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La Expo de Milán pone a prueba a la Italia de Renzi

La ciudad inaugura la cita global con expectativas de alta participación e impulso económico, pero manchas de corrupción y protestas ensombrecen el evento

protesta contra la Expo de Milán de 2015.
protesta contra la Expo de Milán de 2015.STEFANO RELLANDINI (REUTERS)

Más de 840 millones de personas sufren desnutrición crónica en un planeta cuya población puede llegar a los 9.000 millones de personas en 2050. ¿Será posible erradicar el hambre en la tierra durante el siglo XXI? ¿Se pueden producir alimentos nutritivos y suficientes para todos sin destrozar el medio ambiente? Estas son las grandes preguntas que se pretenden abordar durante los próximos seis meses en la Exposición Universal que, bajo el lema Alimentar el planeta, energía para la vida, se inaugura este viernes en Milán.

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Pero hay otras cuestiones —más asequibles, aunque también vitales para los organizadores— que pasan por saber si la Expo de Milán logrará lavar la imagen internacional de Italia —deteriorada en los últimos años por el desgobierno, la corrupción y las mafias— y convertirse además en el impulso económico necesario para salir de la crisis. Los organizadores están convencidos de que así será, pero la víspera estuvo marcada por las protestas de los colectivos que consideran la Expo 2015 “un fraude”.

Si el objetivo es que Milán no se caiga de los telediarios de todo el mundo durante los 184 días que durará la Exposición, que la capital de Lombardía se convierta en el escaparate de la capacidad de Italia para reinventarse, las primeras imágenes han captado una realidad muy distinta. La de una ciudad blindada por miles de policías ante las protestas, algunas muy violentas, de grupos de jóvenes con el rostro cubierto que atacaron en la mañana de este jueves sucursales bancarias, sedes de grandes empresas y, con especial virulencia, las instalaciones de Manpower, la agencia que está gestionando el trabajo temporal en la Expo 2015. “Contra la Expo y la austeridad”, se podía leer en algunas de las pancartas, “autogestión en las calles”. Algunos manifestantes portaban pancartas en las que advertían: “Yo no trabajo gratis para la Expo”.

Según la policía italiana, los disturbios de este jueves son solo un aperitivo de lo que se está preparando para la jornada de este viernes, hasta el punto de que la primera prueba que tendrán que superar el recinto de la Expo y la ciudad de Milán es la de su propia seguridad. En paralelo a la inauguración ha sido convocada una gran manifestación bajo el lema “NoExpo” en la que, según datos de la policía, podrían llegar a participar unas 200.000 personas, entre las que se teme la infiltración de grupos violentos que están llegando a la ciudad desde, principalmente, Francia, Alemania y Grecia. En los últimos días, además de controlar las fronteras, la policía ha efectuado varias operaciones de registro en las casas ocupadas del extrarradio, incautándose de diverso material de guerrilla urbana en poder de grupos de franceses y alemanes que han sido repatriados. “La alarma es lógica”, ha dicho el alcalde de la ciudad, Giuliano Pisapia, “pero tenemos que huir del alarmismo y centrarnos en el éxito de una Exposición Universal que va a servir para sacar a Italia de la crisis”.

Los organizadores exhiben ya una serie de números que avalan un éxito de afluencia que dan por descontado. Se han vendido ya casi nueve millones de entradas —más de la mitad en el extranjero—, y no solo se espera que la media de visitas diarias a la Expo supere las 100.000, sino que muchos de los italianos y foráneos extiendan su estancia para aprovechar los más de 23.000 eventos previstos, desde pequeños divertimentos callejeros a grandes citas con la ópera en La Scala.

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Los datos

La Exposición Universal ha vendido hasta el momento nueve millones de entradas y espera 100.000 visitas diarias.

El recinto ocupa unas 110 hectáreas a las afueras de la ciudad y albergará más de 23.000 eventos en 184 días.

Participan 145 países. Los que más han gastado en sus pabellones son Emiratos Árabes (72 millones de euros), China (60) y Alemania (58). La inversión extranjera se calcula en unos 10.000 millones.

En la Exposición Universal, cuyo recinto ocupa 110 hectáreas a unos 16 kilómetros al noreste de la ciudad, participarán 145 países, algunos con lujosos pabellones propios —como Brasil, Argentina o España— y otros agrupados alrededor de determinados alimentos o espacios geográficos comunes. Los países que más han invertido en sus pabellones son los Emiratos Árabes (72 millones de euros), China (60) y Alemania (58). Le siguen Estados Unidos (48) y Japón, México y Rusia, con 42 millones cada uno. La inversión extranjera se calcula en unos 10.000 millones de euros y está previsto que durante los seis meses de celebración visiten Milán de 40 a 70 jefes de Estado o de Gobierno y más de 1.000 ministros.

La gran participación extranjera se atribuye al importante trabajo diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores, que no solo ha tenido que luchar con la crisis global, sino con la situación de inestabilidad crónica del Gobierno italiano, que tras la salida del poder de Silvio Berlusconi en noviembre de 2011 ha conocido a tres primeros ministros y no pocos sobresaltos políticos y económicos. Además, la construcción de la Expo ha estado salpicada de frecuentes casos de corrupción y detenciones de algunos de los responsables tras los que se ha visto emerger la larga mano de las distintas mafias, en especial de la ‘Ndrangheta. Pese a todo, el primer ministro, Matteo Renzi, se declara exultante: “Parecía imposible, pero hemos vencido la apuesta. Hace un año, cuando heredamos retrasos y escándalos, parecía imposible, pero nunca prestamos oídos a aquellos que decían no lo conseguiréis jamás. Italia se va a vestir de orgullo y de belleza frente al mundo, porque la Expo no será solo una fiesta, sino una gigantesca ocasión para que Italia reflexione sobre sí misma y acepte el desafío del futuro”.

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