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“No queremos elecciones, aquí solo hay dolor”

Los padres de los 43 estudiantes desaparecidos boicotean la elección en Tixtla, Guerrero

Juan Diego Quesada
Quema de urnas en Tixtla (Guerrero).
Quema de urnas en Tixtla (Guerrero).José Méndez (EFE)

Guerrero, el Estado mexicano pobre y violento en el que desaparecieron los 43 estudiantes en septiembre pasado, ha ido este domingo a las urnas en medio del caos y las protestas. Los padres de los desaparecidos han boicoteado la elección en Tixtla, el municipio más próximo a la escuela en la que estudiaban los jóvenes mexicanos, y los sindicatos de profesores y distintos grupos organizados trataban de hacer lo mismo en algunas partes del Estado.

"Ni PAN, ni PRI, ni PRD", se lee en los muros de Tixtla, de poco más de 20.000 habitantes. Desde primera hora de la mañana, los padres acudieron a las mesas electorales para pedirles a los interventores que les dieran las urnas y las papeletas. Cuando recogieron un buen número (28 de 54 casillas), las quemaron en una fogata en la plaza del pueblo, frente a una iglesia. Carmen, hermana de uno de los estudiantes, veía extinguirse la hoguera: "No queremos elecciones, aquí solo hay dolor".

Aniceto, un señor de 60 años, se levató a primera hora -como siempre en día de elecciones- y se dirigió a la mesa donde le tocaba votar. El lugar donde debía insertar el voto estaba en llamas: "Me fui de vacío". Le molesta pero a la vez entiende el desamparo de las familias. "Buscan a sus hijos pues", añade.

El INE, ante este escenario, anunció a mediodía que anulaba las elecciones en este rincón de Guerrero, aunque horas más tarde se matizó que la votación seguía en algunas casillas que sí se habían instalado y que sería el Tribunal Electoral el que pasada la jornada decidiría sobre la nulidad o no del proceso en el municipio. Según datos oficiales se habían instalado a media mañana más del 50% de las casillas. Las autoridades estaban avisadas. Desde que los muchachos desaparecieron en septiembre de 2014 a manos de la policía y los sicarios de un cartel en Iguala, una ciudad a hora y media de aquí, los estudiantes de la escuela y las facciones que reclaman una investigación más exhaustiva de la masacre de Iguala habían insistido en que no permitirían que se celebraran las elecciones de este 7 de junio, donde se eligen gobernadores, alcaldes, diputados locales y federales.

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El ambiente estaba enrarecido desde el amanecer. "Nos faltan 43. Justicia", dice una pintada a la entrada. Los padres y estudiantes se dividieron en células que fueron visitando los distintos colegios electorales. Encontraron resistencia. Grupos de choque de gente que portaba palos y piedras les atacaron. Los vándalos levantaron barricadas alrededor de los colegios e invitaban a los ciudadanos a votar. En algunos lugares consiguieron frenar el avance de los padres.

El enfrentamiento fue inevitable. Los defensores de la votación dijeron que eran gente del pueblo que quería libertad de voto pero los familiares los identificaron como seguidores a sueldo del PRI, el partido en el Gobierno. La Policía Rural -campesinos armados ante el vacío de poder del Estado- patrullaban las calles. "Vemos que no haya madrazos", dijo el comandante, encapuchado como toda su tropa. En Guerero no hay justicia para los muertos ni paz para los vivos.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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