren concesiones. Fuera de la política, los académicos destacan que demasiada severidad podría ser contraproducente: “Los alemanes deberían darse cuenta de que algunas cosas siguen siendo más importantes que el dinero; la dignidad es una de ellas. (...) Si siguen tensando la cuerda va a acabar siendo más fácil, políticamente hablando, que el Gobierno de Tsipras amenace con salir del euro. Y los europeos deberían dejar de lado esa loca esperanza de quienes piensan que una salida de Grecia del euro no tendría repercusiones sobre la eurozona”, apunta el historiador económico Kevin O’Rourke, de la Universidad de Oxford.

Sobre la mesa está la propuesta de lista griega: 15 páginas de reformas que Atenas ha ido puliendo durante el fin de semana con los socios del euro y las instituciones. El mensaje en Bruselas es que si Grecia se queda sin dinero, queda aún mucho trabajo por hacer. Y aunque un accidente no es descartable, es muy improbable.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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