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Japón aprueba las normas para ampliar el papel de su Ejército

Las medidas, que rompen con el pacifismo absoluto nipón, debe aprobarlas el Parlamento

Macarena Vidal Liy
Protesta contra de la ampliación del poder del Ejército, este jueves en Tokio.
Protesta contra de la ampliación del poder del Ejército, este jueves en Tokio.KIMIMASA MAYAMA (EFE)

El Gabinete japonés aprobó este jueves dos nuevos proyectos de ley que ampliarán el papel y las responsabilidades del Ejército nipón en sus misiones conjuntas con otras fuerzas en el exterior. Las nuevas medidas, a las que la Dieta (Parlamento) debe dar aún su visto bueno, permitirán que las Fuerzas de Autodefensa puedan entrar en combate para proteger a los aliados, una noción que el Gobierno de Shinzo Abe describe como “defensa colectiva” y que se aparta del pacifismo que Japón abrazó tras la Segunda Guerra Mundial.

De ser aprobados en el Parlamento, ambos proyectos de ley representarán un importante triunfo para Abe, partidario de que las tropas japonesas cuenten con un papel mayor en la seguridad de la región de Asia Pacífico, donde China desarrolla una modernización exhaustiva de sus fuerzas armadas y se muestra cada vez más contundente en sus reclamaciones territoriales en aguas de los mares del Sur y el Este de China.

El Gobierno ya había dado un primer paso el verano pasado, cuando aprobó una reinterpretación de la Constitución que incluyera el concepto de la “defensa colectiva”. La interpretación imperante hasta entonces de la Carta Magna, más estricta, prohibía que las Fuerzas de Autodefensa entraran en combate a menos que el propio territorio japonés se viera en peligro.

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En una rueda de prensa en sus oficinas en Tokio, Abe declaró que los proyectos de ley “garantizarán la paz para Japón y el mundo”. “Vivimos en una era en la que ningún país puede protegerse a sí mismo individualmente”.

La aprobación de ambos proyectos de ley por parte del Gobierno nipón se produce después de que el mes pasado Japón y Estados Unidos actualizaran los principios de su alianza defensiva. Washington había presionado desde hacía tiempo a Tokio para que adoptara un papel más activo en su relación militar.

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El debate en la Dieta se anticipa, cuando menos, muy acalorado. La adopción del principio de defensa colectiva y el abandono del pacifismo es un asunto que divide profundamente a la sociedad japonesa. Quienes se oponen a los cambios opinan que puede poner a las tropas japonesas en peligro en sus operaciones en el exterior, o arrastrar a estas fuerzas a participar en intervenciones en otros países lideradas por Estados Unidos. El exvicesecretario de Gabinete nipón Kyoji Yanagisawa, uno de los principales opositores a la medida, alega que parte de la eficacia de las misiones japonesas en el exterior se debe a que “nunca han disparado un solo tiro” y, por tanto, nunca han sido vistos como enemigos.

Al tiempo que Abe comparecía ante los medios, frente a su oficina se manifestaban cientos de japoneses para protestar contra las medidas. “Estas leyes servirán al final de luz verde para que nos sumemos a una guerra de EE UU. Claramente es una violación de la Constitución”, declaraba Akemi Kitajima, de 66 años, a la agencia AFP.

En su rueda de prensa de este jueves, Abe insistió en que Japón no participará en intervenciones militares en otros países. “Se mantendrá el principio convencional de que [las Fuerzas de Autodefensa] no se desplegarán en el exterior. No participarán en conflictos como la guerra del Golfo o la guerra de Irak en el futuro. Quiero dejar eso claro”.

Las iniciativas han recibido la crítica instantánea de Pekín. En la rueda de prensa diaria del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, la portavoz Hua Chunying instó a Tokio a “sacar lecciones de la historia, seguir el camino de un desarrollo pacífico y acometer esfuerzos más positivos en favor de la paz, la estabilidad y el desarrollo de la región de Asia Pacífico”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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