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Los kurdos contienen la rabia para responder en las urnas

Muchos ciudadanos de Diyarbakir ven la mano del AKP en el ataque del viernes

Andrés Mourenza
Ciudadanos kurdos trasladan el féretro de una de las víctimas del atentado en Diyarbakir cometido durante un mitin del HDP.
Ciudadanos kurdos trasladan el féretro de una de las víctimas del atentado en Diyarbakir cometido durante un mitin del HDP.OSMAN ORSAL (REUTERS)

La plaza de la Estación de Diyarbakir era ayer un clamor de bocinazos de vehículos que se extendía por toda la ciudad como manifestación de rabia y dolor por el atentado que el viernes se cobró la vida de al menos dos personas. El ataque fue perpetrado durante un mitin electoral del Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP, izquierdista y prokurdo), 48 horas antes de las elecciones que se celebran hoy. Justo en el punto donde explotó una de las bombas, se agolpaban ayer decenas de personas para depositar claveles y mensajes de apoyo.

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“¿Quién pagará por esto?”, se preguntaba el joven Mucahit, sosteniendo una zapatilla deportiva ensangrentada y abandonada en el lugar de la explosión. El número de heridos en el atentado supera el centenar y ayer 80 continuaban ingresados, ocho de ellos en cuidados intensivos. A una docena de personas les han amputado alguna de sus extremidades por las heridas sufridas. “Sólo queremos vivir en paz con nuestra cultura”, se quejaba Mucahit, “¿es tan difícil de entender?”.

Pocos dudaban sobre a quien señalar como responsable. “Mira esas cámaras de seguridad”, indicó a este periodista una anciana kurda: “El Estado sabe quién ha sido, pero no los detiene”. Cerca de ella, Mehmet Sangür, conductor de autobuses, meneaba la cabeza con gesto disgustado: “Se ha acabado el AKP [Partido de la Justicia y el Desarrollo, en el Gobierno]. Yo antes confiaba en ellos, pero se acabó. Han sido ellos y lo han hecho a sabiendas del daño que podían provocar”.

Los sentimientos en Diyarbakir están a flor de piel y muchos querrían vengarse de quienes consideran culpables de este y los casi dos centenares de ataques sufridos por el HDP durante la campaña electoral, pero han acatado las órdenes del colíder del partido, Selahattin Demirtas, de mantener la calma y no responder a las “provocaciones” con violencia sino en las urnas. “La gente respeta a Demirtas”, reconocía el chófer Sangür, defendiendo la apuesta por la “paz” del HDP, que desde hace dos años negocia el abandono de la lucha armada de la guerrilla kurda PKK.

Si el objetivo del atentado era generar una reacción violenta de los kurdos que alejase a los potenciales votantes turcos del HDP —imprescindibles para que el partido sobrepase la barrera electoral del 10 % de los votos y entre al Parlamento—, ha logrado lo contrario. En toda Turquía se convocaron manifestaciones de repulsa, y entre los kurdos se ha reforzado, más si cabe, el apoyo al HDP. “Desde el inicio de la campaña electoral, el AKP trata de aterrorizar a los electores porque sabe que está perdiendo votos. Pero ha fracasado, porque la gente se ha dado cuenta de que el AKP se ha vuelto loco”, afirmó, en declaraciones a EL PAÍS, el diputado del HDP Altan Tan.

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El Gobierno islamista moderado del AKP condenó el ataque y prometió llevar ante la Justicia a los culpables. Pero la tensión entre los islamistas y el partido kurdo continúa, como da muestra el que Demirtas se haya negado a responder las llamadas del presidente, Recep Tayyip Erdogan. “En lugar de llamarme, que venga a Diyarbakir a pedir perdón”, criticó el líder kurdo, a lo que Erdogan respondió: “Si alguien tiene que pedir perdón es usted. (…) Que todavía es un aprendiz de la política”.

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