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El Gobierno reconocido de Libia alerta sobre el avance del Estado Islámico

Los yihadistas toman la mayor base aérea del país El Ejecutivo aceptado por la comunidad internacional reclama ayuda militar del exterior

Francisco Peregil
Una protesta violenta que exigía la renuncia del primer ministro libio obligó a interrumpir las sesiones del Parlamento en Tobruk.
Una protesta violenta que exigía la renuncia del primer ministro libio obligó a interrumpir las sesiones del Parlamento en Tobruk.Mohamad abdel Malek (EFE)

La bandera negra del Estado Islámico ondea cada vez en más lugares estratégicos de Libia mientras los dos Gobiernos de país siguen enfrentados. Abdelá al Zinni, el primer ministro del Gabinete reconocido por la comunidad internacional, advirtió el domingo en una conferencia de prensa en Al-Baida, en el este de Libia: “Las ciudades de Libia están cada vez más amenazadas por este grupo [el Estado Islámico] y cada vez será más difícil hacerle frente, como en Irak”. Al Zinni expresó su “sorpresa” ante el hecho de que la comunidad internacional no haya tomado una decisión firme ante lo que está ocurriendo en Libia. Al Zinni pide armas para combatir a los terroristas, y los organismos extranjeros piden que se alcance un acuerdo lo antes posible entre las partes en discordia.

Como muestra del caos que vive el país, sirvan dos datos recientes: el primer ministro, Abdelá al Zinni, sufrió el pasado martes 26 de mayo un atentado cuando viajaba desde el Parlamento al aeropuerto de Tobruk. Tres de sus guardaespaldas resultaron heridos. La otra zona del país, la parte controlada por las milicias rebeldes de Fayr Libya, que integran el Gobierno de Trípoli, también padece los ataques del Estado Islámico. El último golpe recibido por los rebeldes de Trípoli fue un coche bomba conducido por un suicida en la localidad de Dafiniyah, que mató a cinco milicianos.

Los dos Gobiernos enfrentados, el que está afincado en Trípoli y el que se encuentra en Tobruk, ciudad próxima a Egipto, se muestran incapaces de llegar a un acuerdo, condición indispensable para unir sus fuerzas contra el Estado Islámico. Las negociaciones auspiciadas en Marruecos por la ONU, de la mano de su enviado especial, el español Bernardino León, habían alcanzado el 23 de abril el 80% de sus objetivos para lograr un Gobierno de unidad nacional. Pero queda ese 20% por ultimar, el más difícil, el que consiste en negociar los nombres y apellidos de quienes se van a sentar en los principales ministerios, instituciones y empresas públicas del país.

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Bernardino León advirtió el pasado jueves en Bruselas que Libia se encuentra “al borde del colapso económico y financiero y está agotando el tiempo de que dispone”. Al día siguiente de que León mencionara esas palabras, el Estado Islámico tomó la base aérea de Gardabiya, la mayor del país, situada a unos 20 kilómetros de Sirte, ciudad natal de Muamar el Gadafi. Si continúan con el control del aeropuerto en las próximas semanas, este hecho marcará un antes y un después en la evolución del país, tal como señalaba este lunes el diario Libya Herald.

“La consolidación y crecimiento del Estado Islámico en Libia”, señalaba un editorial del Libia Herald, “debería ser una alarma para las capitales europeas, pero más aún para [los Gobiernos] de Trípoli y Al-Baida/Tobruk. Las dos coaliciones deberían mirar hacia atrás y tomar lecciones rápidas sobre la historia reciente. (...) Libia puede caer fácilmente en un abismo social, político y financiero que perdure durante décadas si las dos partes negociadoras no agarran la oportunidad con las dos manos en este tiempo previo al Ramadán”.

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Las dos coaliciones enfrentadas en Libia deberían concluir su acuerdo antes del 18 de junio, que es cuando comienza el Ramadán. Una vez que concluya este mes sagrado para los musulmanes, el 18 de julio, ya habrá transcurrido casi un año en que el Gobierno rebelde de Trípoli expulsó al que ahora se encuentra en Tobruk. Un año perdido para el país en oportunidades de desarrollo y ganado por el Estado Islámico.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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