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Berlín abre una brecha con Ankara al reconocer el genocidio armenio

El Parlamento y el presidente apelan a la corresponsabilidad histórica en la matanza, mientras que el Gobierno de Merkel sigue sin usar la palabra genocidio

Luis Doncel
El presidente alemán, Joachim Gauck, en el servicio religioso en recuerdo de la matanza de armenios celebrada en la catedral de Berlín el 23 de abril.
El presidente alemán, Joachim Gauck, en el servicio religioso en recuerdo de la matanza de armenios celebrada en la catedral de Berlín el 23 de abril.FABRIZIO BENSCH (REUTERS)

Alemania ha recurrido a una solución salomónica para conmemorar el centenario del asesinato de más de un millón de armenios en el Imperio Otomano. Ni Angela Merkel ni sus ministros se han referido a la matanza como un “genocidio”, un término que levanta ampollas en Turquía, el país heredero de los otomanos. Pero tanto el jefe del Estado como el Parlamento han usado la palabra que Alemania había rehuido hasta ahora. Pese a los esfuerzos por hallar una solución de compromiso, este paso hace prever un incremento de las tensiones con Ankara. 

El primero en hablar de genocidio fue el presidente federal, el independiente Joachim Gauck. “El destino de los armenios forma parte de la historia de exterminios masivos, limpiezas étnicas, deportaciones, y sí, también genocidios, que marcaron de una forma tan trágica el siglo XX”, dijo el presidente el jueves en la catedral evangélica de Berlín. Gauck fue más allá al destacar la corresponsabilidad histórica alemana en unos acontecimientos en los que, según admitió el jefe del Estado, “participaron soldados alemanes".

Con estas palabras, el presidente federal rompía un tabú en las relaciones entre los dos países. A diferencia de Francia, Alemania nunca había usado la palabra que tanto molesta en Turquía. Hace diez años, el Parlamento reconoció la "deportación y exterminio de los armenios", pero en lugar del término "genocidio", habló de "expulsión y masacre". El Gobierno alemán teme un debate que pueda acabar dañando la relación no solo entre los dos países, sino también entre los 3,5 millones de turcos que viven en Alemania.

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El presidente federal no ha sido el único. “Lo que ocurrió en plena I Guerra Mundial en el Imperio Otomano fue un genocidio”, ha dicho el viernes Norbert Lammert, presidente del Bundestag (la Cámara Baja del Parlamento) y compañero del partido democristiano de Merkel. El Bundestag debatió tres mociones -la pactada por democristianos y socialdemócratas, la más diplomática; y las de Los Verdes y Die Linke (La Izquierda), más directas-, pero todas incluían la palabra genocidio.

Pese a lo medido de la respuesta, la declaración del presidente y del Parlamento puede provocar una tormenta diplomática. Una declaración en términos parecidos hecha el pasado miércoles por el Parlamento Austriaco ha generado un conflicto entre Ankara y Viena. El Gobierno turco llamó a su embajador a consultas y aseguró que el Parlamento austriaco no tiene "ni el derecho ni la competencia" para culpabilizar de esa forma al pueblo turco. Ankara ha alertado de los "efectos negativos permanentes" que esta resolución tendrá en su relación con Viena.

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Pese a las declaraciones del jefe del Estado y del presidente del Parlamento, el ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, se esfuerza por hacer juegos de palabras para no describir lo ocurrido hace un siglo como genocidio, pese a que reconoce que puede entender "los argumentos y los sentimientos" que lleven a usar esa palabra.

El ministro justifica sus resistencias en que este debate terminológico no ayuda a mejorar las relaciones actuales entre Turquía y Armenia, al tiempo que alerta de los riesgos de que la palabra genocidio pueda relativizar los crímenes nazis. "En Alemania tenemos que tener cuidado para que al final no acabemos dando la razón a aquellos que usen este debate para su agenda política y puedan decir que el Holocausto en realidad empezó antes de 1933 [fecha de la llegada al poder de Adolf Hitler]", dijo a Der Spiegel.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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