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La guerra de Siria y el caos en Libia disparan el flujo de pateras

Los viajes por mar suben ante el cierre de fronteras terrestres

La operación de rescate de los 700 desaparecidos este domingo.
La operación de rescate de los 700 desaparecidos este domingo. GUARDIA DI FINANZA (EFE)

Desde Yemen hasta Libia, pasando por Siria e Irak, el mundo árabe es una región martirizada por graves conflictos bélicos. Las revueltas populares iniciadas en 2011 —la primavera árabe— hicieron saltar por los aires unos alambicados equilibrios políticos que reposaban sobre experimentadas autocracias, desatando descarnadas luchas de poder. Todo ello se ha traducido en una marea de refugiados que huyen de las zonas en guerra y que se ha sumado a la migración más tradicional proveniente del África subsahariana.

El gran aumento en el número de personas que intentan llegar a las costas italianas desde el norte de África se produjo entre 2013 y 2014, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), que detalla que en primer año fueron unas 60.000 personas y que se disparó a 170.000 un año después. La principal explicación es el deterioro de la situación en Siria y en Libia, principal punto de partida de las pateras hacia Italia.

A causa de la guerra civil, casi cuatro millones de sirios se han refugiado en países vecinos, cuyos campos de acogida están al borde del colapso. Por otra parte, desde hace un año, se han intensificado los combates entre las diversas milicias que luchan por hacerse con el control de Libia, sumida en el caos. Esta situación de inseguridad en el país magrebí ha empujado a muchos inmigrantes a arriesgar sus vidas cruzando el Mediterráneo rumbo a eldorado europeo.

“Un 90% de los emigrantes que arriban a Italia han partido de Libia, que está centrado en sus prioridades internas, lo que permite a los traficantes operar un lucrativo negocio”, explica Amer Taha, uno de los responsables de la oficina de la OIM en El Cairo.

El incremento de las pateras también obedece a que varios países europeos, como Grecia —que ha construido un valla para frenar la llegada de inmigrantes— o Bulgaria —tiene planes de levantar una—, han sellado sus fronteras terrestres. “Si la peligrosa ruta marítima es la principal puerta de entrada a la UE para los refugiados es porque todos las fronteras terrestres están cerradas”, apunta Aurélie Ponthieu, asesora de la ONG Médicos Sin Fronteras.

En lo que va de año, la cifra de inmigrantes que han sido rescatados en el mar o han sido capaces de llegar a las costas italianas no es muy diferente a la de 2014, y oscila alrededor de los 23.000. Sin embargo, este año se ha multiplicado por diez el número de las personas que se estima que han fallecido en el viaje hacia Sicilia. De 96 personas muertas en los primeros cuatro meses del 2014, se había pasado a más de 900 la semana pasada. Si incluimos el balance del naufragio de ayer, el más grave en la historia de Europa, el aumento es aún más espectacular.

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Los expertos atribuyen este fenómeno a la suspensión el pasado mes de octubre del programa del Mare Nostrum del gobieno italiano, que tenía como objetivo luchar contra las mafias que trafican con personas y rescatar a los inmigrantes en alta mar. Su presunto sustituto, el programa Tritón de la UE, cuenta con unos medios mucho más escasos y su misión se limita a proteger las fronteras de la UE. "Obsesinados con el miedo del "efecto llamada", estos Estados no están interesados en salvar vidas", se lamenta Ponthieu. Y es que la reducción de los efectivos dedicados al rescate tenía como objetivo disuadir a los inmigrantes de subirse en pateras rumbo a Europa. Parece que la estrategia ha fracasado estrepitosamente.

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