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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

De coalición a partido, y vuelta a empezar

Los ciudadanos que apoyan a Tsipras no le perdonarán unas elecciones para calmar Syriza

María Antonia Sánchez-Vallejo
Alexis Tsipras, el jueves en una reunión de Syriza.
Alexis Tsipras, el jueves en una reunión de Syriza.Thanassis Stavrakis (AP)

El referéndum del 5 de julio en Grecia sobre la propuesta de reformas asociadas al tercer rescate económico del país formulada por los socios apenas 10 días antes –que la oposición interpretó como un o un no a Europa y el euro– fue idea de Alexis Tsipras, nadie quería una consulta semejante en su partido. El gesto creó una relación de confianza con la ciudadanía y a partir de ese momento, y máxime tras la cumbre de Bruselas del 12 de julio, el líder de Syriza se convirtió en algo parecido a un estadista al anteponer el interés del país al suyo propio, es decir, a su liderazgo en el partido y la propia cohesión del mismo. Una unidad que ahora corre el riesgo de saltar de por los aires, y el partido, de volver a su estado anterior de amalgama de grupos.

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Muchos griegos se dieron cuenta de que en Bruselas el primer ministro griego hizo todo lo que pudo, y además fue capaz de confesarlo, asegurando al defender el draconiano acuerdo que su deber es aplicarlo aunque no crea en él. Ese alarde de sinceridad le granjeó una ola de apoyo popular inversamente proporcional a la asunción por los suyos de esa capitulación de su programa, y con condiciones aún más adversas que las de la penúltima propuesta europea.

El probable adelanto de las elecciones a otoño dependerá en gran medida de lo que suceda dentro de Syriza, pero esos ciudadanos que miran con tanta simpatía “al chaval” –así denomina la calle a Tsipras– no le van a perdonar que las convoque para dirimir el cisma del partido, conscientes de que el país no se puede permitir otra tribulación más en su incierto porvenir. Tsipras lo sabe, y por eso ha planteado a los suyos un ultimátum: un congreso extraordinario en septiembre o un referéndum interno este domingo, una maniobra que permitirá votar a todos los miembros del partido y no sólo al díscolo comité central (la mitad del mismo es abiertamente crítico con el tercer rescate).

Aunque Tsipras haya mostrado a los rebeldes la puerta de salida, éstos no se lo van a poner fácil: se niegan a renunciar o a devolver sus actas, lo que deja al Gobierno sin mayoría parlamentaria. Pero no es la primera vez que tiene en contra a los radicales, ya críticos desde 2013, cuando la antigua coalición se constituyó como partido e inició un tímido giro al centro, con la incorporación de independientes e incluso miembros de otras formaciones, incluido su socio de coalición, Griegos Independientes. Un viraje que, de continuar, podría hacer de Tsipras un Lula a la europea, apoyado en el sector más pragmático y moderado del partido y con el contrapeso de la tercera vía, el llamado Grupo de los 53, que insiste en preservar la unidad del partido pero también en abrir un debate sobre la relación con Europa.

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