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‘Papamóviles’ a la carta

En su gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay, el Pontífice utiliza cuatro vehículos diferentes

El papa Francisco, en el Parque Bicentenario, en Quito, el pasado martes.
El papa Francisco, en el Parque Bicentenario, en Quito, el pasado martes.AFP

“Hecho con cariño por manos ecuatorianas”, se lee sobre el cuero blanco que forra el interior de la camioneta que Jorge Bergoglio utilizó en Guayaquil (Ecuador). Cuarenta técnicos e ingenieros se dedicaron durante seis semanas a fabricar una Chevrolet D-Max que se adaptara a la personalidad del Papa. Ilusionados por el encargo, intentaron transmitir su cariño añadiendo una estampa del club San Lorenzo —del que Bergoglio es hincha— o un ventilador al tubo de escape para evitar el olor a diésel quemado, entre otros detalles.

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En cada viaje papal, el país de llegada pone a disposición del Vaticano un papamóvil. El primero se fabricó en Irlanda en 1979. Los últimos son los cuatro de la gira de Bergoglio por Latinoamérica: uno en Quito, otro en Guayaquil, otro en Bolivia y un último en Paraguay.

Para que un coche normal pueda llevar al Papa debe cumplir los requisitos de la Santa Sede: carrocería blanca, portar el escudo del Vaticano, una alfombra de un rojo determinado... Roma no decide, sin embargo, ni el modelo ni la marca. “Nos pusimos en contacto con la cancillería ecuatoriana y ellos lo tramitaron”, afirma Roberto Romero, gerente de General Motors en Ecuador, la empresa encargada de la fabricación del papamóvil utilizado en Guayaquil. Esta firma partía con ventaja: ya había fabricado un vehículo con estas características. Fue hace 30 años, para el viaje de Juan Pablo II a Ecuador.

Guayaquil se encuentra a más de 400 kilómetros de Quito, lo que supone más de seis horas de viaje. Por eso Bergoglio se trasladó de una ciudad a otra en avión y dispuso de dos vehículos en el país. Con 285 caballos y tracción integral, el Jeep Wrangler es el papamóvil más potente de toda la gira latinoamericana.

En Paraguay, la marca Isuzu decidió repetir el modelo que el Papa utilizó en Filipinas, “con el que acabó muy contento”, asegura Samuel Piccinini, gerente del Servicio de Automotors, SA (con la que Isuzu opera en Paraguay). Esta empresa se encargó de adaptar el vehículo importado de Japón con un equipo de nueve personas que trabajaron durante 50 días. “Achicamos la cabina para dar más espacio a la parte trasera, donde viajará el Papa”, explica Piccinini. Tuvieron también que colocar plataformas en la parte trasera y lateral para el servicio de seguridad que acompaña a Bergoglio y construyeron cuatro escalones para facilitar el acceso al coche.

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El Papa, el pasado miércoles a su llegada a Quinche (Ecuador).
El Papa, el pasado miércoles a su llegada a Quinche (Ecuador).EFE

“Queríamos honrar la confianza que habían puesto en nosotros y en nuestra marca”, asegura Piccinini. Para ello, decidieron adornar el asiento —de cedro, forrado con cuero blanco— con telas ñandutí (en español, “tela de araña”), que solo saben tejer las mujeres de la ciudad paraguaya de Itaguá. Los 15.000 dólares que ha costado reformar el vehículo los ha asumido la compañía. “Salvo el sillón, que fue una donación de la empresa que lo fabricó, Impacto, SA”, afirma Piccinini. Bolivia también apostó por una marca japonesa al elegir un Toyota Land Cruiser kilómetro cero. Además del blanco de la carrocería, el rojo de las alfombras y el escudo oficial, este papamóvil comparte con los otros la matrícula SCV I —Stato della Città del Vaticano— y el conductor, que es un miembro de la Guardia Suiza. “No son vehículos muy seguros porque van abiertos y no están blindados”, afirma el Vaticano.

El destino de los papamóviles cuando el Pontífice finaliza su viaje depende de cada empresa. En Paraguay, se enviará a un museo y se mantendrá a disposición del obispado y la Nunciatura. En Guayaquil, la firma ha donado el vehículo a la Iglesia como ya hizo hace 30 años, cuando fabricó el Chevrolet Blazer para Juan Pablo II. El nuevo auto papal podría acabar junto a su hermano mayor en el Santuario de El Quinche para servir en procesiones a obispos y otros miembros eclesiásticos. “El viejo todavía funciona”, afirma el gerente Romero.

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