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El Papa acepta la renuncia de un obispo acusado de encubrimiento

El mexicano Gonzalo Galván Castillo, de la diócesis de Autlán, ha sido señalado de proteger a un sacerdote en un caso de abuso sexual

El País
El Papa Francisco, el pasado domingo.
El Papa Francisco, el pasado domingo. ALESSANDRO DI MARCO (EFE)

El papa Francisco ha aceptado este jueves la renuncia del obispo mexicano Gonzalo Galván Castillo, de Autlán (Estado de Jalisco, occidente de México), señalado de encubrir a un sacerdote de su diócesis en un caso de abuso sexual. Según el Vaticano, el obispo de 64 años dimitió por razones de salud, aunque según los estatutos del derecho canónico establecen los 75 años para este tipo de renuncia.

Las acusaciones contra Galván se intensificaron en 2009 cuando un joven de 24 años denunció al sacerdote Horacio López, de la diócesis de Autlán, de haber abusado sexualmente de él cuando tenía 11 años. La denuncia fue presentada ante el obispo mexicano que sólo ordenó el traslado del cura a otra iglesia. Los padres del joven insistieron ante la diócesis para que López fuera destituido, pero Galván nunca respondió a su petición.

Hace tres semanas, Francisco autorizó la creación de un tribunal para juzgar los casos de encubrimiento de abuso sexual por parte de sacerdotes de la Iglesia Católica. El derecho canónico contempla el delito de “abuso de poder episcopal” para tratar estos casos donde las autoridades eclesiásticas evaden las acusaciones.

En febrero, el Papa pidió en una carta a los obispos no encubrir casos de pederastia. "No hay absolutamente lugar en el ministerio para quienes abusan de los menores", escribió entonces. Durante la Semana Santa pidió perdón a las víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. En 2014, Francisco se reunió con algunos de ellos para escuchar sus denuncias y creó una comisión para luchar contra el encubrimiento de estos actos por parte de otros clérigos.

En México, el caso del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, cimbró a la Iglesia en 2006 cuando se descubrió que había abusado sexualmente de varios menores y que llevaba una doble vida. Tras hacerse público el caso de Maciel, algunos jóvenes comenzaron a denunciar públicamente a sacerdotes pederastas, pero la mayoría de las autoridades religiosas ignoraron las acusaciones.

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