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Grecia ultima una oferta 'in extremis' antes de la Eurocumbre del lunes

Los acreedores esperan la propuesta griega antes de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno y podrían ofrecer concesiones para facilitar el acuerdo

Claudi Pérez
El primer ministro griego, Alexis Tsipras.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras.Kostas Tsironis (Bloomberg)

Diplomacia de baja intensidad para las horas cruciales de la saga griega: nuevos contactos al más alto nivel y una última propuesta in extremis, antes del lunes. Grecia recogió el sábado el guante lanzado la víspera por la canciller Angela Merkel, que quiere llegar a la eurocumbre de mañana con la negociación encarrilada. Atenas tiene prácticamente lista su enésima oferta para preparar el terreno con las instituciones previamente conocidas como troika antes de llegar adonde quería: a un todo o nada entre los jefes de Estado y de Gobierno del euro; entre Merkel y Alexis Tsipras.

El primer ministro Tsipras tenía previsto mantener anoche una conversación telefónica con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Y uno de sus colaboradores, el ministro Alekos Flabouraris, explicó que Atenas no va a llevar a la eurocumbre viejas propuestas, sino una nueva oferta “que beneficie a Grecia y a los acreedores, que nos ayude a ver dónde podemos converger”. Merkel reclamó el viernes “una base sólida” para llegar a la eurocumbre en condiciones de sellar el pacto. Grecia tomó nota y ha dejado claro que quiere llegar bien equipada a la reunión, en vista de que las cosas se complican en casa, con la banca.

La fuga de capitales amenaza con ahogar al sistema financiero, que en la última semana ha visto evaporarse más de 4.000 millones de euros. “Los griegos se deshacen de los depósitos a la vista, e incluso han empezado a pagar penalizaciones por cancelar depósitos a plazo”, explicaron fuentes europeas. La presión europea por ese flanco es enorme para forzar el acuerdo. El BCE aprobó a finales de semana un nuevo aumento de la liquidez de emergencia para la banca helena, pero el lunes se reúne de nuevo y cualquier señal en contra de Grecia obligaría a activar los temidos controles de capital.

Convertida en un ovillo prácticamente ininteligible, la saga griega afronta sus horas decisivas. Estos son los posibles escenarios.

1. Acuerdo: la conversión de Tsipras y problemas domésticos. Cualquier pacto que suponga romper sus promesas electorales será difícil de vender en casa para Tsipras, después del ahínco con el que ha defendido que no puede haber más austeridad y que debe haber reestructuración de deuda. Las posiciones de Atenas y los acreedores no están lejos; los socios podrían ofrecer una concesión de última hora en lo relativo al alivio de la deuda, con un calendario para activar la reestructuración que haría más digerible el acuerdo en Atenas. Pero incluso en ese caso el lío está asegurado: el pacto debe pasar por el Parlamento griego, y eso abrirá una nueva crisis política en Grecia, cuyos Gobiernos han sido incapaces de resistir más de 18 meses seguidos desde 2010. Tsipras tiene problemas con el partido de coalición (de derecha nacionalista) y en su formación, Syriza, con el ala más izquierdista. Podría perder entre 10 y 40 diputados, en función de las concesiones que haga en ese día D del reconocimiento (si llega). Eso dejaría en el aire el Gobierno, aunque es posible que la oposición vote a favor de la propuesta. Tsipras podría optar por buscar una nueva coalición con el centrista To Potami. Pero hace meses que flirtea con la idea de adelantar las elecciones: las encuestas le dan la victoria.

2. Nuevo fracaso: ‘Grexit’ y crisis del euro rediviva. Sin acuerdo, el BCE cortaría el grifo de liquidez de emergencia: eso asfixiaría a la banca, e inmediatamente al Estado, que se financia con la emisión de bonos a corto plazo que solo compran sus entidades bancarias. Con un más que probable corralito en marcha, el 30 de junio Atenas difícilmente podría pagar al FMI. El Fondo asegura que eso supondría un impago automático, y desencadenaría suspensiones de pagos; en ese caso, el Banco de Grecia ha advertido que el país saldría del euro e incluso de la UE. Pero todo es hipotético: ni siquiera está claro que el FMI pueda declarar default; Grecia podría limitarse a entrar en una lista de morosos. La gran incógnita es el potencial efecto contagio. La subida de las primas de riesgo en los últimos días sugiere que Europa está mejor pertrechada que en 2012, pero los efectos secundarios se dejarían notar en los países más expuestos. Eso sería un mazazo para Portugal. Y también para España.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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